Parte 4
10 de julio de 2011 a las 13:45
Philip llegó caminando a una zona muy alejada del centro de la ciudad, hacia el Este. Ahí, en medio de una gran planicie, se encontraba una enorme mansión blanca y celeste.
Una construcción única y hermosa, que no coincidía en nada con lo que la rodeaba. Rejas de más de cinco metros la rodeaban y se podía ver por todos lados a agente de seguridad.
Un jardinero le hacía los últimos arreglos a un hermoso arbusto proveniente de Francia.
Philip llegó en la entrada y hablo con el agente que estaba en la garita, que estaba recostado sobre su silla tomando una bebida caliente debido al frío.
—Buenas.
—¡Oh!
El agente, llamado Frank, reaccionó exageradamente, volcando su bebida por todo el piso de la garita.
—Aaagh que mierda. Oh, ¿Junior? ¿Qué haces aquí? Hace rato no te veía por aquí.
—Mi padre ha solicitado mi presencia. Me gustaría disfrutar del resto de mis vacaciones en paz, pero no será el caso.
—Ah, te entiendo completamente. A tu edad pasaba todas las vacaciones rodeado de chicas.
Philip hizo una mueca incómoda. Frank había lo dicho con una expresión absolutamente casual cruzando los brazos y asintiendo con la cabeza, cosa que revolvió el estómago de Philip al intentar suprimir la risa.
—Junior, siempre me pregunté esto ¿Tú te fuiste de acá por problemas con tus padres? Disculpa mi atrevimiento, pero te fuiste realmente siendo un niño.
—No exageres, tenía quince años. La razón por la que me fui es…
Philip paró un segundo para pensar.
—Diría que no me siento para nada cómodo aquí, no me gustan los espacios grandes.
—Oh…Ok.
Luego de ese intercambio, Frank le abrió el portón a Philip. Un camino de piedras conduce a la enorme puerta rodeada por una fachada de pilares de mármol. Allí se encontraba una de las sirvientas del lugar, parece que es una que entró en los últimos dos años, ya que Philip no la reconoce.
De unos veinticinco años, alta, de cabello negro y marcados rasgos asiáticos.
Ella hace una referencia levantando el dobladillo de su uniforme.
—Buenos días, señor Philip, mi nombre es Tsukasa Kei, fui contratada hace poco más de un mes. Es un honor conocerle.
“Es muy lindaaa”
Philip se pierde un poco en la figura de la joven mujer, pero logra presentarse adecuadamente.
Ella lo acompaña hasta la puerta de la oficina de su padre, toca la puerta y luego de recibir una respuesta, abre y se aleja.
—Buena suerte, señor.
—Sí, gracias.
Philip entra y cierra la puerta.
No ha visitado esta habitación en dos años, tampoco lo hizo muchas veces antes.
Cubierta de oscura madera, con muebles de roble oscuro tallados a mano.
Una colección de estatuillas de todo tipo de material, incluyendo elemento 347.
Philip se sienta frente a su padre en una enorme y cómoda silla, que hace juego con el resto de la habitación.
Su padre, que estaba hablando con alguien por teléfono en voz baja, corta la llamada y mira con su habitual expresión dura a su hijo menor.
Es un hombre alto, algo musculoso, pero su contextura es delgada. Tiene el cabello negro ondulado, con un mechón que posa sobre su frente. Unos ojos gris oscuro acompañan su rostro serio.
—Philip, hijo. Ha sucedido algo verdaderamente trágico y consideramos que debes ser de las pocas personas que sepan sobre esto.
Philip tragó saliva audiblemente.
—Se trata sobre Touch ¿Verdad?
El hombre hizo una pequeña pausa, algo perplejo. Inmediatamente después asintió con la cabeza de forma suave.
—Exactamente. Él ha escapado del centro de confinamiento donde se encontraba.
—¡¿Qué?!
Touch Mrown, de 19 años, se encontraba aislado en un edificio especial a cargo del Departamento de Contención de Energía Oscura debido a un incidente del que Philip no tenía mucho conocimiento, pero que estaba relacionado con algún poder sobrenatural. Este incidente trajo muchos problemas a la familia Mrown y en especial a Philip I, el padre, que tuvo que hacer muchas maniobras para ocultarlo al mundo.
Philip nunca preguntó sobre ese hecho luego de que su hermano se lo pidiera y reprimió toda curiosidad que tuviera para evitar incomodar.
Tuvo que ver cómo su hermano aceptaba un encierro que rozaba lo inhumano.
Se estaban por cumplir cuatro años.
¿Qué pasó ese día?
No vale la pena preguntarlo ahora.
—Fue anoche. Al parecer aprovecho la vulnerabilidad que está presentando ahora ese lugar debido a lo que pasó con el Departamento de Contención. Quería saber si fuiste a visitarlo recientemente y sí conoces o tienes una pista sobre el lugar al que ha ido.
“No tengo idea de donde habrá poder ido, pero intriga la razón por la que lo hizo. Él había aceptado el aislamiento y nunca se ha quejado… ¿Acaso será debido a que se ha enterado de lo de Andrea?”
