Carlos y Hana acompañan al padre del chico hasta su casa, sacan algunas tablas del suelo y había un pequeño túnel que llevaba hasta un lugar con comida, agua y medicinas. Meten a los niños allí y a todo menor que viviera en el cerro, pero mientras lo hacían, se escuchaban disparos. Habían llegado. Los habitantes del lugar pelean con todo lo que tienen, lanzan las botellas de alcohol con fuego, colocan en las esquinas tarros con clavos dentro
listos para explotar y lanzan rocas de todo tamaño.
La guerra había empezado. El tiempo se terminaba. Con cada militar que derribaban, agarraban sus armas y municiones y contraatacaban. Ambos bandos estaban perdiendo a decenas, pero ningún se rendía, la masacre continuaba, los gritos de muerte no paraban, el aire se sentía pesando.
En menos de un día, la guerra se convirtió en una guerra de desgaste, nadie estaba ganando ni avanzando, solo perdiendo. Esta situación no agradó a muchos que estaban con el pequeño ejército. Eran los sujetos especiales, dedicados a provocar el peor caos posible, eran a prueba de balas y venían del mismo lugar que Hana.
Estos sujetos entran al campo de batalla y golpean a todos matándolos de un solo golpe. El ejército se puso detrás de ellos, disparaban sin problemas al tener a esos sujetos cubriéndolos, la situación estaba empeorando y perdían más rápido de lo que creían, aun así, tenían su plan secreto, del lado derecho estaban esperando ocultos a que la mayor cantidad de enemigos subiera la colina sumergida en agua, al enemigo se le dificultaba moverse, pero seguía sin mucha resistencia, pero no sabían lo que les esperaba, cuando gran parte del ejército terminó se subir, un sujeto conecta un cable al tomacorrientes y coloca el extremo del cable al agua. Todos comenzaron a convulsionarse, gritaban, vomitaban, el dolor era inmenso y empezaron a caer al suelo uno por uno hasta que no quedó nadie de pie.
El hombre que los electrocutó observa a su alrededor, nadie se aproximaba y nadie estaba vivo. Sale y va a ayudar al resto en la lucha. La balanza ahora estaba pareja, pero lejos de haber un ganador.
Los sujetos a prueba de balas continúan avanzando, Hana no soportaba ver como masacraban a gente inocente, no lo iba a permitir, sale a enfrentarse a los sujetos especiales y al tenerlos enfrente, les lanza una lagrima explosiva. Destruyó casi cien metros de distancia con la explosión. Estaban impactados, nadie sabía que había pasado, uno un largo silencio, pero en medio de ese momento, le polvo y los escombros se asentaban en el suelo y cuando todo era visible de nuevo, los sujetos especiales estaban de pie sin heridas serias, solo algunos rasguños en brazos y piernas, aunque su ropa se había desintegrado por la explosión. Ellos avanzan sin complicaciones y Hana no tenía otra opción más que alejarse y mantener a esos sujetos lejos de los ciudadanos del cerro.
Carlos se encontraba a unos 50 metros de distancia del lugar donde se ocultaban los niños, él era la última línea de defensa para los niños; cientos de cadáveres se encontraban frente a Carlos, tanto aliados como enemigos, sin importar quien quedara de pie, no se podría decir que hubo un ganador. Era una escena terrible, cuerpo decapitados, entrañas expuestas, extremidades cortadas, ríos de sangres llenos en todas direcciones. Algo inolvidable, él luchaba contra todo aquel que intentara pasarlo, no permitiría que se acercaran a los niños.
El muchacho estaba perdiendo la compostura, nunca había visto una escena tan horrorosa como lo que tenía enfrente, solo la idea de tener que proteger a esos niños lo mantenía de pie, sin eso, él ya habría caído. Pero mientras más tiempo observaba y pelea, peor era su condición, necesitaba que alguien lo ayude, necesitaba a Hana a su lado.
Hana se encontraba oculta detrás de una pequeña casa de madera, era de los pocos sectores que no sufrieron muchos daños, mantiene sus movimientos sigilosos, intenta rodear la casa para que no la encuentren, y al pasar ellos de largo, saca una lagrima de su bolsillo y la lanza contra ellos, la explosión sacudió la tierra y Carlos entró en pánico y dio un grito que casi le destruye la garganta, cae al suelo y se queda ahí temblando sin percatarse de lo que sucede a su alrededor.
Hana nota que aún seguían de pie los sujetos especiales, pero tenían serias heridas, aun así, seguían movilizándose hacia ella. Se aterra pensando que lograría capturar y llevarla de nuevo al laboratorio para torturarla, no quería eso, no pudo pensar en otra cosa y cae sobre sus rodias mirando al suelo. Tenía miedo, no quería volver.
Rodean a Hana, ella intenta levantarse, pero el cansancio la invade impidiéndole lograr ponerse de pie. Se acercan a ella; de lejos se escucha un grito que se hacía más fuerte y cercano a cada segundo, era el padre de los niños, lanza algunas botellas de alcohol con fuego sobre ellos y mientras están ocupados intentando apagar el fuego, aprovecha para salvar a Hana.
Intentan alcanzar a Hana, pero el fuego les impedía avanzar y respirar. El señor llega a Hana sobre su espalda hasta una casa de dos pisos, al entrar van a la cocina que se encontraba al fondo y bajo la alfombra, había una entrada subterránea, entran y la lleva hasta donde se ocultaban los niños. Hana logra recuperar la compostura y come una manzana que uno de los niños le ofrece.
La situación en el exterior estaba empeorando, un último, pero pequeño grupo militar estaba entrando al cerro, los ciudadanos estaban llenos de heridas, y muchos habían caído, algunos de los que sobrevivieron cuelgan sobre sus espaldas grandes cantidades de botellas de alcohol y se lanzan contra el enemigo y se hacen explotar. Otros lanzaban piedras y utilizaban las armas que tenían.
Al tiempo que está atacando el nuevo grupo militar, uno de los sujetos especiales encuentra a Carlos tirado en el suelo, reconoce que era su objetivo y lo sujeta de una pierna y se lo lleva arrastrando. Un ciudadano, amigo del chico, ve lo sucedido, sabía que no era oponente para el sujeto, entra a una de las entradas subterráneas e informa lo sucedido, Hana también lo oye y se apresura a levantarse, pero no estaba en las mejores condiciones, aun asi, no iba a permitir que se llevaran a su amigo.
Sale y la batalla y la masacre continuaban, avanza junto con el señor que le dio alojamiento y otros cinco, detienen a todo aquel que se interponía en su camino, avanzan tan rápido como pueden, lograr visibilizar a Carlos, pero tendrían que pasar en medio de decenas de soldados. Agarrar armas y disparan contra el enemigo, van por las casas intentando acercarse más a Carlos, pero en todos lados encontraban a un enemigo. Harta de la situación, saca una pequeña lagrima con electricidad y la lanza sobre el enemigo, cuando todos caen al suelo, ella y los otros se apresuran antes de que el enemigo se recupere.
Pero fue tarde, los rodean otra vez y las balas volaban por todas direcciones, el tiempo se acababa, los niños peligraban, los ciudadanos estaban siendo masacrados, necesitaban un milagro, algo que los sacara de esa situación tan desagradable.
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