LA VIDA PUEDE DARTE O QUITARTE A VOLUNTAD.
El canto de un ruiseñor se escuchaba en el alba,
Su canto acariciaba el atardecer de aquel lugar,
el río que pasaba cerca de aquellas veredas
no apagó las llamas que consumían todo al perecer.
P. F. CANYUL
— Te dije que no te fueras y me mentiste, es bueno que yo siga aquí si no mi amo me castigaría. — me dijo mientras se sentaba a mi lado, lo mire con angustia y luego mire a mis compañeros él me entendió.
— No te preocupes kelpie ya los curó, así que tendrás que darme golosinas más tarde. — sus ojos brillaban con anticipación
Suspire aliviada y sonreí un poco, de pronto alguien se aclaró la garganta, noté que varios pares de ojos me miraban fijamente incluyendo a mi padre.
— Esto es gracioso para usted señorita Duvaine. — dispuso el director con molestia en su voz.
— Le dije que esta chica es un peligro para los demás. — una señora dio un paso hacia el director.
— No debimos hacer esta junta, los oficiales están afuera para que arresten a esta chica sin más preguntas.
Me dirigí al director lo más valiente que pude.
— Yo no hice nada, ¿puedo dar mi versión antes de ser arrojada a la policía? — dije mientras me miraba los zapatos, por la mirada de todos podía ver que eso quieren, encerrarme como si fuera una criminal..
— Yo estaba a punto de ir a casa cuando mis compañeros me atacaron, ellos me cargaron y me llevaron hasta el almacén de utilería. — Mi voz sonaba calmada, pero revivir el recuerdo me hizo temblar, crucé mis brazos tratando de borrar la sensación de ser bombardeada por todas las emociones y pensamientos de los demás.
— Prosigue. — Mi padre puso una mano en mi hombro y me miró con dulzura.
Él me creía y estaba molesto por el maltrato que había sufrido.
— Cuando lograron meterme al almacén, empezaron a golpearme y cortar mi cabello, no sé cuánto tiempo pasó, pero Eduardo fue quien vino por mí y me defendió, él me llevó al médico donde curaron mis heridas. — dije con la voz ahogada, Eduardo sacó unos papeles y se los entregó al director.
El director no se veía impresionado y cuando hablo dijo.
— Dices que te golpearon, pero no veo ni un rasguño en ti, tu misma pudiste cortar tu cabello y culparlos, además aquí están ellos con sus lesiones ¿dónde están las tuyas? — me miró retándome a contradecir lo que decía.
— Yo…— bajé la mirada a mis pies. ¿cómo iba a explicar esto?
Ni yo entendía del todo.
— señorita Duvaine usted misma pudo ir y comprar a un médico para que hiciera un informe falso, cortar su cabello y convencer a otro alumno para continuar con sus mentiras. —
— Está ofendiendo a mi hija. — dijo mi padre con los dientes apretados.
— Yo no hice nada de eso. — dije, mi voz apenas era audible.
— Usted pudo hacer lo mismo y culpar a la señorita. — dijo el abogado dando un paso adelante.
— Sabe que el señor Duvaine es un rico empresario, pudo reunir a unos padres de familia para hacer este circo y ganarse unos cuantos millones. —
— Como se atreve a insinuar algo tan ridículo. — grito el director con la cara roja.
— Quiero ver las heridas que supuestamente mi hija les hizo a estos chicos. — dijo mi padre acercándose a Joshua.
— No le permito que toque a mi hijo, yo vi sus heridas y él no está mintiendo. — dijo su padre saltando delante mostrándose muy valiente, él trabajaba con mi padre.
— Que las vea si esa es la manera de convencerlos, doctor necesito que quite las vendas. — ordenó el director confiado.
Yo trague, esperaba que el cachorro no me defraudara o esto sería el final para mis días en la preparatoria.
Todos los ojos estaban puestos en Joshua y el médico que quitaba las vendas de su brazo.
El jadeo del médico hizo que el director se pusiera de pie.
— ¿Qué pasa? — dijo acercándose al chico.
— No es posible yo no sé cómo ocurrió esto, le juro que los revise y las heridas estaban ahí. — balbuceo el médico viéndose pálido.
Todos miramos la venda en el suelo y el brazo de Joshua no había ni una marca en él, estaba completamente sano.
