JOHANN
TERCERA PARTE.
Déjame sentir tus brazos apretando mi pecho,
Eso brazos que se han convertido en mi abrigo,
No me alejes de ese calor que me produce escalofríos,
Júrame que te quedaras conmigo.
P. F. CANYUL
Había pasado una noche horrorosa pasar desapercibido era imposible con la cantidad de demonios que estaban en los alrededores, tuve que deshacerme de muchos antes de que alguien importante supiera que estaba en esta zona.
Me sentía bastante débil y no había conseguido ni un illiums, busque por cada maldito rincón y no había encontrado otra piedra, esto iba a ser más difícil de lo que había pensado, si quería mantener a la chica viva tenía que sacarla de este lugar antes de que todo se fuera al infierno.
ya había amanecido, me encontraba fuera de su casa me trasporté adentro y vi a kelpie saqueando su cocina, demonios necesitaba paciencia para no convertir en añicos a mi único ayudante.
— Estas acabando con mi paciencia. — gruñí, kelpie salto asustado.
Ni siquiera había notado mi presencia ¿desde cuándo se había vuelto tan descuidado?
— Por qué no estas con la chica. —
— Ella está tomando un baño amo. — me dijo mientras se alejaba del refrigerador lentamente, al parecer apenas había logrado agarrar un poco de queso antes de que yo apareciera.
— Y decidiste que era buena idea hurgar en su comida. — se veía avergonzado, agacho la cabeza y se arrodillo a mi lado esperando su castigo.
— No voy a castigarte, pero tienes que ser más cuidadoso ella no vive sola y su padre se volverá loco si escucha ruidos en su cocina, por lo menos esconde tus garras y trata de verte más humano. — le dije alborotando su cabello.
— Si amo. — brinco mientras sujetaba mi brazo con anticipación.
— Cuando la chica confié en nosotros le pediré bocadillos para ti. — le dije tratando de sonar neutral, jamás admitiría que yo también esperaba comer todo tipo de comida humana.
— No pude encontrar ni una piedra con los escritos, tendrás que buscar tu por el día y yo lo hare por las noches, tenemos que sacarla de esta barrera antes de muera así que apresúrate y encuéntralas.
— Si amo. — aplaudió entusiasmado mientras desaparecía.
Ahora solo me quedaba subir y ver como se encontraba la chica, esto estaba tardando mucho, también estaba la opción de intimidarla y obligarla a obedecer mis órdenes.
“No, no debo ser impaciente tampoco era un ser repugnante como Belial, yo era más inteligente y por los rumores que había escuchado nadie jamás pudo obtener los poderes que veían con la sangre de las descendientes, todas ellas murieron y ni un demonio pudo tener los beneficios aun si todos estaban atraídos a ellas”.
Aparecí en la alfombra antes de que ella saliera de la ducha se veía más relajada y sus mejillas estabas sonrojadas por el vapor, me miro dándome una pequeña sonrisa.
— Supongo que vas a seguirme a todos lados. — murmuró mientras me veía bajar detrás de ella.
— Solo tengo salchichas, cuando terminen las clases puedo ir por jamón. —
— Está bien, puedes quedarte cerca y prometo ayudarte si necesitas algo. — siguió hablando.
—Woof— dije en señal de que la entendía, por fin mis planes estaban saliendo bien iba a asegurarme de no molestarla hasta tener su completa confianza.
— Te llamare Alin, creo que necesitas un nombre, si no te gusta pensare en otro más adecuado. — balbuceo mientras me veía de reojo.
— Woof — volví a decirle, no me importaba la manera en que me llamara mientras obtuviera lo que necesitaba ella no necesitaba saber mi nombre real.
Al llegar a su colegio pude ver que su cuerpo se ponía rígido, este lugar no le gustaba y se mantenía mirando a su espalda cada 5 segundos, las personas al rededor la miraban con repugnancia, ella trataba de ignorar a todos fingiendo que no notaba las miradas despectivas.
Me acomode bajo su asiento mi presencia ya no la incomodaba ella me miro un momento antes de que alguien se aclarara la garganta y mirara hacia arriba, un tipo con una sonrisa boba se acercaba lentamente.
— Buenos días, ¿Te encuentras bien? —
— Estoy bien, gracias. — le dijo ella sin mirarlo
— Ten, no sé si tus heridas ya sanaron quería dártelo antes, pero huías cada que me acercaba. — él le ofrecía una bolsa.
— Esto no es necesario. — le dijo mientras trataba de alejar la bolsa, el chico se veía decepcionado.
