Linda estaba escuchando un tema de los Monkees por la radio, era una canción pegadiza y agradable, por suerte. Mientras veía el camino por la ventanilla de la van, pensaba en como poder abortar sin que su futuro marido sospechase nada.
Un muchacho de tez oscura con un peinado afro y unos anteojos de marco negro grueso conducía la van con una sonrisa de alegría al saber que su amigo de la infancia se iba a casar.
- Amigo, te tengo que felicitar por esta hazaña que estás haciendo en este mismo momento- lo felicitó Alex, el amigo de la infancia de Karl
- Gracias Alex- le agradeció Karl- no puedo esperar el momento en que me case con ella en Las Vegas en una de esas famosas capillas/casinos
- ¡Karl!- le regañó Jennifer sorprendida e indignada por lo que estaba oyendo- quizás Linda quiera casarse en una capilla común y corriente como lo suelen hacer todas las mujeres
- Olvídalo Jennifer- le respondió Linda con una sonrisa divertida- no quiero mucho escándalo para mi boda ni que mi padre lo descubra todavía
- Como quieras amiga, es tu boda- le respondió Jennifer con un suspiro de resignación
Mirando la ventana de la van, Jennifer, se cruzó de brazos mientras su rostro mostraba una expresión de enojo. Siendo una muchacha de veinte años con el cabello negro cortado a la taza, llevando unos anteojos negros de marco grueso como los de Alex, ella era la lista de ese equipo.
Aquellos amigos de toda la vida se veían como si fuesen la versión realista de esas pandillas de dibujos animados, como “Josie y las Gati Melodicas” o “La pandilla del misterio de Scooby Doo”. Solo que en este capítulo “Fred” se tiró a “Dafne” bien duro después de una descontrolada fiesta con las “Scooby Galletas” y ahora ambos debían casarse en una capilla/casino en la ciudad de Las Vegas para que la audiencia no pensara mal de sus personajes favoritos.
Aunque solo faltaban en esta personificación bizarra de la caricatura un monstruo, un miedoso pelirrojo con claras tendencias a fumar marihuana y un perro parlante con más pelotas que el león miedoso del “Mago de Oz”.
Tristemente quedarían pendientes el miedoso drogadicto y su compañero canino.
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