Una semana después de lo sucedido en el cerro, en nueva york, en una recepción lujosa de gran espacio y decorados llamativos, se encontraba tártaro, quien estaba disfrutando de la fiesta mientras olvidaba momentáneamente sus negocios. Saluda a todo el mundo, aunque no conociera a algunos. En aquel lugar, solo se encontraban criminales de todo tipo, bajo la fachada de ser una gala cualquiera. Una de las mujeres se acerca a tártaro.
— señor, cuanto tiempo sin verlo, es un placer tenerlo con nosotros. — extiende su mano para ser besada
— Es un gusto —. le besa la mano. — ya era hora de verlos de vez en cuando, no quería perderme este momento donde veo a tantos conocidos de los negocios. Dígame ¿Cómo va su negocio de importación y exportación?
— ¡ay! Terrible últimamente, la policía y aduanas han empezado a usar el cerebro, nos han confiscado varios cargamentos ¡lo que nos costó conseguirlo sin problemas!
— Es una pena escucharlo, pero estoy seguro que se podrá resolver y encontrar una forma de que no se entrometan las autoridades.
— No es un problema imposible de resolver, pero lleva tiempo y dinero, más los trámites necesarios, me provocará dolor de cabeza.
— En este mundo nuestro podemos hacer lo que sea, ellos solo son un obstáculo pequeño, no deje que esas circunstancias la agobien.
— Lo haría, pero han sido demasiadas confiscaciones. Vendiendo lo que tengo ahora podré mantener estable las finanzas, dígame, ¿lo le interesaría tener más mano de obra?
— Desgraciadamente tendré que decir que no, tengo lo necesario y más.
— Vender a esos extranjeros traídos de áfrica del norte a pequeños mercaderes que necesiten ayuda con transporte puede ser una solución.
— No se precipite, hay organizaciones que están al tanto de la venta de personas, si se descuida será atrapada o su negocio caerá.
— Tengo mucho trabajo, señor, fue agradable verlo, si me disculpa, intentaré vender a otros invitados.
Tártaro continúa caminando a los alrededores de la gala, observa cómo todos ríen, se saludan, hacen negocios, coquetean, se van a otras habitaciones, incluso observa la gran cantidad de seguridad y cámara que tiene el lugar, pero estaba seguro de que estaban apagas.
Se topa con un viejo amigo de negocios y lo saluda.
— ¡tártaro! ¿disfrutas de la fiesta? Porque yo sí.
— Se siente raro estar aquí, se siente pacífico y en mi negocio tener paz en casi imposible.
— Tienes que aprender a relajarte mejor, como yo, a pesar que el FBI, la interpol, los rusos y chinos me están buscando, siempre encuentro la manera de relajarme un poco. Aprovecha estos momentos para calma tu cuerpo y mente, sonríe más, convive, acuéstate con una chica o dos o tres, tú decide, pero no desaproveches esta fiesta.
— Realmente te encanta dar sermones a otros. Hago lo mejor que puedo, pero no prometo que saldré de aquí relajado.
— Con que logres divertirte un poco, será suficiente.
— ¿Qué tal tu negocio? ¿ha crecido?
— ¡ahí vas de nuevo! No han pasado ni 5 minutos y ya hablas de trabajo. Eres todo un caso. Bueno, te cuento, abrí 15 nuevos prostíbulos en Brasil y hoy estoy celebrando que al fin pude colocar uno aquí en nueva york y está creciendo, pero se llena tanto que necesito más espacio y personas. Pero va en crecimiento, mi amigo.
— Si necesitas personas, puedes hablar con la mujer de allá.
— ¿Cuál?
— La que está en la esquina derecha de la pesa de postres, la del vestido rojo largo. Ella está vendiendo gente, puede que tenga lo que necesitas.
— Gracias, iré ahora mismo, no te vayas sin haberte divertido.
Se despide y habla con la mujer, pero tártaro estaba algo lejos como para escuchar lo que se decían. Mientras camina, ve a un hombre de unos 80 años, en una silla eléctrica de ruedas, observando algo y se le acerca hasta tenerlo enfrente.
— ¿desea un poco de compañía.
— No me importa, pero, por favor, ¿podrías moverte un poco hacia mi izquierda?
— ¡claro! ¿Qué es lo que está viendo?
— ¿no lo notas? A esas bellas jóvenes mujeres que tienen sus vestidos por arriba de las rodillas y ajustados. ¡ahg! Si tan solo fuera 50 años más joven. Ya no tengo la misma vigorosidad de antes.
— Es una pena
— Joven, no me malentienda. Puedo estar viejo, pero eso no significa que no me divierta. Todas las noches duermo con diferentes mujeres y a veces duermo con muchas para hacer una orgía, pero no lo puedo disfrutar de la misma forma que lo hacía hace tanto.
— Lo entiendo. ¿ha intentado tomar medicamentos para mantener el vigor durante la acción?
— ¿Qué? hay de esos?
— Si, lo último en medicina para personas con problemas de erección o que les cuesta excitarse. Se sentiría joven de nuevo.
— Ja ja ja ja ja, ¿Por qué nadie me habló de eso antes?
— Tal vez les preocupaba su salud. Tomar esos medicamentos le puede ayudar, pero son fuertes y están hecho para personas más jóvenes que usted. Sin ofender.
