¿Qué era lo correcto para hacer a continuación?... ¿saludarse?, ¿pedir disculpas?... ¿reír?... ¿gritar?, lo más importante, ¿Quién tomaría el primer paso para actuar?
Joshua fue el que decidió, y, carraspeando con la garganta, rompió con la afonía que casi parecía un encantamiento, acto del que se arrepintió al instante, cuando notó con remordimiento como la chica daba un respingo y retrocedía con frenesí.
--- ¡No, no!…espera… --- rogó, sacando las manos de los bolsillos para gesticular con ellas una mímica de mansedumbre--- Espera…no corras.--- agregó con tono tranquilizante, pues sintió como si estuviera interactuando con un animalillo asustado.
Elizabeth no pudo evitar ponerse roja de vergüenza. ¡Le estaba pidiendo que no corriera! … era tan bochornoso que causaba angustia, sentimiento que no dudó en demostrar escondiendo el rostro detrás del cuerpo de su violín color caramelo.
--- ¡Aaaay!, ¡lo siento tanto!--- soltó, siendo apenas consiente de cómo le fallaba la voz por la emoción --- no debí haber huido…--- dijo, con intenciones de aceptar su ofensa---…ni hacer que corrieras de esa forma… ---agregó después, sintiendo como las mejillas se le iban poniendo calientes por la vergüenza.---Te juro que quise saludarte y pedirte disculpas desde antes… peronovolvíasyyopenséqueyanoregresarías,peroentoncesaparecisteenelsalóndelaescuelaynocreíquefuerastuperosifuisteymevoltesateaveryentonceslosupeymediotantavergüenzaqueyanopudeiradecirtenaday…
Joshua hizo un esfuerzo por descifrar lo que emitía la voz de la muchacha, pero hablaba muy rápido, y con la caja sonora del violín como impedimento, resultó imposible entenderle. Parecía estar hablando en otro idioma.
---Espera…no… no te entiendo…
Lizzie detuvo su balbuceo y recriminó al instante. Siempre le pasaba lo mismo; cuando se ponía nerviosa o enojaba demasiado, comenzaba a hablar con una voz demasiado aguda y acelerada. Soltó un largo suspiro, que, amplificándose con ayuda de la sonoridad del cuerpo de madera hueca del violín, llenó todo el ambiente.
---Si…---contestó, volviendo a hablar cristiano--- Lo siento…
Un curioso sonido, como el de un resoplido mezclado con risa llegó hasta los oídos de la chica, la cual, al bajar el instrumento y asomar la mirada por una de las escotaduras se encontró con la expresión en el rostro de su nuevo compañero de escuela que la observaba con una mezcla de diversión, pena y ternura.
---Lo siento.---dijo, notándose avergonzado---Lo siento… no debí reírme. Lo que pasa es que…---se detuvo para escoger sus palabras---Eres peculiar…
Lizzie curvó el entrecejo, escondiendo aún la mitad de su rostro detrás de su instrumento.
--- ¿Peculiar?... ¿en qué manera?... cuestionó, notándose con algo menos de timidez en su forma de hablar.
Ahora las cejas de Joshua fueron las que se mostraron contrariaras sobre su frente; volvió a cavilar su respuesta.
---Pues… en la manera de que eres…
--- ¿Rara?--- volvió a inquirir la muchacha, expresando preocupación en la mirada.
--- ¡No!---se apresuró a refutar el chico--- No, no…rara es malo…peculiar es más como…
--- ¿Diferente?
--- ¡No normal!---exclamó Joshua, chasqueando los dedos, tan contento de haber dado con el adjetivo correcto que por poco y comete la tontería de reírse de nuevo.
Elizabeth bajo los brazos y el violín, dejando a la vista una expresión de estupefacción que le hizo a Joshua borrar la tenue sonrisa que se le había formado en la cara.
--- No, no, no… ¿qué digo?...esto... ammm… a lo que me refiero es que eres extraña porque tocas mientras bailas y, hablas muy rápido y…ya no sé que estoy diciendo…
Angustiado, el chico pasó la mano por el cabello y cubrió los ojos al mismo tiempo en que dejaba escapar un suspiro mucho más sonoro que el que la muchacha había entonado momento atrás.
Al privarse de la vista por momentos, el efecto que causó el sonido de la risa de ella al llegar hasta sus oídos fue tal que se descubrió sintiendo sorpresa de nuevo. Aquella tarde, parecía ser la emoción que le tocaba experimentar por default.
Lizzie siguió riendo, y lo hizo con ganas, tanto, que incluso empezó a lagrimear.
---Lo siento…---resolló, pasándose el índice por debajo de los ojos para secárselos, y volvió a reír un poco más.
