2 de julio de 2011 a las 18:56
Philip abrió los ojos con fuerza.
Él hace un momento estaba en el campo de tiro, junto a James, y ahora se encontraba en medio de una calle repleta de personas y autos circulando. Él estaba limpio y con un cambio de ropa. Al parecer había ido a su apartamento, pero no lo recordaba.
Miró su reloj, estaba llegando tarde a su reunión con Clara. Trató de ubicarse y lo logró con facilidad. Se encontraba frente a la parroquia, cerca del centro financiero, donde ella lo esperaría.
Philip cruzó la calle hacia el edificio de arquitectura victoriana. Allí, debajo de un enorme árbol que se encontraba en la entrada, estaba Clara.
—Ya me estaba por ir, ¿Por qué tardaste tanto? Dejar plantada a una chica está fatal, ¿No te lo enseñaron tus padres? —Clara apoyó sus manos en su cadera e hizo un puchero.
Philip, tratando de escapar de la confusión que le causó lo que acababa de pasar y de lo tierna que se veía Clara, tapó su boca con la mano y fingió bostezar.
—Lo siento. Me he quedado dormido. Sabes que mi horario está al revés.
—Hmph —Clara cruzó sus brazos sobre su pecho e infló sus mejillas, luego de unos segundos sonrió y relajó su expresión —Lo sé, por eso te esperé.
A Philip se le hacía extraño verla de ropa casual. Casi nunca se encontraban durante las vacaciones o fuera de clases.
—¿Qué vamos a hacer hoy?
—Pronto llegará un camión con ropa y comida, me ayudarás a cargarlos dentro de la parroquia.
—A sus órdenes —dijo Philip, haciendo un saludo militar, cosa que molestó a Clara.
—Sabes, no estamos para tantas bromas. Desde que ocurrió lo del 21 de junio mucha gente perdió cosas, principalmente psychis.
—Lo sé.
La expresión de Philip era muy seria, Clara se sorprendió por el cambio repentino. Él miró hacia el suelo.
—Lo sé, pero…
Una bocina interrumpió a Philip. Era el camión que estaban esperando.
El chofer bajó y le abrió la compuerta para que puedan bajar los alimentos no perecederos y la ropa que habían donado a los que residían dentro de la parroquia.
—¿Vamos a empezar?
—Sí…
Clara fue a llamar a unos sacerdotes y juntos llevaron las cosas a la parte trasera de la parroquia donde se alojan decenas de personas. Muchos de ellos perdieron su casa o trabajo en aquel momento y quedaron a la deriva. También se podría decir que fueron afortunados de no estar en aquel lugar, durante el incidente.
La mayoría de los que habían perdido su lugar de trabajo, habían encontrado uno nuevo, pero no tenían suficiente dinero como para volver a alquilar una vivienda.
Alrededor de las 19:30 ya habían terminado de ayudar a entrar todas las cosas. Los sacerdotes invitaron a ambos a quedarse para la cena, pero tuvieron que rechazar la oferta debido a que el toque de queda empezaría pocas horas después. Philip decidió acompañar a Clara a su casa, ya que los tranvías no funcionan después de las 18:00.
—Al final no nos quedó tiempo para a por café.
—Es mi culpa por llegar tarde. Lo siento.
—No pasa nada —dijo ella mientras se reía suavemente.
Clara no solo se dedica a ayudar a cargar las donaciones, ella administra la fundación que se encarga de gestionar estas. Philip admira profundamente su trabajo, pero nunca pudo pensar en una razón por la que ella dedicara su vida a esto. Mientras caminaban en silencio, no podía despejar este sentimiento de su cabeza.
—¿Cuándo empezaste con esto? —preguntó él. Casi inconscientemente.
—¿Te refieres a la fundación? Fue una idea de mi abuela y mi madre, yo solo la llevé a cabo.
—¿No hay otra razón? Siempre que te ayudo con estas cosas veo tu expresión, es extraña.
Clara hizo una pequeña risa. Philip ladeo la cabeza, sin entender.
—Con qué existen veces en las que puedes ser perceptivo, ¿Eh? —Clara miró a Philip con una sonrisa mezclada con melancolía—. Si tuviera que decir otra razón, es porque me siento culpable.
—¿Culpable? ¿Por qué?
Clara guiñó un ojo.
—Es un secreto.
El resto de esa caminata, Philip no pudo pensar en nada más. Para él, Clara era una muy buena persona. No se podía imaginar nada en lo que se pudiera sentir culpable. Luego ella le dijo otra cosa.
—Sacando mis razones personales, no creo que tenga que haber una razón para hacer lo que consideres correcto. Simplemente es dejarse llevar.
Sí… Ella es muy buena. No puedo quedarme atrás, no puedo huir.
2 de julio de 2011 a las 22:52 PM
El toque de queda había comenzado. El toque de queda había comenzado hace un buen rato. Ya que el departamento de contención de energía oscura fue disuelto, la policía se hizo cargo de hacer que el toque de queda se respetara, aunque solo serviría con los humanos. No tenían entrenamiento ni equipamiento suficiente para reducir a algún Psychi.
