Crónica Primera: Manifiesto.
3. Versión de Magnet Baldovo: Una Chica llamada…
En el Año 1214 del calendario potentado, el teniente coronel que comandaba el batallón “cazadores de maldad”, el buen señor, Sir Goethe Greyskies, avanzaba entre la frontera de la Pentápolis Baldova, y el Dominio Mar-Mortem. Este joven, de la familia de poderes sacerdotales, tenía la misión de aplastar mi primera revuelta.
Yo, Magnet Baldovo nací y crecí en el dominio de las ciudades de las llanuras semiáridas del norte, que era conocido como la Pentápolis Baldova. Mientras, el Dominio Mar-Mortem separaba las montañas y tierras altas del Sacro Reino de Granheim de las tierras bajas donde vivían los reinos paganos.
Ambos dominios, al lado noreste de la Gran Isla del Sur habían jurado lealtad al “El Sacro Reino de Granheim” y por cien años le fueron fieles siervos.
El teniente Coronel, Sir Goethe Greyskies, era una joven promesa del reino. Él, aunque joven, había ido a pacificar mi revuelta en la Pentápolis Baldova con total devoción.
Mi revuelta, en realidad fue una rebelión generalizada. La había empezado en la pequeña población portuaria de “Baldov”, donde muchos paganos se cansaron del régimen de los Potentados por culpa de los impuestos. Este puerto, estaba bajo un régimen de altos impuestos para favorecer el atraque de los buques al lado potentado de la isla, específicamente en la ciudad portuaria de “Bayport”, que era la segunda ciudad en importancia para el Sacro Reino.
Hay que tener en cuenta que el norte y este de la gran isla cuenta con unas costas escarpadas con múltiples y barrancos que dificultan la existencia de puertos importantes, siendo únicamente Baldov la única competencia de Bayport (El Sacro Reino de Granheim) en ese tiempo.
La noticia se extendió por toda la isla: Un señor Baldovo había expulsado a los dorados de su tierra, a finales del año 1213.
Tenía 28 años entonces. Aunque yo era de mediana de estatura, tenía una complexión bastante robusta. Esos meses en las filas rebeldes me hicieron perder las ganas de afeitarme la barba o los cabellos, los cuales estaban bastante largos. Mi piel llevaba la marca de las zonas costeras paganas que abundaban en esa parte de la isla. Confieso que en ese tiempo había sido un estudioso de las artes mágicas de mis ancestros, pero también estudié la anatomía y ciencias naturales con las que abandoné las prácticas fantásticas y avancé hacia el dominio de la razón en la energía vital.
Por el contrario, el teniente coronel Goethe Greyskies, de 21 años, venía de una de las familias más poderosas de todo el Sacro Reino. Él tenía unos ojos tan azules como las playas de Bayport, sus cabellos eran dorados como el sol. Una armadura dorada protegía su cuerpo y había sido especialmente bendecida por el Gran Prior del reino. El caballo que montaba era uno de los más veloces de toda la isla, su espada ya empezaba a conocerse como una de las más poderosas del segundo ejercito real y por eso levantaba envidias respecto a sus cualidades y origen, así como también la admiración de muchos más.
Como una muestra acrecentada de su valía y capacidad, el teniente coronel venció mi rebelión en el año 1214 y me llevó prisionero para rendir cuentas ante las autoridades reales de Holyfort.
Holyfort, es la ciudad que daba entrada al Sacro Reino de Granheim desde el norte. Para llegar hasta allí, el teniente coronel debe salir de los dominios del norte y finalmente atravesar el rio de Holy River.
Durante el camino no pararon de tratarme como un obsceno, libidinoso. Sigo creyendo que sacar a un hombre ebrio de su cama y apartarle del deleite de sus mujeres debería ser un delito con pena capital y así se lo hice saber a todos los del batallón “cazadores de maldad”. Esto causó un conflicto con el prior de combate, Elohí Amber, el hijo de un prominente mercader de Holyfort.
Para los Potentados no estaba bien visto tener varias parejas sexuales, como era mi caso. Generalmente, los creyentes se casaban y convivían con la misma mujer el resto de su vida, al menos en su vida pública. Aunque había muchos nacidos de la carne o bastardos que generalmente no heredaban apellidos. Lo mismo pasaba con los mestizos nacidos de los conquistadores y los nativos de la isla.
Mientras el prior de combate me amonestaba, el teniente coronel se acercó a una pequeña cascada. El joven observaba el rocío fresco caer sobre el pequeño arroyuelo donde bebían los soldados, caballos y prisioneros. Él se maravillaba al ver lo limpia, clara y cristalina que era el agua.
El joven guerrero potentado, intentó tocar el agua con sus manos cuando escuchó ligeros chapoteos. Al incorporarse hacia atrás, una chica de unos 16 años de edad le miraba con unos ojos a punto de llorar. El teniente coronel se sobresaltó brevemente, pero quedó encantado con los exquisitos rasgos de la joven. Sobresalían unos ojos de un hermoso color dorado, (tal vez los ojos más lindos que había visto en toda Granheim), así como una piel ligeramente canela y unos cabellos, bastante claros que parecían rosa frente a la luz. Ella estaba finísimamente vestida de lino y lo que parecían ser las botas de una armadura dorada con una especie de rubíes incrustados como escamas. Esas eran piedras preciosísimas y muy valiosas en estas latitudes.
Ninguno de nosotros habíamos visto a alguien así jamás. Era esa chica. Una chica llamada a este mundo.

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