Los 3 infantes de la tripulación recibieron educación y entrenamiento por los siguientes meses, cada uno comenzaba a tomar características de su maestro.
Markus, visto siempre como un niño de carácter dócil, fue instruido por su padre, Pabión, quién cada día le mostraba como ser fuerte, desarrollar su musculatura, gran carácter y la presencia de un líder en su forma de actuar.
Todas las mañanas, Markus llevaba a cabo un fuerte entrenamiento físico, acompañado de lecciones de batalla y enfrentamientos con cada uno de los tripulantes, sin embargo, aún dentro de ese temperamento rudo que el niño comenzaba aparentar, se desarrollaba un conflicto que le exigía dejar de lado su lado emocional.
Miila, era la pequeña hija de todos los marineros, era tratada como una niña dulce y dócil en todo momento, caminando siempre de la mano de Dana, aprendiendo junto a ella cada uno de los remedios para tratar enfermedades y curar heridas.
Desde el inicio, la mujer hechicera vio esa magia interior en Miila, la cual desarrolló con un entrenamiento dulce que les fue uniendo como madre e hija, poco a poco, la menor abría más y más su corazón, consiguiendo aumentar sus habilidades mágicas y comenzaba a asomarse una sabiduría en el manejo de las plantas medicinales.
Aksa, la niña ruda y valiente de la tripulación, era temeraria e impulsiva, representando un reto para Karhú, quien solía controlar sus impulsos para mantener su mente en calma y conseguir un nivel de paz que le permitía ser frío en la batalla.
A través de imposiciones y un entrenamiento bastante estricto, el viejo samurái controló de a poco los impulsos de Aksa, empezando a forjar en ella una actitud más perceptiva.
Los niños crecían de a poco e iba siendo tiempo de permitirles participar en las actividades de la tripulación.
—Sal al bosque, necesitamos leña— Se escuchó a Pabión decirle a Markus, quien se preparaba para sus entrenamientos de costumbre.
—Pero, nunca he cortado leña— Se excusó como queriendo pasar de la responsabilidad.
Karhú escuchó la situación y sin moverse de su sitio de meditación, llamó a Aksa alzando la voz, haciendo que ella llegara pronto con su taza de té en las manos.
—Sal al bosque, necesitamos leña— Dijo repitiéndole la misma indicación que Pabión había hecho, haciendo que él y Markus voltearan a verlos.
—¡Volveré en un momento entonces, maestro! — Respondió ella, causando que Markus se pusiera de pie y la enfrentara a unos pasos.
—¡Oye! ¡Esa tarea me la pidió mi padre a mí! — Reclamó molesto haciendo que Aksa lo empujara para apartarlo del camino.
Nuevamente los niños comenzaron a pelear, en el momento que sacaron sus armas, Karhú le gritó a Aksa detenerse, haciendo que solamente Markus la atacara en varias ocasiones que ella intentó esquivar.
Impresionados, todos vieron como Aksa obedeció, sin golpear de vuelta a Markus, quien también recibió la orden de detenerse unos momentos después.
—¿Qué es este alboroto? ¿Vamos arribar aquí? — Interrumpió Dana pasando por en medio de la situación con Miila tomada de su mano —Este bosque es perfecto para recolectar plantas, descenderemos un momento, Pabión—.
—Ambos traerán leña, es una orden de su capitán— Exclamó Pabión tomando su hacha y colocándola en su espalda para acompañar a su esposa que se acercaba a la escalera para bajar del barco.
Karhú tomó un sorbo de su té y se quedó tranquilo, dándole libertad a Aksa de actuar a su modo, el silencio de su maestro era una señal de que todo estaba bien y ella podía tomar control de la situación.
—Veamos que puedes hacer entonces— Le dijo Markus bajando a prisa por la escalera, como demostrando su habilidad física.
Una parte de la tripulación descendió de la nave en pequeños grupos para explorar el bosque en busca de provisiones, Pabión estaba alerta, colocado en un área que el permitía ver lo que pasaba a su alrededor, actuando como un guardia protector para todos, manteniéndose principalmente cerca de su mujer y la pequeña Miila.
Pronto los marineros comenzaron a cortar algunos árboles, las armas de Markus y Aksa no eran adecuadas para la tarea.
—¡Vamos joven príncipe, a trabajar! — Le gritó uno de los corsarios lanzándole un hacha para luego lanzarle una a Aksa.
Imitando a los demás, torpemente lanzaron golpes a la madera, descubriendo lo duro que era la tarea y cuanto les exigía físicamente, a su vez, no querían que el otro notara su cansancio, así que ambos se mantuvieron firmes hasta el momento en que apareció Miila cargando una canasta.
La niña se había acercado antes a otros marineros, estaba entregándoles frutos de los que estaba cosechando.
—Toma, Markus— Le dijo entregándole unas bayas en las manos —Te ayudarán a sentirte mejor.
Cuando el joven apenas comenzaba a mostrarse emocionado por el acto de la niña, Miila tomó una baya y la puso en la boca de Aksa de forma juguetona, ocasionando que él niño se pusiera de mal humor.
—¿Qué tal está? ¿Te sientes cansada? — Le preguntó alegre Miila colocando la canasta de fruta en el suelo para tomar el hacha —¡Es pesada! ¡Eres bastante fuerte para utilizar esta arma tan grande! — Exclamó.
No pudiendo soportar la escena, Markus golpeó fuerte la madera.
—¡Yo también soy bastante fuerte! ¡Soy más fuerte que Aksa!— Alzó la voz buscando la atención de Miila, quien se había asustado y se había escondido detrás de Aksa.
—¡No me tengas miedo! ¡Por favor! — Se disculpó el niño intentando acercarse a Miila, pero ella seguía evitándolo.
—¡Miila, no interrumpas su entrenamiento! — Exclamó Dana llegando de pronto y alzándola para luego tomar la canasta. —Continúen, niños, deben conseguir lo que el capitán les ha pedido, les dejaré estas bayas por si tienen hambre— Concluyó dejando un puñado de frutas sobre unas hojas para irse con la niña en sus brazos.
Markus bajó la cabeza, como si estuviera a punto de llorar, respirando rápido para pasar su sentimiento tomó el hacha y siguió cortando la madera con toda su fuerza.
—Te odio, Aksa, de verdad quiero que desaparezcas— Murmuró en medio de su enojo.
Comments (0)
See all