Capítulo Primero: Manifiesto.
2. Versión Draconiana: Consumidos en Dualidad.
El bien y el mal, ¿Hasta dónde es posible diferenciar entre estas dos posturas reducidas de la realidad? Hay quienes quieren hacernos creer que todo se basa en la eterna disputa entre lo santificado y lo espantosamente abominable, como si del blanco y el negro se tratase. Pero he visto y comprobado que el mundo se parece más bien, a una amalgama de diferentes colores, con tonalidades diferentes que van desde el oscuro ecléctico al brillante y resplandeciente, sin indicar, claro está, que por ser oscuro es malo.
En aquella época, año 1219, trabajé al servicio de Redhorn. Yo, dirigía las tropas del Tercer Ejercito de la Unión Granheim.
Mientras mis colegas comandantes avanzaban hacia la capital, mi camino se dirigió a Templaria donde reduje a los últimos lideres Potentados que resistían. “No teman hermanos priores”, fueron las palabras que me encomendaron. Al igual que la mayoría de los habitantes de Granheim, mi vida fue forjada entre eventos que me llevaron a luchar por una imperativa necesidad: el derecho a vivir en paz. Y estos sucesos están íntimamente ligados a lo que ocurre actualmente.
Es innegable que muchos toman otras decisiones durante la guerra. Redhorn, sin embargo, nos instó a poner fin rápidamente a los conflictos, pues amigos y enemigos, nacimos envueltos en ella. Y si no hacíamos nada, seguiríamos quemando vidas enteras en el abismo de la destrucción.
¿Era una herejía? No, en absoluto. En esta isla del sur, (llamada Granheim) ocurrió algo caprichoso en el año 1218 del calendario potentado. Nos elevamos sobre las cumbres de las majestuosas Montañas del Atrium, el corazón mismo de Granheim. Nuestras milicias atravesaron esas cordilleras, dirigidos por mi maestro Magnet Baldovo, el comandante de los ejércitos del Dragón Rojo.
En lo alto de las cumbres borrascosas, en el año 1218 del omnipotente, entablamos combates y estábamos al borde de la derrota ante uno de los príncipes del Sacro Reino de Granheim, Tyrant Allianze, conocido entonces como el Imbatible azote de Dios. La mayoría de nuestras tropas había caído en la refriega. En ese momento crítico, mi comandante, Magnet Baldovo me agarró del brazo y nos escondió bajo una inmensa cueva bajo el hielo antes de un asalto celestial.
Los bombardeos celestiales, realizados por los ángeles al servicio de los Potentados, eran peligrosos y por ello nos resguardamos bajo tierra. Allí, mi comandante Baldov me reveló que había encontrado a Redhorn en el Dominio Mar-Mortem. Me contó que renace con cada estallido de guerra porque ella es la guardiana de la tierra. Es un espíritu que emerge ante cada derramamiento de sangre inocente, buscando justicia y paz.
Al inicio, creí que era solo un relato para animarme moralmente, una de esas historias que se tejen para afrontar los momentos más oscuros. Sin embargo, un agudo silbido, como un trueno que amenazaba con hacer estallar mis oídos, se oyó. El cielo crujió y frente a nosotros emergió ella: Redhorn.
Ella desvaneció a los ángeles que nos masacraban con furia divina. Pero el príncipe Tyrant Allianze sostenía una roca que contenía a su famoso Querubín, su arma principal en las más difíciles contiendas.
Mientras tanto, Redhorn, que era el poder mismo, esperó a que los priores de Tyrant Allianze convocaran al Querubín. Nuestra salvadora surcaba los cielos con una energía que hacía que todos los guerreros potentados huyeran.
Cuando al fin fue convocado el Querubín, aquel que era considerado el ángel más poderoso de los potentados, sintió temor. Fue entonces cuando Redhorn les reveló su máxima potencia y una luz cubrió los ojos de los combatientes.
Una vez recobramos la vista, aquel Querubín que antes ostentaba tanto poderío, volvió a ser una joven asustadiza. En un segundo, todas esas décadas de servicio fueron anuladas por Redhorn y esa chica ahora era libre de seguir sus propios pensamientos.

Comments (0)
See all