El abogado sacó su celular y tomó unas cuantas fotos.
El médico rápidamente se dirigió a Miranda y Clarissa el resultado era el mismo, ni una marca o lesión se encontraba ahí.
El director se puso blanco al notar que todo esto se iba a ir en su contra.
— COMO DEMONIOS SUCEDIÓ ESTO. — grito levantando al chico y palpando su brazo.
Miranda, Clarissa y Joshua se veían pálidos y miraban con miedo en mi dirección.
— Les juro que ella los cortó con una navaja. — dijo Alfonso quien se veía confundido.
Tomas que había estado callado se acercó al director y dijo.
— Nosotros la atacamos por órdenes de Alfonso y Miranda, ella no nos atacó. — sollozo mientras se dirigía a mi padre.
— Juro que yo no toque a su hija señor, la cargue hasta el almacén, pero no la golpee, por favor deje que me vaya. — dijo Tomas asustado
— Si la llevaste a ese lugar habrá consecuencias para ti también. — dijo mi padre molesto.
Todos miraron a mi padre con temor, pero fue el director quien se dirigió a él con una mirada más suave.
— Son cosas de adolescentes, no veo la razón para hacer esto más grande, está claro que estos chicos tienen algunos problemas, yo personalmente les daré un castigo a cada uno de ellos. — dijo mirando a su hijo de manera hostil.
— Usted cree que voy a dejar pasar esto después de las amenazas y la manera que le han hablado a mi hija, cree que soy estúpido he notado moretones y contusiones en mi hija me mantuve al marguen para no presionarla, pero no voy a dejar que esto se repita otra vez ya que veo que a usted no le interesa proteger a una alumna que está siendo acosada por los demás. —
— Yulianne sal y espérame afuera. — me dijo mi padre al notar mi mirada.
Él no me ignoraba, había notado mis moretones y su preocupación por mí hizo que mi corazón saltara de alegría.
Asentí y salí de la dirección.
Todo esto no iba a terminar bien para las personas que se encontraban dentro, me dirigí al aula de arte con el cachorro siguiendo mis pasos, le tenía que agradecer por todo lo que había hecho por mí.
—Gracias por todo, siento que desde que estás conmigo todo ha mejorado. — mire al cachorro que estaba sentado a mi lado.
había agarrado unos caramelos antes de salir de casa, saque uno y le quite la envoltura, se lo ofrecí.
— ¿Ya no te duele el pecho? Me dijiste que si no los curaba te enfermarás. — me contestó.
— Ya no me duele nada, gracias por curarme. — Mi corazón brincaba como loco, me sentía muy feliz, él me había salvado.
— ¿Te gustan los caramelos? — pregunte
— Me gusta la comida humana, en el infierno no existen manjares tan deliciosos. — me dijo mientras masticaba el dulce.
Me estremecí al escuchar la palabra infierno, todavía no me quedaba claro de dónde había salido.
Un cuervo se paró en la ventana.
— Veo que te has vuelto parlanchín kelpie. — gruñó el cuervo que se metía al salón.
El cachorro se encogió asustado tratando de volverse más pequeño, su reacción me hizo sentir molesta, no pensé en el cuervo que estaba hablando ni siquiera me pregunté si los animales me podían hablar y hasta ahora no lo había notado, un repentino sentimiento protector me hizo agarrar al cachorro y ponerlo entre mis piernas.
— Vete no dejaré que lo lastimes. — quería sonar más valiente de lo que me sentía, ahí estaba esa energía que me estremecía.
El cuervo observó con molestia al cachorro que estaba en mis piernas, sus ojos azules llamaron mi atención.
El cachorro saltó de mis piernas y se inclinó hacia el cuervo.
— La humana no dejaba de hablarme amo y kelpie la cuido muy bien, me prometió que si curaba a los humanos que usted lastimó ella no se enfermaría. — el cachorro se veía extasiado como si esperara un cumplido por el buen trabajo que había hecho.
Era algo cómico y raro.
¿Los perros podían hacer reverencias?
Yo estaba despierta o esto era una pesadilla. ¿acaso me habían golpeado la cabeza de tal manera que alucinaba?
— ¿Curar a los humanos? — podía jurar que el cuervo fruncía el ceño, esto era muy bizarro.
Un aleteo me hizo levantar la cabeza.
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