En el cerro, una semana después de los acontecimientos, las cosas comenzaron a estabilizarse poco a poco y la comunidad que vivía ahí era más unida que antes, pero no todo era tranquilidad, todavía estaban enterrando a amigos, familiares, conocidos, desconocidos; trabajaban día y noche buscando a las personas fallecidas en el combate.
Hana y Carlos no huyeron, decidieron quedarse y ayudar en la reconstrucción de las casas, tiendas, y demás sitios que necesitaran ser reparados o reconstruidos, Carlos pensaba durante el día en formas en las que pudiera hacerse más fuerte y no tener que depender de Hana en todo momento, Hana pensaba en maneras de poder controlar mejor el poder que tenía, pero era difícil saber qué opción le ayudaría porque no tenía donde poder practicar. Si lo hacía, asustaría a todos los afectados.
La comunidad no estuvo sola durante toda esa semana, equipos de búsqueda, noticieros ayudaban en la búsqueda de personas y mostraban al mundo lo que sucedió y que podría volver a suceder si no están preparados. La noticia recorrió el mundo, ahora era más difícil para tártaro el poder ocultar la existencia de personas con poderes inimaginables, su negocio y tratos podrían salir afectados.
Los días pasan y el cerro está volviendo a tomar forma de un pequeño pueblo, aunque no pudieron hacer nada con el enorme hueco que había dejado la explosión, la vida volvía a tomar ritmo, muchas personas recuperaron sus hogares, el comercio volvió a fluir de a poco, pero algo más estaba pasando, algo que podría afectar a la comunidad nuevamente.
Hana y Carlos estaban en la casa, del hombre con dos hijos, que les ayudó y les ayudaban a estudiar a los pequeños. Todos los días, los vecinos y personas cercanas, visitaban a los dos, agradeciéndoles por salvarlos, ellos aceptaban los agradecimientos y todos reían y comían juntos, pero más allá, había un grupo de personas que nos les agradaba la idea de que ellos dos siguieran en el pueblo, los culpaban de ser los responsables de que muchos murieran y que sus hogares hayan sido destruidos. El coraje, la ira abundaba en ese grupo, pero Hana y Carlos no tenían ni idea de estos sentimientos y de lo que vendría.
Cierto día, mientras Carlos y Hana estaban ayudando a arar la tierra para sembrar verduras, las personas que odiaban la idea de que ellos dos continuaran viviendo allí se reunieron con las personas que estaban agradecidas con ellos dos.
— Ellos trajeron desgracia a nuestra comunidad, vivíamos pacíficamente hasta que ellos apareciendo. — gritaba a todo pulmón uno del grupo que se oponía a que ellos dos se quedaran más tiempo.
— Lo que vivimos quedará grabado en nuestras memorias y quedará escrito, salimos afectados, perdimos mucho, no esperábamos una gran guerra, no podemos permitir que lo que sucedió nos trague por completo, debemos dar vuelta a la página y seguir… — es interrumpido.
— ¿seguir? Cómo vamos a seguir? Nuestras familias murieron enfrente nuestro, pelearon una batalla que no les correspondía, ¿Qué ganamos con esta batalla? nada, si ellos no estuvieran, seguiríamos con nuestras vidas felices.
— No fueron los únicos que perdieron a personas que amaban, yo también perdí amigos, familia, conocidos, vi morir a niños pequeños frente a mí. Sé cómo se sienten, pero de qué sirve ir en contra de ellos dos, ¿ese enojo revivirá a sus seres queridos? ¿creen que se sentirán mejor luego de que ellos se vayan? ¡díganme! No nos quedemos en el pasado, pensemos en lo que podemos hacer ahora y cómo hacerles tener un buen futuro a los niños que sobrevivieron y vivieron tal atrocidad. ¿Qué ganan esos pequeños con su enojo? — argumentó pasivamente uno de las personas que apoyaba a los dos
— Puede que tengas razón, el dolor que sentimos es compartido, pero los hechos son hechos, no habría muertos si nunca hubieran llegado, todos vivieron que tristeza, tal vez lo superemos algún día, pero no tendríamos que pensar en eso ni en cómo hacerle tener a los niños un buen futuro si los responsables no hubieran llegado, perdí a mi hijo y a mi esposa, ¿Por qué? por una batalla porque no nos correspondía. Luchamos lado a lado, pero era porque no había opción, o moríamos o sobrevivíamos, además, luego de ver el tamaño de ese ejército, era difícil saber si al menos uno lograría vivir. No somos soldados, ni guerreros ni personas que puedan combatir y aun así peleamos y aunque el mundo diga que nosotros somos los ganadores, nosotros no nos sentimos así.
— Puede que no haya sucedido nada si no hubieran venido, de hecho, es muy probable que nada se eso hubiera sucedido.
— ¿ven? ¡tengo razón!
— No tan rápido, déjame terminar. díganme, ¿alguno de ustedes puede ver el futuro?
Todos se observan preguntándose qué trata de decir.
— ¿alguien? Ninguno
— Ve al punto
— El punto es que solo buscamos a un culpable. Vienen y dicen que sin ellos la batalla nunca hubiera sucedido, pero ningún supo lo que vendría, ningún vio el futuro, nosotros los consideramos como viajeros al igual que los cientos de personas que nos han visitado antes, y el hecho de que se hayan quedado por tanto tiempo, nos dice que creían que estarían a salvo y que podrían vivir una vida tranquila, ni ustedes ni nosotros, ni siquiera ellos dos sabían que una batalla se estaba aproximando y apuesto a que no era intensión de ellos involucrarnos en sus problemas. Lucharon hasta el final al igual que nosotros.