—La última vez que lo vi fue en mi cumpleaños, él estaba igual que siempre y dudo que conozca lugares en la ciudad donde esconderse.
—Ya veo.
Philip padre se rascó la barbilla un poco y continuó hablando.
—También existe la posibilidad de que no haya escapado.
—¿A qué te refieres?
—Podría haber sido secuestrado.
—Si es algo así ¿Cómo? Se suponía que el lugar donde se encontraba era secreto, sería mucho más fácil secuestrar a alguien como yo.
—Supongo que tienes razón.
Philip padre se levantó de su enorme silla y golpeó suavemente su escritorio. Philip hijo se levantó.
—Hijo, ya sabes. Si no te sientes seguro en esta ciudad, tienes la posibilidad de ir a terminar tus estudios en Southland, allí vas a estar más seguro que en ningún otro lado. Recuerda que tengo vía libre para ingresar.
La opción es tentadora dentro de la cabeza de Philip. Ir a estudiar en un país súper seguro y con todas las comodidades resueltas. Allí viviría una vida plena pero… No podía abandonar las responsabilidades que tenía encima con su otra vida como "Zero".
—Lo siento padre, es una oferta muy buena, pero amo esta ciudad y no planeo irme por ahora.
—Entendido.
El hombre asintió y Philip hijo salió de esa oficina.
No le preguntó por qué no vino a verlos durante su cumpleaños, ni cómo estaba. Ellos no tenían ese tipo de relación.
Regresando al pasillo se volvió a encontrar con Tsukasa. Ella lo recibió con una sonrisa y lo acompañó al salón principal, donde se encontraba su madre, Emma Ford. Una hermosa mujer de apenas cuarenta años, con un hermoso y largo cabello rubio. Que suele llevar vestidos de lujo, en esta ocasión uno azul con bordados dorados. Su expresión serena es acompañada con una leve e inmutable sonrisa, que Philip internamente compara con la de la fantasmagórica The Redhead.
“Sonreír de esa manera a pesar de que tu hijo se haya escapado...”
—Hijo. Ha pasado mucho tiempo.
—Hubo mucho revuelo por aquí ¿No?
—Así es, nuestros socios de Ducko Security nos van a ayudar a buscar a tu hermano. No podemos depender de la policía ni nada por el estilo.
—Me imagino.
—Si en algún momento sabes algo sobre él, te ruego que nos lo informes. Touch es alguien muy importante.
«Así que muy importante ¿Eh…? ¿Por eso lo dejaron encerrado todos estos años?»
—Sí madre, lo haré.
Ella asiente y Philip sale de la residencia.
En la puerta se cruza con alguien que estaba por entrar, un conocido de Philip desde la infancia, Stephen Ducko.
Stephen tiene veinticuatro años. Su cuerpo es robusto y está muy bien físicamente. Tiene el cabello de color negro, bien corto.
Él levanta la mano saludando a Philip.
—Hey, junior ¿Cómo va todo?
—Preocupado por Touch ¿Tú estás a cargo de su búsqueda?
Stephen asiente varias veces y sigue hablando con su tono enérgico.
—Tu padre me lo ha pedido explícitamente. Sabes qué nuestros padres están en un convenio de colaboración y tampoco puedo dejar a Touch por ahí, el mundo es jodido.
—Entonces no tengo de que preocuparme, me han hablado muy bien de tu forma de trabajar.
Teniendo a alguien como Stephen buscando a su hermano, Philip podría concentrarse en buscar las piedras Eyre faltantes.
Él siente que su hermano está bien y que pronto regresará, lo que le preocupa un poco es qué pasará cuando eso suceda.
¿Volverá a ser encerrado? ¿O cómo el departamento de contención fue cerrado, lo dejarán en paz?
No tiene tiempo para pensar en eso ahora.
Philip pasó por al lado de Stephen, este lo sostuvo del hombro.
—¿Sucede algo?
Una mirada penetrante fulminó a Philip. Stephen apretó su hombro con fuerza aunque luego relajó tanto su mano como su expresión.
—No, no es nada.
Pero no lo soltó.
—¿Eh…? ¿Stephen?
Después de ese último llamado de atención, Stephen soltó a Philip y levantó sus manos pidiendo disculpas.
—Perdón, perdón. Estoy algo estresado y hambriento. Nos vemos, junior.
—Sí…
Parte 5
Dirigiéndose hacia la salida, Philip detiene sus pasos al encontrarse con alguien conocido que estaba regando las plantas y flores que decoran el camino. Esa persona nota al chico al instante.
—¿Ya se retira señor Philip? Pensé que iba a quedarse a almorzar.
Quién hace esa pregunta, inclinando la cabeza con su rostro inexpresivo es Ingrid, la jefa de sirvientas de la mansión.
Ella tiene unos treinta y cinco años. Cabello corto de color rubio y ojos celestes. Su cuerpo es delgado, pero tiene unas curvas bastante pronunciadas.
—Sí. Normalmente no vendría por tan poco tiempo, pero era algo de urgencia, ya sabes como es mi padre.
—Es una lástima, yo estaba por preparar una comida deliciosa para usted.