— Descuida, no me ofendo. Pero ya estoy viejo, si me muero, prefiero morirse estando penetrando a varias mujeres y en medio de una orgía. Así es la forma en que me gustaría irme.
— Excelente elección. Por si le interesa, tengo un amigo que tiene locales donde puede estar con cualquier mujer, por si le interesa.
— A mi siempre me traen mujeres, no puedo moverme a otras partes, pero si tu amigo hace envíos, podría considerarlo.
— Aquí tiene su tarjeta para que pueda contactarlo, le avisaré de su condición de enviarlas.
— Gracias. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
— Tártaro, señor.
— ¿tártaro? Ja ja ja, peculiar nombre, me agradas.
Tártaro se aleja y al voltear el rostro, ve al anciano acercarse a las mujeres jóvenes. Toma su celular y le envía a su amigo un mensaje explicando la situación. Da una vuelta más por el lugar y siente que alguien lo observa, eso lo inquieta un poco y se reúne donde hay más gente para evitar ser atacado con facilidad e ir a la salida de emergencia. Se mueve con agilidad y rapidez, pero es alcanzado por una mano, reacciona e intenta doblar aquella mano, pero se percata que era una mujer, alta, cabello largo y sedoso, rostro seductor, vestido morado ajustado en las caderas.
— ¿me soltarás o quieres que haya murmullos sobre porque le estas doblando el brazo a una mujer?
— No me interesa lo que otros piensen, si alguien me persigue, lo asesino sin importar el lugar.
— No puedes ni aceptar una broma. — con una expresión de disgusto.
— Ya sabes que no me gustan estas bromas.
— ¿sentiste mi presencia?
— Parecía una presencia asesina
— ¡interesante! No era mi intensión.
— ¿Qué deseas?
— Hacer negocios, como siempre
— ¿Qué tipo de negocios?
— Necesito armas y financiamiento para provocar una pequeña guerra ¿Qué te parece el trato?
— ¿yo que gano con esto?
— Hay muchos que esperan esta guerra, me pagarán una vez que la guerra empiece. Cien millones por cada uno de ellos. Te daré el 15%. Así recuperas la inversión y más.
— ¿con que propósito es esta guerra? No entraré en esto sin conocer ciertos detalles.
— Obtener el poder. Solo eso diré.
— ¡entiendo!
— ¿y?
— Dame hasta mañana para pensarlo mejor.
La chica se acerca a tártaro, coloca una mano sobre la mejilla de él y sus rostros se juntan, le habla con una voz seductora.
— ¿Cuándo te he defraudado con los negocios? Siempre cumplo con mis promesas.
— Puedes apartarte un poco
— ¡no! ¿Por qué?
— Podría perder el control y lastimarte
— Lastímame todo lo que quieras, cariño
Un mensaje le llega interrumpiendo el momento, al verlo, se altera un poco, pero intenta mantener la compostura. Había rumores sobre quien podría haber sido el causante de la explosión en aquel cerro hace una semana, todos en aquella gala sabían que tártaro estaba haciendo experimento, pero no sabían de qué tipo y comenzaron a murmurar sobre que tal vez él fue el causante. Su trabajo sobre darle habilidades especiales a las personas estaba en riesgo de ser descubierto si más información se llegara a filtrar en el mundo criminal.
Pero solo eran sospechas, no había algún tipo de prueba que lo demostrara, pero todos esos rumores se equivocaban en la parte en la que creen que él fue el causante de la explosión. Para él, la chica que hizo explotar el cerro era un producto defectuoso que está comprometiendo todo su trabajo mientras más expone sus habilidades especiales.
Muchos en aquella gala no se atrevían a preguntarle de frente sobre el incidente, lo conocían y sabían lo peligroso que es y cuan influyente es. Pero, aun así, se lograba escuchar los pequeños murmullos donde mencionaban el cerro, eso inquietaba a tártaro. La chica que estaba con él no nota y sujeta su mano.
Se calma, pero en eso, unas personas que no lo conocían, se acercan y le preguntan sobre el incidente, él evita el tema alejándose de ellos; las personas alrededor de aquellos que preguntaron, los reprenden por no saber con quién se estaban metiendo.
Estaban en el pasillo, tártaro intenta mantener el control respirando hondo, la chica le habla para calmarlo lo cual funciona y le sujeta el brazo lo cual también funcionó ya que se calmó por completo. Mientras van caminando, se topan con una chica joven con grandes senos y trasero, estaba un poco ebria, pero esta chica se acerca a tártaro y le da un beso en la mejilla y con una mano le roza la entrepierna. Tártaro le pregunta se le gustaría acostarse con él, a lo que ella responde que sí. La otra chica se apena un poco, pero tártaro le sostiene la mano y le dice que también lo acompañe en la cama.
En el departamento de tártaro los tres estás sin ropa, acariciándose, besándose, jugando con las partes íntimas entre ellos. Son penetradas por él ya sea de forma individual o al mismo tiempo, ambas chicas estaban tan excitadas que también comienzan a besarse y tocarse entre ellas, tártaro no paraba de introducir su miembro viril en ellas y estuvieron haciendo un trio durante toda la noche hasta el amanecer.
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