Joshua estaba más que confuso; sin embargo, algo de la risa de Elizabeth se le contagió a él también.
Al verlo sonreír, Lizzie se sintió tan aliviada. Había estado realmente preocupada por como reaccionaria el chico al encontrarse con ella, imaginando que recibiría un trato hosco y lleno de ofensa, pero ahora que lo tenía en frente, el chico sonreía junto con ella, y no había proclamado reclamo alguno.
“Tal vez…”pensó ella… “No todas las personas vivan buscando ofenderse”…
--- ¿Cuál era la pieza que interpretabas? No logré reconocerla.--- preguntó Joshua, una vez que terminaron de reírse.
--- ¡Oh!...ammm… era “Eilidh´se Forlic” de Alasdair Fraser… un violinista de música celta…---le contestó Lizzie, refrescada por la buena gimnasia que le había ocasionado el carcajearse.
---Oh ya veo…no la conocía. Es muy bonita.--- dijo él con genuinidad.
---Si…bueno, a mí me gusta…y puedo tocarla…entonces…
---Te gusta más.
Lizzie sonrió divertida. La afirmación del muchacho era bastante acertada.
---Si así es.
---A mi me sucede lo mismo. Si toco algo que me sale bien, me gusta, y si me gusta, me es más fácil tocarlo.
--- ¿Verdad que sí?... pensé que solo yo lo sentía. ¡Vaya revelación!--- expresó contenta la muchacha. Parecía que en serio había encontrado algo fantástico en lo cual pensar. ---Ojalá me pasara lo mismo con lo que, se supone, debería estar estudiando…---comenzó a enunciar conforme se acercaba hasta donde había dejado el estuche y empezaba a guardar el violín.
Joshua volvió a reparar en el hecho de que iba descalza. ¿No le molestaba pisar las hojas secas?... tenía un rasguño muy rojo en uno de sus tobillos.
---…pero es que no logro dominar al señor Bach y su concierto.--- terminó de decir, provocando que el muchacho redirigiera su atención hacia su rostro. Ella pareció notarlo y volteó hacia abajo.--- ¡Oh!, ¡Mis zapatos!---exclamó, recordando entonces que no los llevaba puestos.
--- ¡Oh!, ten…---le dijo Joshua, alcanzándole el calzado que obtuvo con tan solo estirar el brazo, pues los había localizado a su lado desde hacía rato. Elizabeth le agradeció, tomándolos y sentándose sobre la barda de piedra para calzarse los calcetines con diseño de gatos tejidos.---Sabes, no debes sentirte mal. Bach es un reto para cualquiera.---prosiguió.
--- ¿En serio?
La expresión en el rostro de la muchacha le dieron a Joshua muchas ganas reír. En sus facciones parecía estarse debatiendo el hecho de escoger si la incredulidad, el alivio o la sorpresa era la emoción que debía mostrarse.
---Sí. A mi hermana le tomo bastante tiempo poder sacar y perfeccionar el preludio de la suite para chelo no. 1 en sol mayor, más del que ella acostumbra tardar en aprender algo nuevo en el chelo…
--- ¿Tu hermana toca el chelo?--- preguntó ella, terminando de anudar las agujetas de sus botines color marrón.
---Sí.
La muchacha se irguió y apartó el flequillo de la frente, entonando una expresión que denotaba el haber llegado hacia una conjetura. Luego se incorporó y termino de guardar cuidadosamente su instrumento. Joshua la observó mientras lo hacía; ella resultaba en efecto ser peculiar, casi misteriosa. Había pasado del susto y la desconfianza a reírse de la manera más encantadora en pocos minutos y ahora emitía afirmaciones con un aura como de conocer y entender incógnitas que nadie más conocía.
¿Quién era esta chica?... había estado deseando preguntarle eso desde esa otra tarde en la que se había visto forzado a correr de manera inesperada.
La forma más fácil de aclarar las dudas era preguntando, así que, aprovechando el momento en el que el silencio había vuelto a visitarlos, tomó impulso y comenzó por inquirir el dato más importante para conocer a una persona:
---Disculpa… pero… ¿Cómo te…
Elizabeth levantó la mirada, demostrándole su atención y entonces un profundo tronido se hizo escuchar desde el cielo que, a pesar de haber estado blanco y sereno, ahora comenzaba a teñirse de un gris bastante amenazador. El viento pareció querer secundar tal advertencia de borrasca y comenzó a silbar con vehemencia, haciendo que toda la alfombra de follaje seco se alborotara debajo de las figuras de los muchachos, quienes, tomando el suceso como aviso apremiante, se dispusieron a dejar aquel paraje y regresar hacia sus casas.
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