Philip rio un poco haciendo una mueca irónica.
—Será para la próxima entonces.
—Oh, por cierto ¿Ha ocurrido algo grave con el señor Touch?
—No sé si deba decirte algo como eso, pero si tan desesperada por chismes está, tengo algo para ti.
—¿E-en serio?
Ella frunció el ceño.
—Sí. Esa nueva sirvienta, Tsukasa, no parece alguien normal. Me sentía algo nervioso a su lado.
—Oh, ¿Y eso qué puede significar?
Philip volvió a caminar hacia la entrada, dejando a Ingrid atrás.
—No lo sé. Puedes averiguarlo tú.
Ingrid suelta la regadera y con torpeza corre hacia él.
—¡E-espere señor!
Parte 6
10 de julio de 2011 a las 18:35
Al salir de la mansión, Philip se dirigió al centro de la ciudad. Allí almorzó y compro algo de ropa, novelas, videojuegos entre otras cosas para luego regresar a su apartamento.
Al llegar al apartamento se tiró sobre el sofá e intentó dormir.
Prrr Prrr
—“¿En serio?”.
Philip tomó el celular de los bolsillos y sin ver de quien era la llamada, atendió.
—Hola.
—[Eres muy frío con tu mejor amigo].
Una voz soñolienta se escuchó a través del altavoz.
—Oh, Bill. Disculpa, fue un día largo.
—[Maravilloso, alarguémoslo más. Necesito que vayas a la azotea de Mrdr Tech. Ya estás autorizado para subir].
—Espera, espera. ¿Para qué quieres que vaya a la azotea del edificio de una empresa tecnológica?
—[Ah, cierto, el motivo. He desarrollado junto a esta empresa un dron que toma fotografías en altísima definición. Pensé que podría servirte, así que vamos a probarlo].
—Pero ya se está haciendo de noche.
—[No hay problema, tiene un lente de visión nocturna].
“Uhmm, uno de esos drones pueden ser útiles. Quizás debería ir a echar un vistazo para ver cómo funciona”
—Está bien, iré. Pásame la dirección por mensaje.
—[Ok. Voy a llegar un poco tarde, tú entra y espérame en la azotea].
—Sí, señor.
Philip, que aún no se había sacado siquiera el abrigo, volvió a salir por la puerta del apartamento.
10 de julio de 2011 a las 20:49
"La ciudad" o "El distrito central de negocios" es el centro financiero en Melbourne y está repleto de altos rascacielos de arquitectura contemporánea y otros elegantes de arquitectura victoriana.
Allí se concentran las grandes empresas del país.
Pero también fue el epicentro del incidente del 21 de junio.
En la azotea de uno de los edificios más altos del lugar, se encontraba Philip Mrown II, esperando a su amigo, Bill Hecker.
Este edificio pertenece a Mrdr Tech, una empresa tecnológica de origen argentino que se radicó en esta ciudad hace apenas tres años, y se encuentra apenas a tres cuadras del cráter enorme que apareció hace unos días.
Bill colaboró con esta empresa en repetidas ocasiones y han lanzado diversos dispositivos relacionados con la energía y al elemento 347 por lo que también están en buenos términos con Mrown Corp.
Philip se apoyó en la baranda de la azotea, que tiene aproximadamente un ciento cuarenta centímetros de altura. Apenas puede ver los autos y personas que transitan debajo de él.
Tomó su celular y abrió un juego para pasar el tiempo hasta que llegue Bill.
10 de julio de 2011 a las 20:57
En la parte subterránea de una biblioteca pública, se encontraba una clínica clandestina y, en la habitación ubicada al fondo de un largo pasillo, se encontraban amontonados distintos artefactos como computadoras, soldadoras, herramientas, etc.
Entre toda esa montaña de cosas, se encontraba un escritorio desordenado, con cuatro monitores, papeles desparramados, vasos descartables de café y tinta.
Sobre esas cosas estaba recostado un chico de cabello rubio y ojos celestes. Ojos que posaban sobre unas enormes ojeras en forma de "v".
Él entreabrió esos ojos y dijo.
—Lo siento por hacerte esto, Philip.
Parte 7
10 de julio de 2011 a las 21:23
Philip sentía que Bill ya estaba tardando demasiado.
Y el toque de queda empezaba en pocos minutos.
Lo llamó repetidas veces, pero no logró comunicarse.
—¿Le habrá pasado algo? —se preguntó mientras miraba el cielo nocturno, repleto de nubes que tapaban la luz de luna y las estrellas.
El fuerte sonido metálico de las bisagras de la puerta de la azotea, resonó por todo el lugar, seguido de un fuerte estruendo al cerrarse la misma.
Philip no apartó la mirada del cielo.
Pasos se oían cada vez más fuerte.
Philip decidió girar la parte posterior de su cuerpo.
—Al fin lle…
Ante él no estaba su amigo Bill Hecker, estaba alguien que solo su presencia hizo le hizo temblar.
Una existencia totalmente superior a él mires como lo mires.
—Buenas noches, Philip Mrown. ¿O debería decir, Ze~ro?
—Willo…
La chica del qipao rojo sonrió de forma aterradora.
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