CAPITULO 1: UNA SEMANA ANTES
El barco estaba por partir. Sosteniendo la fotografía de su esposa, el teniente coronel Juan Saltari de la marina Argentina, se preparaba para partir a altamar.
De cabello negro, afeitado y vistiendo el uniforme blanco del ejército Argentino, Juan, seguía mirando la foto de su esposa, sabía que el barco partiría de un momento a otro; pero él deseaba poder tomar el teléfono y llamarla para decirle que él estaba bien, que todo se encontraba en orden y que los chicos lo acompañarían durante el trayecto. Mirando, con un autentico cariño, la fotografía, sus ojos se llenaron de lagrimas. La sonrisa de su esposa lo cautivaba mucho junto a su cabello rubio y ojos azules. Veronica Saltari era todo lo que importaba en el mundo de Juan, quizás más que la misma nación o el ejercito en sí.
Recordaba una vieja canción que solían entonar en la marina: “Primero la patria, después el deber, luego la música y las mujeres también”, era un estribillo divertido que solía cantar junto a sus amigos cada semana antes de conocer a Verónica. Sonrió al recordar la noche en que la conoció. Era una noche lluviosa, tanto él, como sus amigos, se habían refugiado en la taberna más cercana, cuando se adentraron le pidieron al mesero beber alguna cerveza u él les sirvió la marca estadounidense “Tabern”. Juan se molesto mucho por eso e hizo un lio debido a que no deseaba consumir bebidas importadas de Norteamérica, él quería algo de industria nacional. Eran tiempos difíciles en la Argentina en ese momento, el presidente Irigoyen gobernaba un país que vivía en constantes problemas, uno tras otro, y no faltaría mucho antes de que todos se hartaran de su inoperancia e ineptitud, solo era cuestión de tiempo para que lo sacaran de la Casa Rosada, fuese por el voto electoral … o no. En ese entonces aun era muy joven, muy entusiasta y un muchacho lleno de muchas ideas patrióticas que calentaban su sangre con pasión. Tras lograr, por medio de muchas quejas, que le sirvieran un poco de cerveza marca “Gaucho” Juan se divirtió junto sus amigos riéndose por los chistes que solían contarse entre ellos, solía pasarlo muy bien en aquel entonces con Simón, Pedro, Luis y Carlos. Mientras tomaban algo, las cortinas del escenario que había en ese bar se abrieron y, ante sus ojos, Juan vio a su hermosa esposa Verónica cantar con gran pasión mientras llevaba un hermoso vestido rojo que brillaba como el sol debido a sus lentejuelas. Aunque Juan siempre creyó que era por otro motivo, que ella deslumbraba porque él se estaba enamorando de Verónica. No paso mucho tiempo antes de que ambos se conocieran mejor, después del espectáculo, y, con el pasar del tiempo, Juan se casó con ella. Verónica era una pobre chica que no tenía a nadie en el mundo, por lo que Juan decidió que debía ser él quien la protegiera de ese mundo tan violento, tan terrible y tan oscuro.
Siendo lo único que Verónica tenía en el mundo, Juan se casó en el año de 1930, unos meses después vino el golpe de estado contra Irigoyen y tras su partida vino una época mucho peor que la que vivían. Ahora, Juan, miraba la foto de su esposa a quien más amaba y se preguntaba internamente que debía venir primero en realidad ¿Si el amor a una persona que lo necesitaba más que a nada en el mundo o… las ambiciones de otros que escudaban sus sucias intenciones bajo el nombre de patria?
Besando la fotografía, Juan, la guardo en el bolsillo siendo el retrato de lo único que importaba en su vida antes de ir a cumplir con su deber.
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