Philip decidió buscar más pistas sobre las piedras Eyre y el único lugar que pudo imaginar fue entre los escombros de la sede de la sede del D.C.E.O.
Al llegar allí volando con sus propulsores vio que habían puesto un vallado algo alto, pero que no había seguridad vigilando.
Philip, ya que su "traje" quedó muy dañado, lo cambió por uno igual, pero de color azul marino e incluyó un cinturón negro que sostenía granadas, las armas que le regaló James y munición.
Él pasó rápidamente por encima del vallado y, del otro lado, lo esperaba una mujer de aspecto fantasmagórico. Vestida con una túnica blanca que cubría sus extremidades y que lo único que se veía de su rostro eran unos carnosos labios pintados del mismo color que su largo cabello, rojo sangre. Él aún lo recordaba, ella se hacía llamar "The Redhead".
Philip, anonadado, no pudo soltar ni una palabra.
—Buenas noches, señor Zero.
—¿Tú no estás muerta? Anoche recibiste de lleno el ataque de esa loca.
Ignoró el hecho de que ella lo conocía, ya que últimamente el nombre de Zero circuló mucho por los medios.
—Así que el que estaba escondido anoche eras tú. Matarme no es tarea sencilla para que lo sepas —dijo ella antes de soltar una pequeña risita.
Philip solo miró a The Redhead con recelo. Ella mantenía una leve sonrisa. Él decidió evitar el tema del sello, porque sería revelarle una debilidad a un posible enemigo.
—Pensé que más gente vendría a investigar sobre lo ocurrido anoche —dijo The Redhead.
—¿Soy el primero?
—Sí, después de mí. Como recompensa te diré que, aquí dentro, no vas a poder encontrar nada.
—Pero ¿No había sacado de aquí la piedra esa aquella chica? —preguntó Philip.
—Sé que pedirte que confíes en mí puede ser algo prepotente de mi parte, pero lo digo en serio, ya he investigado todo.
Philip sospechaba de la mujer de la túnica, pero asumió que si ella ya estaba aquí desde antes, es muy probable que diga la verdad.
—Aun así, no es necesario que te vayas con las manos vacías.
—¿Eh?
The Redhead dejó en shock un momento a Philip, estiró su palma hacia él y esta empezó a emitir una luz, fueron surgiendo partículas moradas brillantes que le dieron forma a una piedra irregular con forma ovalada.
—¡¿Esto es…?!
—Sí, una piedra Eyre. Esta de aquí surgió hoy. Quiero dártela.
—¡¿Por qué?!
—Ya se lo dije a aquella chica, mi objetivo es investigar qué ocurre cuando alguien desea algo con esas piedras, no me interesa el deseo en sí.
—… Pareciera como si le ofrecieras lo mismo a cualquiera que se cruce en tu camino
—A nosotros, Oscuridad Eterna, realmente no nos importa quién pida ese deseo, pero te ayudaré dándote esta piedra porque pareces alguien muy querido en esta ciudad, "héroe".
—Aún no soy un héroe.
Philip suspiró.
—Pero planeas serlo ¿No?. —Ella consiguió que él le prestara atención—. Una de las condiciones para recibir el honor de ser un héroe local, es haber cometido algún acto heroico.
Philip frunció los labios y levantó una ceja.
—Piénsalo bien. Juntas las tres piedras, pides algo que salve a muchas personas, como por ejemplo… —Ella se detuvo a pensar un segundo—. Deshacer el incidente ocurrido el 21 de junio y ya estaría, eres apto para presentar tu candidatura a la Organización Mundial de Héroes.
Philip fijó su mirada en The Redhead, ella ladeó su cabeza con curiosidad.
Ese no es mi objetivo final, pero si le pierdo el rastro a las piedras, no solo no voy a poder descubrir lo que realmente sucedió el 21 de junio, sino que puede que algo similar vuelva a ocurrir. Si eso pasa, no me lo perdonaré.
Él fue levantando poco a poco su mano hacia la piedra que flotaba sobre la palma de ella.
—No confío en ti, pero si no vas a intervenir, puedo aceptar eso. Apenas sienta que estás planeando algo yo…
—No tengo razones para intervenir más que esto.
La mano de Philip seguía con cautela en dirección a la piedra.
Un ruido fuerte.
La reacción de él fue lenta debido a que estaba perdido en sus pensamientos. Mira a su costado y ve a alguien, un hombre alto vestido de negro, corriendo hacia él a menos de un metro de distancia. El chico solo pudo atinar a proteger su rostro, pero fue derribado por ese hombre.
The Redhead escucha algo desde arriba y levanta la vista.
Un pequeño misil.
Ella no tuvo tiempo para moverse, solo pudo apreciar el momento en el que el dispositivo estalló. Tanto ella como Philip y el hombre que lo arrolló fueron alcanzados por la explosión que sacudió todo el lugar.
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