— Bueno si no lo necesitas puedes tirarlo. — se marchó con los hombros caídos, este chico estaba interesado en mi objetivo, no iba a permitir que nadie se interpusiera en mis planes, si se volvía demasiado molesto estaba la opción de deshacerme de él, todos lo miraban como si le hubiera salido dos cabezas.
Lance un bufido por lo absurdo de esta situación, jamás entendería a los humanos.
Por un momento quise salir de este lugar, era demasiado aburrido escuchar sus cuchicheos y todos estos cretinos habían logrado que mi chica se sintiera más incómoda no paraba de moverse en todo momento.
Espera “mi chica” de donde demonios había salido ese pensamiento, estuve escuchado que sus profesores la llamaban Yulianne, desde ahora la llamaría así antes de que esto se volviera raro, yo era posesivo por el simple hecho de que la necesitaba para mi beneficio.
Salimos de una clase para entrar a otra, aquí se veía más relajada iba detrás de ella mientras estudiaba el entorno, había algunos lienzos en blanco y otros con retratos de personas, de pronto ella se congelo en su sitio al mirarla pude ver que estaba pálida y se veía que colapsaría en cualquier segundo, ella miraba un lugar en específico.
En una equina estaba un illiums y por el símbolo en su frente este pertenecía a Belial, lo mire de manera amenazante enviando mi aura a él tendría que cazarlo antes de que me causara problemas, pero él se desvaneció en la pared demasiado cobarde como para enfrentarme
La chica se veía confundida dejo salir un suspiro y se dirigió a mí.
— No sé lo que está pasando, pero comamos. — me ofreció un poco de pan.
— Vaya que comes de todo. — me dijo sonriendo un hoyuelo se marcó en su mejilla, era demasiado encantador y sin pensarlo lamí las puntas de sus dedos, su toque era embriagador y cada contacto me hacía desear más.
Pude notar un pequeño sonrojo, retiro su mano lentamente y después de eso no volvió a hablarme.
Me desvanecí sin que ella se diera cuenta tenía que deshacerme de ese illiums antes de que Belial lo llamara de regreso, no fue difícil encontrarlo el maldito estaba metido dentro de un cubículo en los baños.
— Vaya aquí estabas escondido como el cobarde que eres, a que se debe el interés por la chica. — le dije mientras lo tomaba de la cabeza, él se veía alterado y estaba a punto de desaparecer otra vez.
— Vamos, no seas tímido. — Le insistí
— Tú también estas tras ella, ella puede vernos. — me dijo con voz chillona estaba haciendo lo posible por soltarse.
— Cuando mi señor sepa que estas aquí te pudrirás en la mazmorra. — siseo.
Yo sonreí, se quería ver más valiente de lo que era.
— ¡¡¡Oh!!! ¿y quién se lo va a decir? ¿Tú? — sonreí
— Olvidas que también soy uno de los reyes del infierno. — le dije divertido, acaso no veía que no saldría vivo de aquí.
— No eres más que un traidor, suspirando por el amor de una ramera alada no mereces llamarte rey, mi señor acabara conti…— no lo deje terminar las llamas crepitaron de mis manos, de un momento a otro se volvió un puñado de cenizas.
— Debes hablarme con más respeto pequeño parasito. — dije apretando los dientes, nadie llamaba ramera a mi bella Hécate y sobrevivía.
Gracias a el había tardado más de lo esperado, pero trate de calmarme antes de ir con ella.
Regresé al salón, pero ella se había marchado empecé a buscarla por los alrededores, estaba molesto y mojado con esta maldita lluvia no me podía concentrar me transporté a su casa tampoco estaba aquí.
Corté mi dedo mientras dibuja la marca con forma de estrella de cinco picos en el suelo puse 5 gotas de sangre en cada punta y agregué una pequeña “J” dentro de ella.
— Kelpie no tengo todo el día, ven aquí. — ordene mientras caminaba.
No tardo en aparecer.
— Que sucede amo, luce enojado. — me dijo alcanzándome.
— No encuentro a la mocosa, búscala por los caminos que ocupa yo regresare a su escuela, encontré un esclavo de Belial y tengo la sensación de que no es el único que estaba tras ella. — dije con los dientes apretados, esto iba a ser un dolor de cabeza, ese maldito esclavo me había hecho enojar y ahora la mocosa no aparecía, tendría que hablar con ella para evitar que se fuera a su voluntad.
— Si amo, la buscare y no regresare hasta encontrarla. — contestó transformándose en un cuervo y elevándose al cielo.
Maldición ¿Dónde demonios se habían metido?
