Llegó el día de la coronación y George y Isa me perseguían por todo el castillo para vestirme “cómo una reina”, pero yo era más rápida.
Xxxx— ¿Por qué te escondes? –
— Hola rey tormenta, me quieren vestir cómo “una reina”. –
Rt — Es lo normal. –
— No quiero. –
Isa — Ha-di-a-sama. –
— Ya voy. –
Fui obligada a ponerme muchos vestidos, pero al final me negué y usé la ropa con la que me desperté bajo el árbol.
Isa — Eres muy cabeza dura, los vestidos que elegimos eran mejor opción. –
— No me gustan esos vestidos son muy ostentosos. –
Rt — Eres una reina puedes permitirte vestir cómo una. –
— Mi vestimenta está bien. –
RR — Venga dejenla estar, si se siente más cómoda con esa vestimenta, nadie debería opinar. –
L — Hadia-sama se ve hermosa incluso con un tapa rabos. –
Li — Hermana no acoses sexualmente a las personas. –
L — Solo digo la verdad. –
Me miro con cara de follame y todas las chicas la miraron de manera extraña.
— Venga Liss y Lilith, todos por favor acompañenme ya va a inicial. –
Todos fuimos al salón del trono, luego ellos se quedaron en el balcón y yo fui a darle un discurso al pueblo.
— Sé que vuestro anterior rey los tenía oprimidos, les robo, mató a muchos de vuestros seres queridos, pero yo no seré esa clase de gobernante, os prometo que mientras yo sea reina, viviréis seguros y tranquilos y que no os robaran lo vuestro, aplastare a cualquier nación que os haga daño, habrá justicia para todos y todos vivieremos en igualdad de condiciones, cada quien tendrá derecho a lo que trabaje con sus manos. –
Seguí hablando un rato más y le comunique al pueblo los cambios que se harán en la nación y el nuevo sistema de gobierno, no sé si me escucharon pero todos estaban muy contentos, mandé a todos a sacar mesas en la calle principal y se les puso un banquete en esas mesas para qué todos celebremos este día.
Vi a la Yusha y a su esposa pero no me acerqué.
V — ¿No saludas a tu novia? –
— No es mi novia. –
V — Pero si tu dices algo, ella abandona a su esposa por ti en este mismo instante. –
— ¿Qué narices te pasa? –
V — Nada, solo... –
— ¿Qué? –
V — Elegiste a Isa. –
— ¿Estás celosa porqué tu hermana reinará antes que tú? –
V — No, ella te tendrá a ti y yo te quiero a ti. –
Había olvidado que me propuso matrimonio.
— Solo es algo formal, ya sabes yo la puse en esta situación lo normal seria que pasase lo obvio. –
V — Me da igual. –
— Pues entonces no hay nada de qué hablar, si me disculpa. –
V — Si, su majestad*. –
Busqué a Isabella y al rey Reynolds para pedirle la mano de su hija.
RR — ¿De qué quieren hablar? –
— Bueno, es qué usted sabe qué yo decidí poner a Isa de gobernante de este país. –
RR — Si. –
— Pero ella no puede hacerlo sola, así qué... Tenemos que casarnos, ella si quiere luego puede romper el casamiento... –
Isa — No lo haré, está bien para mi. –
RR — Ya la escuchaste. –
— Entonces, ¿cuál es el procedimiento oficial de pedida de mano, debo hacer algo en especial? –
RR — Tu no tienes que hacer nada, sólo cuidar de ella. –
— ¿Si? –
RR — Y tener un heredero con ella para qué no se sienta sola. –
— Pero somos mujeres. –
RR — Yo soy hijo de dos mujeres, no veo el problema. –
Había olvidado ese detalle.
— Entonces habrá que hacer los prepativos. –
RR — Los del compromiso, luego la boda, luego me hacéis abuelo, se lo iré a contar a mi esposa. –
Se fue rápidamente dejándonos solas.
