ARGUMENTO 2
CAPÍTULO 4.2 | SOLEDAD
“De alguna manera, quería acercarla a mí, no podía dejar que este escenario le recordara su pesar”.
Serví dos tazas de té. Nos sentamos en el único sofá de la sala compartiendo la pequeña mesa que estaba frente a la chimenea.
-Perdona que las cosas estén de esta forma, eres mi primera visita y esta casa no estaba preparada para tener más de un huésped-. Me disculpé intentando parecer educada. Ella no me respondió y permaneció mirando su reflejo en el té.
-Y bueno-. Di un pequeño sorbo al té y seguí hablando.
-Podrías contarme que fue lo que te sucedió en la pierna? -.
Yedaky bajó lentamente la taza y sin voltear a verme, empezó a llorar, mi reacción fue disculparme pues parece que había empeorado las cosas, a los pocos segundos, se tranquilizó un poco y por su cuenta comenzó a explicarme que las palabras que Juhan le dijo le tenían distraída y en consecuencia, no pudo evitar resultar lesionada en el partido que tuvo esa mañana.
Al terminar de hablar, giró hacia mí y me abrazó, a pesar de todo lo que me dijo sobre Juhan, por alguna razón, esta vez no pude molestarme, lo único que me importaba era averiguar una manera de hacerla sentir, aunque fuera un poco mejor.
De repente recordé algo, así que, sin consultarle, concentré todas mis fuerzas para levantarla y sostenerla en mis brazos, tenía una idea, así que no quería perder tiempo para que ella pudiera ver lo que estaba por mostrarle.
- ¿A dónde me llevas? – Me preguntó sosteniéndose de mi cuello.
-Está anocheciendo, es el momento perfecto para darte una sorpresa-
Le dije dirigiéndome a la puerta posterior de la casa.
Recorrimos el jardín, y nos alejamos hacía el pequeño risco donde terminaba el territorio de la mansión y comenzaba la playa. En ese risco mi familia había construido una cúpula de panel que en el interior tenía un telescopio.
- ¡Increíble! ¡Nunca imaginé que tenías algo así en tu casa! –. Exclamó Yedaky llena de emoción al entrar, rápido saltó de mis brazos e intentó subir las escaleras hacía la mira del telescopio. Me apresuré a subir con ella para servirle de apoyo mientras extendía los brazos y contemplaba el cielo.
Parecía que el mismo cielo me hacía caravanas, esa noche, las estrellas brillaron como nunca y nos regaló un hermoso espectáculo que nos hizo olvidarnos de todo por unos momentos. Yedaky no paraba de gritar: “Mira, esa estrella se llama de tal manera” ó “Esa estrella la vi en un libro que leí hace un tiempo”. Estaba muy feliz.
-Yedaky-. Dije tomando valor abrazándola por la espalda. – Gracias por hacerme compañía hoy – Dije casi tartamudeando. -No tienes idea, de cuanto odiaba estar sola, puedes venir cuando quieras, la puerta siempre está abierta ya que nadie se atreve a venir-. Concluí recargando mi frente en su hombro.
-Soy yo quien debería darte las gracias por todo, Miila–. Me respondió.
Luego de un breve silencio, su teléfono móvil sonó, rápido regresé a mi posición de apoyo para que pudiera responder. Era su abuelo, se encontraba muy molesto porque no había llegado a casa después de la escuela, ante la sorpresa, ella le dijo que justo se encontraba en camino de regreso, cosa que para nada era verdad y en su condición era imposible que llegara rápido.
Ya que al parecer su retraso había sido mi culpa, decidí llevarla de vuelta, aun cuando ella no accedió, era muy sencillo ignorar sus negativas, pues sólo tenía que alzarla y llevarla hacia la cochera, donde desempolvé mi auto.
Nuevamente Yedaky terminó asombrada, pues íbamos a abordar un auto deportivo de importación que recibí como obsequió de mi tutor cuando cumplí 16 años. Auto que por cierto no había sentido necesidad de usar pues la escuela y la playa me quedaban prácticamente cerca, sin embargo, esta parecía ser una situación que requería por fin sacarlo de la cochera.
La coloqué en el asiento del copiloto y subí sus cosas a la maletera, la ciudad es pequeña y por más lejos que se encuentren los sitios, en auto la distancia es relativamente corta, en el camino, conversamos un poco sobre temas poco importantes, cómo la manera en que aprendí a conducir por mi cuenta, para mantener las cosas un poco en calma ante la tensión que acababa de provocar la llamada de su abuelo.
-Oye, Yedaky-, Dije al colocarle de nuevo la muleta bajo el brazo cuando bajamos frente a la puerta de su casa. - ¿Te parece la idea de pasar por ti y traerte de vuelta de la escuela a partir de mañana? -.
- ¡Para nada, eso sería una gran molestia para ti, tú vives muy cerca de la escuela y no sería nada conveniente que atravesaras toda la ciudad para venir por mí! – Exclamó en respuesta -. Además, ya te he causado muchas molestias el día de hoy estando en tu casa toda la tarde-.
Me reí al verla tartamudear tanto.
- ¿Esta bien? - Pregunté nuevamente
-Si, nos vemos mañana-. Me dijo más tranquila.
Después de dejar a Yedaky en su casa, regresé a casa, cuando llegué, las luces estaban encendidas, que extraño, no lo esperaba. Al entrar, mi tutor me estaba esperando al lado del sofá del gran salón.
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