ARGUMENTO 2
CAPÍTULO 4 | DOLOR
“A pesar de haber dicho esas palabras, mi inquietud al caer la noche no me dejaba en paz, mientras estaba recostada intentando dormir, era un hecho que en alguna parte Juhan estaba con Yedaky. El imaginar que cualquier cosa pudiese suceder entre ellos me provocaba una enorme ansiedad”
Luego de pasar la noche en vela hasta caer rendida por el cansancio, me levanté alrededor de las 2 de la tarde. Al mirar el reloj, recordé de inmediato lo ocurrido con Juhan además del partido que Yedaky habría tenido esa mañana. Con prisa, tomé una ducha, me cambié de ropa, una camiseta gris, con pantalón de mezclilla y un chaleco negro. Salí corriendo hacia la escuela esperando encontrarla como todos los días después de clases.
La escuela ya estaba vacía, mi esperanza empezaba a apagarse mientras recorría los pasillos y observaba las aulas sin alumnos, bajando la mirada y sin detenerme seguí caminando hacía el campo de soccer, tras un profundo suspiro pensé en quedarme bajo el árbol para tranquilizarme y aceptar que probablemente la noche anterior Juhan y Yedaky habían concretado algo. Mis pensamientos fueron interrumpidos tras notar que alguien estaba sentado en mi sitio de descanso.
Frunciendo el ceño, apresuré mis pasos para acercarme, tenía toda la intención de reclamar mi lugar, estaba tan molesta que iba a utilizar esa excusa para desquitarme con quien estuviese estorbando en mi sitio favorito.
- ¡Oye! ¡¿Qué te sucede, por qué estás...?!- Hice una pausa y quité la expresión molesta de mi rostro. - ¿Yedaky? ¿Qué pasó? -
Yedaky estaba recargada en el árbol, llorando mientras veía su pierna envuelta en vendajes y yeso, junto a ella estaban unas muletas viejas que tras el incidente le habían prestado.
-Hola, Mila. Descuida, Estoy bien. – Me respondió con un tono de voz que apenas se escuchaba.
-No pregunté si estás bien, te he preguntado ¿Qué pasó? ¿Fue él? ¡¿Te hizo daño?! – Insistí con un tono de voz muy molesto.
-Ya no importa- Murmuró encogiendo la pierna que no estaba lastimada para recargarse y ocultar las lágrimas que recorrían sus mejillas.
Alterada por el enojo, estaba dispuesta a enfrentar a Juhan, le había advertido que no le perdonaría lastimar a Yedaky y no necesitaba más explicaciones, las lágrimas que estaba presenciando eran suficiente para ponerme realmente de mal humor.
-Ese maldito, me las va a pagar, ¡AHORA MISMO! –
-Espera, no vayas– Me detuvo extendiendo el brazo -Por favor, estuve esperando en este lugar para verte, quédate aquí conmigo. -
En ese momento lo más importante era confortarla, salir corriendo tras Juhan quizá era precisamente seguir su juego, al menos por esa ocasión lo dejaría pasar puesto que Yedaky me necesitaba. Tras un profundo suspiro y un trago de saliva, Reprimí todo mi enojo para mostrar una expresión más cálida.
Me senté a su lado. Estuvimos en silencio unos minutos, hasta que tomé la iniciativa.
-Me estuviste esperando… Mientras tú estabas en aprietos estuve holgazaneando en casa, perdóname por hacerte esperar tanto, voy a compensarte- Concluí poniéndome de pie. -Levántate, quiero que conozcas un lugar especial para mí– Le dije tomándola de la cintura, sirviendo como apoyo para que pudiera colocarse las muletas bajo los brazos y pudiera caminar a su ritmo.
“Yedaky es increíble, todo el camino se mostró seria y en aparente calma, aunque era imposible esconder que estaba conteniendo su llanto, le daba pena que yo viera sus lágrimas”.
Entramos al bosque y nos detuvimos en la entrada de la enorme casa, mi mansión. Era la primera vez que alguien además de mi tutor me visitaba. Sorprendida, Yedaky entró, su expresión de tristeza cambió a asombro pues la casa era algo que nunca había visto, al entrar, de inmediato se sentía un ambiente de calma y silencio, justo a la entrada estaba el lobby, una escalera y la vista a un enorme pasillo lleno de habitaciones, a la izquierda el gran salón, a la derecha una espaciosa habitación desordenada y un escritorio lleno de libros.
- ¿No tendrás problemas al traerme a tu casa sin avisar? - Me preguntó luego de notar que había entrado sin pedir permiso. Tus padres, ¿están trabajando? ¿De viaje? -
-No, no te preocupes por eso. – Respondí colocando su mochila junto a la pared. -Tanto mi padre como mi madre fallecieron hace mucho. Mi tutor no se encuentra, él no viene seguido a verme –.
Yedaky se disculpó por la pregunta, a lo que le insistí en que no había problema. No había olvidado el motivo de llevarla a mi mansión, quería darle un momento fuera de todo lo que le causaba estar triste, sin conocer realmente la causa, pensé que lo mejor era invitarla a tomar un té y permitirle descansar de lo que parecía haber sido un día complicado para ella.
El gran salón de la mansión era muy singular, en todo el sentido de la palabra, las paredes estaban repletas de libros, al centro estaba una mesa con una sola silla y algunos platos vacíos, frente a la chimenea había solamente un viejo y enorme sillón con una pequeña cajonera al lado, pegado a la pared un escritorio nuevamente con una sola silla y junto a la otra pared una cama individual plegable.
Sobre la chimenea yacía el retrato de un hombre vestido con corbata, parecía un empresario, un político quizá, luego de preguntar, le conté a Yedaky que esa era una pintura de mi abuelo.
El gran salón era algo así como un pequeño departamento para mí, pues era el único lugar de la casa que realmente estaba utilizando.
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