El grupo que se oponía que ellos se quedaran están en silencio por unos segundos, pero uno reacciona.
— Es el recuerdo.
— ¿Qué? dice uno del otro grupo
— Es recuerdo. Eso es lo que dije. Perdí a mi madre que no tenía fuerzas para caminar, peor huir, perdí mi casa e hijos, el ver a esos dos solo me provoca recordar lo que perdí y los sentimientos que esas pérdidas provocó.
Nadie dijo nada, ningún bando, ningún integrante, solo hubo un largo silencio y de a poco se fueron retirando.
A la mañana siguiente cuando Hana y Carlos fueron a ayudar en las plantaciones, muchas de las personas ahí presentes los miraban enojados, como si no quisieran que ayudaran en el lugar, ambos decidieron ignorar el asunto y continuaron trabajando como lo habían hecho antes, pero el trabajo era más que antes, les decían que sembraran, cosecharan, alimentaran a los animales, que lavaran la ropa, y muchas otras tareas; llegaron a cansarse mucho, pensaron que por todo el trabajo de una semana, se había acumulado la ropa y la gente estaría exhausta.
Al siguiente día vivieron lo mismo, y al día siguiente a ese, y así hasta cumplir una semana.
No sabían que las discusiones internas del pueblo se habían intensificado, los odiaban más cada día, el trabajo los agotaba mucho hasta que la persona que les daba hospedaje les preguntó la razón de la cual últimamente están muy cansados, le cuentan su versión y él entiende que fue a propósito.
En la siguiente reunión confrontó directamente a todos los que se oponían a que ellos se quedaran reprochándoles sobre el trabajo forzado, ellos se justificaban con comentarios como que estaban cansados, que ellos eran jóvenes. La ira incrementaba, pero notaron que un pequeño grupo no se presentó a la reunión.
Hana y Carlos estaban jugando con los hijos del hombre que les daba hospedaje, reían, saltaban, hacían bromas; todo era oscuro afuera, así que no podían ver si había alguien acercándose. A unas dos calles de distancia, se acercaba un grupo de 13 personas, se movían en silencio con armas en mano como machetes, cuchillos y todo tipo de arma que cortara, pero Hana logra sentirlos, no sabía exactamente qué pasaba afuera, pero la intensión de querer asesinar la podía sentir en el aire; le sugiere a Carlos que lleve a los niños a un cuarto seguro de la casa, se mueven rápido y apagan la luz y tener cierta ventaja. Los niños se encontraban en un pequeño sótano que el padre construyó en caso de otro ataque.
Al asomarse a la ventana, ve al grupo; va la cocina y toma un sartén y un cuchillo, Carlos va a ayudarla a combatir, se ocultan tras los muebles y esperan en silencio.
Abren la puerta con cuidado sin hacer ruido, entran uno por uno, Hana y Carlos deciden atacar primero antes de que pudieran reaccionar, luchan mano a mano con todos ellos, a algunos les logran quitar las armas y con ellas mismas los lastiman. Carlos empuja a tantos como puede hacia afuera, Hana intenta lo mismo; los niños ya no corrían peligro ahora que estaban afuera, podían luchar sin problemas.
Carlos sujeta con fuerza el machete que tiene en la mano y mucha contra seis y Hana, con su gran fuerza, pelea con los restantes. A pesar de ser más, no lograban vencerlos como esperaban, ambos eran fuertes, en eso, Hana lanza hacia el cielo una lágrima explosiva que alerta a todos en el lugar y corren a averiguar qué sucede, pero antes de que explotara la lágrima, ya habían derrotado a la mayoría. Cuando llegó el señor que les daba hospedaje junto con el resto de la comunidad, vieron la escena de muchos hombres tirados en el suelo con armas en mano.
Pide una explicación a los dos y cuentan lo sucedido, entonces el señor toma un machete y va hasta el líder de los que quieren que Hana y Carlos se marcharan y lo ataca en el rostro dejándole una gran herida, algunos piden una explicación y éste dice que enviaron un grupo de gente a su casa, donde estaban sus dos pequeños hijos y que pudieron salir heridos por enviar a personas a intentar matar a ellos dos.
Una lucha comienza y todos se atacan entre sí, intentando matarse, las mujeres supieron del incidente y que a pesar de las diferencias de los grupos, no iban a permitir tal actitud de poner a niños en riesgo, las mujeres de ambos bandos se unen y detienen la pelea sujetando a sus maridos, hermanos, suegros, amigos y demás. Expresan su descontento con las acciones que han tomado ambos lados y que no quieren que eso se vuelva a repetir y que las reuniones como esa ya no se les permitirá realizarlas nuevamente.
Algunos protestan, pero la mayoría se quedó callado y volvieron a sus casas. Hana y Carlos se disculpan con el hombre y le agradecen por darle un lugar donde poder estar y vivir pacíficamente por un tiempo. El hombre intenta convencerlos de que se queden hasta resolver el asunto, ellos le dicen que vieron y escucharon la pelea y que no era buena idea seguir en el lugar.
El hombre desea que ellos se queden, pero también entiende las consecuencias que producirían si ellos continuaran ahí. No quiera aceptar la realidad, queria ser un poco egoísta y suplicarles que se queden, pero calló y aceptó las palabras de ambos. Les agradece por todo y por cuidar a sus hijos.
Hana y Carlos se van del pueblo mientras todos están durmiendo, se mueven en sigilo y al estar un poco lejos del lugar, dan media vuelta, observan con detenimiento el pueblo, sonríen y continúan su camino.
Comments (0)
See all