Estaba empezando a preocuparme, aparecí y desaparecí en cada salón y no había ni un rastro de ella, tendría que empezar a buscar en los almacenes y las salas de profesores, no estaba en los baños, en la biblioteca ni en la cafetería.
no había un alma aquí.
De pronto vi al chico de antes estaba corriendo, buscando en las aulas y la sala de profesores, aparecí a su lado se veía alterado.
— ¿Dónde estás Yuli? No debí terminar con Miranda. — ahora lo entendía
No solo debía protegerla de los illiums, arcángeles, Lucifer y Belial, también debía protegerla de sus cretinos compañeros, empecé a aparecer en los almacenes, este lugar era muy grande, por fin di con ella la forma en la que la encontré saco lo peor en mí.
Estaba en el suelo atada, su nariz estaba sangrando y había mechones de cabello esparcidos por el suelo, tenía un trapo atado a su boca, pequeños sollozos se escuchabas amortiguados por la tela.
Crash Crash
Crash Crash
No dejaban de golpear la puerta al otro lado, no podía escuchar lo que decían, mis ojos no podían dejar de ver el estado en el que se encontraba.
Su hermoso rostro estaba magullado y sus ojos grises se veían aterrados y sin vida, algo en mi interior se sintió amargo, la ira burbujeando subió por mi garganta no iba a permitir que nadie la lastimara, había evitado que un esclavo la molestara pero no el maltrato de unos simples humanos, me transforme en Alin el cachorro que la hacía sentir segura y los ataque, lo que quería era cortarles la garganta sin embargo temía asústala más de lo que ya estaba, mis ojos veían todo rojo no podía controlarme, desgarre unos cuantos tendones, me faltaban dos cuando sentí su mirada ella me veía asustada aun así me suplicaba con sus ojos que no siguiera.
Sus ojos me decían.
No los lastimes, detente por favor.
Lo miré desconcertado como podía mirarme de esa forma después de todo lo que le hicieron, no tuve tiempo de hacer otro movimiento alguien entro rápidamente azotando la puerta contra la pared.
— Por Dios, que estaban haciendo. — dijo un hombre mayor
— Ella nos atacó. — el chico rubio la señalaba.
Como se atrevía este pedazo de escoria no pude registrar lo que discutían, mi mirada estaba en la chica que miraba el suelo y recogía puñados de sus cabellos, se veía abatida y el dolor que se marcaba en sus bellas facciones me hizo querer terminar lo que había empezado.
Su pequeño pretendiente se acercó a ella y la saco poco a poco, pude ver el estremecimiento en ella lucia incomoda y pidió disculpas.
Esta chica tonta ¿Por qué se disculpaba? ¿por qué le decía que no era su culpa, acaso había algo que todavía no sabía? Le estaba sonriendo y lo miraba como su salvavidas.
Eso solo me hizo molestarme más, quería permanecer sereno, ¿pero no era yo quien debía recibir esa sonrisa?
Yo era quien la había salvado después de todo.
Los seguí, de pronto ella se detuvo y volteo para verme, por fin recordaba mi existencia su mirada era cautelosa.
Mantuve mi distancia, él la llevo a una clínica donde le curaron sus heridas y después el chico la metió a un auto para llevarla a su casa.
— Gracias por todo. — le dijo al chico
— Es lo menos que puedo hacer, todo esto es mi culpa. — el respondió.
La dejo en la puerta.
— No es tu culpa, yo puedo entrar sola. — dijo ella mientras con una mueca intentaba abrir la puerta.
— Está bien, este es mi número si necesitas algo llámame. — puso algo en su mano.
Entre detrás de ella, pude haber sido amable y cargarla a su habitación en lugar de verla forzase para subir los escalones, pero me sentía furioso.
La seguí esperando que no cayera por las escaleras, al llegar a su cama se acostó lagrimas empezaron a inundar sus ojos no hizo ni un ruido.
Subí a su cama ella era una criatura muy curiosa era como si le avergonzara que la viera llorar.
— Gracias por salvarme. — susurró, Dándome una pequeña sonrisa.
Mi pecho dio un brinco era como si yo hubiera anhelado su gratitud.
Escuchar esa pequeña frase me hizo sentir cálido.
— Perdón por tardar tanto. — me estremecí, era la primera vez que hablaba con ella.
Jamás me había disculpado y menos con un humano, sus ojos se estaban cerrando tome mi verdadera forma y coloque una mano en su frente mandándola en un sueño profundo mientras debatía si debía curar sus heridas y hablar con ella cuando despertara...
Comments (0)
See all