— Parece muy emocionado. –
Isa — Lo está, ¿Estás en malos términos con la yusha? –
— No, qué yo sepa. –
Isa — No habéis hablado, ni siquiera un saludo. –
— No sé qué le pasa, no parece que quiera hablar conmigo, pensé qué eramos amigas. –
Isa — Parecía estar muy unida a ti. –
— Tal vez debería hablar con ella. –
Isa — Deberías*. –
Me acerqué a dónde estaba la yusha.
— Buenas tardes, ¿Cómo están? –
Lu — Buenas tardes su majestad. –
Ir — Buenas tardes. –
— ¿A dónde miras? Estoy por acá, deberías mirarme al hablar conmigo. –
Ir — Si lo siento. –
Me miraba de manera, ¿triste? No sé qué le pasa.
— Felicidades por vuestro matrimonio. –
Lu — Gracias su majestad*. –
La tonta Yusha solo bajo la cabeza, así que la obligué a mirarme y sin qué nadie se lo esperase apartó mi mano bruscamente.
Por suerte nadie se percató o fingieron no hacerlo, la reina Lilith se acerco furiosa y la detuve.
— Espera Lilith, no pasa nada es mi culpa. –
L — No voy a tolerar eso una segunda vez. –
— Gracias Lilith pero no hace falta, hablemos, no sé porqué te comportas de esa manera. –
Ir — No te incumbe, tu haz lo qué hacías y dejame en paz. –
Lu — ¡No puedes hablarle así a la reina de un país! ¿Has perdido la cabeza? –
— Eres una cabeza dura, ni siquiera sé qué hice para que me trates así, hablemos. –
Ir — Si eso hace qué me dejes en paz, por mi bien*. –
Fuimos a un balcón a hablar.
— Dime qué te pasa.–
Ir — Estoy en un mundo que no es el mio, tuve qué casarme con alguien a quien no amo, tuve que asumir un rol qué no es mio y a parte la única persona que me entiende o mejor dicho que debería entenderme no lo hace, hace lo que quiere y yo no puedo hacer lo mismo, estoy frustrada, tu no me entiendes, no sabes nada. –
— Tienes razón no lo sé, no sé nada, estoy intentando adaptarme, esta es mi realidad, intento llevarla lo mejor que puedo, tú también puedes hacer lo que quieras, no sé por qué estás enojada exactamente. –
Ir — ¡Tú no lo recuerdas pero yo si! Estoy enfadada por qué no importa cuantas vidas viva nunca puedo llegar a ti. –
—¿Qué estás diciendo, me conocias antes? –
Ir — Si, si te conocía, en esa maldita oficina que abandonaste para cumplir tu sueño de ser escritora, ¡dijiste que te mantendrías en contacto pero...! Luego morí. –
Las dos nos quedamos en silencio, yo la miraba intentando procesar lo qué me decía.
— ¿Por qué no lo dijiste antes? –
Ir — No lo recordaba, lo recordé hace poco, eso me hizo sentir enojada conmigo misma. –
— Yo sigo sin recordar cómo morí, ¿Cuál era tu puesto? –
Ir — Trabajaba en el equipo de programación, básicamente tu arreglabas mis errores. –
— ¡La pequeña cosita abrazable! Eras super tierna, fuiste a la única que echaba de menos cuando me fui, dejé de recibir tus llamadas y contacté a la empresa pero nadie quiso decirme nada. –
Ir — Ah perdona, abandoné la empresa por otra que pagaba mejor, meses después morí. –
— Solo teníamos que hablar, estabas muy irritada, pero veo qué estás mejor. –
Ir — Si, lo siento, fui una tonta. –
— No vuelvas a hacerlo los reencarnados debemos apoyarnos. –
Ir — ¿Contra el muro? –
— No. –
Ir — ¿Contra el sofá?–
— No, me alegra ver que estás muy animada. –
Ir — Todo gracias a ti, mi diosa. –
— ¿Volvemos? –
Ir — Vamos. –
Ella sonrió y fuimos a seguir con la fiesta.
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