--- ¿Cómo prefieres que te llamen?, ¿Joshua o…?--- la profesora Lennox revisó el nombre recién impreso en la lista de asistencia que había recogido en la dirección antes de ingresar al salón.--- ¿André?
---…Joshua está bien…--- contestó el muchacho al frente del grupo.
El efecto que hizo su voz contra la espesa afonía del aula fue tal, que a Lizzie le sobresaltó. Era una voz clara pero suave, no muy grave ni aguda. Sonaba a Londres.
Kate volteó a ver a Naomi, y esta a su vez a Abi. Se veían emocionadas, y rápidamente quisieron trasmitir su complicidad hacia Elizabeth con unas sonrisas muy raras.
--- ¿Qué?...---preguntó esta, sintiéndose incomoda hacia las penetrantes miradas.
Naomi resopló con tedio y Abi se sonrió con incredulidad.
--- ¡Está guapo!--- rio, otorgándole a Lizzie un apretón en la mano.
--- Muy... --susurró Naomi sin despegar la mirada de enfrente.
---Si…--- exhaló Kate con admiración.
--- ¿Con que traicionando a Zac?--- le bromeo la rubia con una risilla tonta.
La respuesta desaprobatoria de Kate no se hizo esperar, y el peinado de Naomi se vio en apuros cuando trató de esquivar el frágil y tintineante manotazo.
Lizzie volvió a voltear entonces, y evaluó con más detalle al nuevo alumno.
Era alto, incluso más que William, (quien hasta el momento, había sido el más alto del salón), pero, a diferencia de él, el nuevo chico no tenía el cuerpo fornido de un atleta. Era más delgado, y elegante. Llevaba la mochila negra colgada de un solo hombro y su atuendo era muy común: una chaqueta al estilo militar muy desgastada, de color azul, encima de una camisa de rayas grises y azules y un par de jeans azul claro. Sin embargo, daba la impresión de estar usando ropa cara.
Lizzie reparó en su quijada, pulidamente marcada y su mentón. También en su nariz afilada. Luego en la prominente manzana de Adán en el cuello. Tenía el cabello color castaño dorado y lo llevaba un poco alborotado, como si alguien le hubiera frotado la cabeza con ahínco, y en su rostro, se podía apreciar algo de tensión.
Parecía como si Elizabeth estuviera viendo venir a la vida a una de las ilustraciones del libro de cuentos que leía cuando era niña.
---Muy bien, Joshua, yo soy la profesora Lennox, tu profesora de Arte y Literatura. Te doy la bienvenida, y espero que puedas sentirte a gusto en compañía de todos nosotros muy pronto; ¿Por qué no tomas asiento?, creo que han puesto un nuevo escritorio al final de la tercera hilera. Ese será tu lugar.
El muchacho asintió con amable timidez hacia la maestra, y entonces se dispuso a avanzar al fondo del salón.
Sus pisadas resonaron a cada paso que daba, hasta que el silencio se rompió.
--- ¡Gracias al cielo!--- pensó Elizabeth, a quien la incomodidad por la que seguramente estaba pasando el chico la angustiaba. Zac había hecho un comentario jocoso sobre el perspicaz mutismo que reinaba, y ahora todos reían con ganas. Hasta la profesora Lennox dejo que su fresca sonrisa le inundara el rostro.
Lizzie bajo la mirada para comprobar que la maleta de Naomi no le fuera de estorbo al nuevo chico y entonces reparó en las puntas blancas del calzado del muchacho.
La risa se le esfumó de la cara, y el recuerdo de hojas doradas, manzanas y saltos a través del follaje del bosquecito le tintaron la memoria. Volteó con presteza hacia arriba cuando el pasaba por su lado, y sus miradas se encontraron.
Fue algo así como un guiño, pues ambos voltearon la vista con brusquedad hacia otro sitio, pero ella pudo verlo: el brillo en los grandes ojos color zafiro del chico que indicaba que la había reconocido.
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