2 de julio de 2011 a las 23:27
—¿No se va a cansar nunca?
El agotamiento empezó a mermar la fuerza de la elite de soldados negros. Cada vez que acaban con una tanda de alrededor de cuarenta copias de George White, otras cuarenta aparecían. Sus rostros expresaban frustración, ni siquiera habían notado que había dos que no estaban luchando a la par de ellos. Saltando de azotea en azotea, trataban de evitar que el sacerdote se escape con la piedra Eyre que portaba en su interior.
Debajo, en la calle, una de las mercenarias se enfrentaba cara a cara con el héroe urbano, Zero. Ella llevaba ventaja, pero el chico, que cubre su rostro con un pañuelo verde y anteojos, rio con confianza.
—No me gusta hacer trampa, pero ahora mismo no puedo perder. Si nos enfrentamos nuevamente, te prometo pelear justamente.
En ese momento Zero sacó de su cinturón negro seis pequeñas esferas y las puso en el espacio entre los dedos de ambas manos.
La mercenaria corrió hacia él, intentando evitar que haga algo con esas esferas.
Él las apretó, ella retrocedió al ver eso.
¿Acaso se hará explotar a sí mismo? No, no tiene sentido.
—Eso es justamente lo que necesitaba —Dijo él.
Las esferas se abrieron y de ellas salió un humo gris que cubrió a ambos rápidamente.
Una cortina de humo… ¿Huirá?
PLAF
Un golpe de lleno en la mandíbula de la mercenaria.
Ella tambaleó un segundo para luego ponerse en guardia.
¡Debo moverme!
Pero ese golpe la desorientó.
PLAF PLAF PLAF PLAF
Uno tras otro y por izquierda y por derecha, los golpes impactaban el rostro cubierto por la dura máscara con una fuerza capaz de dejar inconsciente a una persona sin entrenamiento. Ella era incapaz de reaccionar frente al combo, no podía ver. Cubrió su rostro con sus brazos, el blindaje en estos redujo el impacto de los golpes, que poco después cesaron.
Uno segundos después ella intentó ver si el humo se había disipado, pero la vista era incluso menor.
¡¿Lanzó más?!
En ese momento, ella observó una rápida y delgada luz celeste que atravesó su muslo derecho.
—GAAAH.
El dolor recorrió todo su cuerpo.
—Ese blindaje es de elemento 347, ¿No? Muy efectivo contra la energía oscura, pero contra la energía, es inútil.
Philip apuntó su dedo índice de la mano derecha hacia la mercenaria como si fuera una pistola, el guante gris se iluminó y disparó una luz celeste.
—AAAAAH
Esta vez fue el antebrazo izquierdo.
Luego el hombro derecho.
Por último su abdomen.
El dolor y ardor recorrían todo su cuerpo como si estuviera en llamas.
Ella cayó hacia atrás y rodó para escapar, lo suficiente para salir del humo.
Jadeó un poco al levantarse y se puso en guardia a la espera de que Zero aparezca o el humo se disipe.
Esos anteojos… ¡Maldición! —Ella se dio cuenta de la trampa en la que había caído. No podía ver nada en el humo, pero él sí.
Una de estas luces pasó a través del humo, dirigiéndose a la cabeza de la mercenaria. Ella la esquivó saltando hacia la derecha.
—Estás prestándole más atención a la energía ahora.
Zero atravesó el humo con rapidez, cargando su puño derecho para luego enterrarlo en la máscara que cubría el rostro de la mercenaria. Esta hizo un crujido para luego caer al suelo.
Philip rio un poco.
—Esa cosa era bastante dura… ¿Eh?
¡¿Qué?!
Unos mechones castaños claros se asomaban por la capucha negra, uno de ellos estaba atado por una soga de color rosa. Detrás de esa dura máscara se escondía un hermoso rostro blanco como la porcelana.
Cla…
El cuerpo de Philip se paralizó. A pesar de que hasta hace un momento sus dudas y preocupaciones habían desaparecido para poder concentrarse en la pelea, la realidad lo volvió a golpear duramente. No pensaba en nada, el hecho de ver ese rostro ahí era suficiente para tambalear todo su mundo.
¿Cómo pasó esto?
¡¿CLARA?!
Un gritó ahogado en su interior.
Su amiga, su compañera, la chica que estaba dispuesta a dar todo de sí para ayudar a los demás.
Ese relato se acaba de desmoronar en su cara.
Gritos desesperados se escucharon por encima de ellos. Ambos miraron hacia arriba al mismo tiempo. Una sombra cubrió todo el cielo, los mercenarios huían de ella con pavor.
Esa sombra o nube, que bajaba con rapidez, eran cientos y cientos de copias de George que se mezclaban y se seguían reproduciendo.
No, decir cientos es muy erróneo. Fácilmente superaban las dos mil copias.
—¿Ese es el poder de la piedra? —murmuró Clara.
Ella vio que Zero estaba absorto viendo al ejército de Georges descender y aprovechó para tomar al mercenario que él había dejado inconsciente anteriormente, desplegar los dispositivos en sus pantorrillas y salir de ahí volando.
Philip sacudió su cabeza, encendió los propulsores debajo de sus zapatillas y empezó a perseguir a Clara, que ya se había reunido con el resto de mercenarios para huir.
—Hazlo ahora, Número 12. Lánzalo de costado para reducir posibilidades de que nosotros seamos afectados. —dijo el mercenario de voz gruesa a una radio que sacó de su cinturón.
—[¡Oke!] —Una voz infantil y animada se escuchó a través de la radio.
Un sonido fuerte atravesó el cielo muy cerca de los edificios, una estela de fuego cruzó hacia ellos haciendo una curva.
Philip inmediatamente se dio cuenta de que se trataba.
¡BOOOOOM!
A unos doscientos metros de donde Philip perseguía a Clara, una explosión destruyó a muchísimas de las copias de George. Philip se alejó al sentir el calor y el humo acercarse. Los mercenarios utilizaron eso para escapar.
Philip aterrizó sobre la calle.
—Guh. Se escapó.
—No importa, lo bueno es que he podido conservar la piedra. Muchas gracias por la ayuda.
George, que bajó de las azoteas y aterrizó a su lado, le dedicó esas palabras.
—Ah. No es nada.
Philip temblaba levemente.
Para él, Clara era un ejemplo. No solo con su contribución a la sociedad, también como ser humano.
“Había un bully en nuestra clase que atormentaba de formas crueles a todos los psychis del colegio.
Ella lo confrontó, y solo hablando, sorprendentemente lo hizo recapacitar.
Eso ayudó a muchos de nuestros compañeros. Vi como una chica, con solo sus ideales, domó a una bestia violenta que hacía daño. Para mí era algo heroico, quería ser igual a ella”.
—Aaah.
Un débil suspiro salió de la boca de Philip.
George apoyó su mano en el hombro del héroe urbano.
—Bueno, ya que todo terminó, debo contarte algunas cosas, Zero.
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