Hinatari y Seimei eran llevados al castillo, siendo escoltados por los 2 caballeros antes vistos. Los jóvenes que acompañaban a los dos, mantenían la mirada baja ante lo que pasaba, es claro que algunos entrenaban con armas en sus debidos momentos, otros no, sólo se enfocaban en sus trabajos para mantener la casa ya su familia, pero esto era para la defensa del castillo, ya que la tasa de tanto cazadores como caballeros disminuyó drásticamente.
La caminata se detuvo en la entrada del castillo, Hinatari miró a su alrededor, era una gran cantidad de gente recién reclutada, entristecida de que el gobierno se haya tornado así precipitadamente a pesar de haber avisado antes de tiempo.
Las puertas se abrieron lentamente, mostrando el jardín del castillo, un campo muy abierto siendo separado por el sendero que los guiaba hacia la puerta del gran monumento.
—¡Entren! - gritó un caballero, golpeando su lanza contra el suelo, asustando a los jóvenes y avanzaron a paso normal
—Malditos— susurra Seimei, mirando el cabizbajo de Hinatari, no de miedo hacia lo por venir o los caballeros del castillo, sino por su madre, quien ahora está sola y sin protección alguna o ayuda que pueda tener, la injusticia de ser separados de sus familias a temprana edad.
Seimei palmea la cabeza de ella, intentando calmarla No te preocupes, todo estará bien, no olvides que estoy aquí— esas palabras consolaron un poco el estado de la chica, sin quitar de su mente la imagen de su madre
—Gracias, pero estoy preocupada por mamá— desvía la mirada —Nunca ha estado sola, me pregunto si podrá manejar el negocio sin nosotros, de cuidar su salud, que coma bien—
—Podrá, ella es fuerte, como tú—
Hinatari logró tranquilizarse un poco mientras sigue avanzando entre el precioso jardín, lleno de flores blancas, rosas, amarillas de diferentes tipos, como tulipanes, rosas, gardenias y margaritas. Los arbustos eran verdes brillantes y bien cuidados de no tener al menos una hoja seca o una tirada en el suelo, algunos se sorprendieron por aquella maravilla que estaba frente a sus ojos, otros ni siquiera voltearon la mirada ni reaccionaron.
Ent al interior castillo, la mayoría de los novatos quedaron sorprendidos ante tales decoraciones y estructura: un largo pasillo que conducía hacia el trono de la reina, 4 puertas laterales, 2 a la izquierda y 2 a la derecha, las de ese lado conducían al 2do piso mientras que los de la izquierda llevaban a diferentes pasillos del primer piso.
Detrás del trono, se notaba la gran vidriera colorida de la reina, junto a ella sentada, esperando la llegada de los reclutas.
Detuvieron su andar al estar frente a frente con ella, se levanta de su trono y comenzó a hablar
—Saludos a todos, mis disculpas por traerlos aquí sin consentimiento, pero necesitamos de su ayuda para proteger este reino ...— siguió dando la bienvenida, Seimei sabía desde el fondo que sus palabras eran falsas y que realmente no expresaba amabilidad, preocupación o sinceras disculpas - Buena suerte, mis caballeros los acompañarán a su área de entrenamiento y sus habitaciones— vuelve a sentarse en su trono y un caballero joven de cabellos castaños se pone frente a los novatos
—¡Ya la oyeron! ¡Síganme! - ordenó, Aoi se puso muy molesto tras oír su voz, sintió la sangre hervir y la ira correr por sus venas.
Salieron a la parte de atrás del castillo, un área bien abierta cuadrángular con un balcón. Allí 2 hombres los esperaban: uno encapuchado y otro de cabeza pelona con cejas gruesas, ojos chocolate, portando una armadura algo oxidada y desgastada.
El caballero se detuvo al estar frente a los 2 hombres, se retira del lugar, dándole el papel a ellos.
—¡Escuchen! - se oyó la gruesa voz del hombre pelón —¡Bola de inútiles, ustedes no están aquí para jugar! A partir de ahora, llamenme Comandante ¡¿Entendido?! - suelta una mirada asesina
—¡Sí, comandante! - respondieron los reclutas al sentir la rudeza que emanaba aquel hombre
—¡Entrenarán todas las mañanas y noches! No habrá descanso, excepto para comer y dormir, el mundo está en sus manos ahora ¿¡Les queda claro!? -
—¡Sí comandante! -
—¡Bien! ¡El entrenamiento comienza hoy! Separanse unos de otros— el comandante voltea a ver a su amigo encapuchado, asientiendo como señal de comienzo mientras los jóvenes quedaron indignados de que el entrenamiento de cazadores iniciara ahora.
El encapuchado extiende su mano y hace aparecer caballeros rojos con una espada
—¡Comenzaremos cuán ágiles son ustedes! Mejor muévanse antes de que ellos los maten— todos se estremecieron al notar que la espada de los caballeros era real
—Di .... Disculpe, comandante— llamó una chica, él sólo voltea a ver —¿No cree que es mejor comenzar con armas de mentira? -
—¡No aprenderán a moverse con armas falsas! Un recluta tiene que saber cómo sobrevive y cómo se mueve un cazador ante los ataques de sus enemigos, si usamos armas falsas, ustedes no verán la realidad por la que pasamos— la chica se calla ante la respuesta del comandante —¡Comiencen! - los caballeros comienzan a atacar a los novatos, estos se mueven a lo que pueden para sobrevivir.
Aoi lo esquivaba sin problemas debido a los frutos de sus entrenamientos, igual con Aurora y Seimei, pero Hinatari apenas era capaz de reaccionar por dónde llegaba el arma, gracias a las pocas veces que la pasaba con Seimei practicando sobre la agilidad del ataque del enemigo .
Durante el entrenamiento, el comandante veía con seriedad la lentitud de los jóvenes, era obvio que para su primer día, se moverían demasiado lento, además de que no hubo tiempo para la presentación del castillo, considerando de que no es algo sumamente importante, sólo que sepan dónde es su entrenamiento, comida y habtaciones.
—¿Haciendo trampa otra vez? - susurra al encapuchado
—Sabes que no me gusta ver sufrir a los nuevos y menos que hayan muertes en su primer día— sonríe con tristeza —Aunque, lo que ven es una ilusión, mis poderes no pueden dañar a la humanidad—
—Aún así, no debes medirte o harás las cosas más sencillas para ellos—
—¿Ves sus rostros? Sienten miedo, ese sentimiento ayuda al cuerpo a reaccionar—
—El miedo cambia las decisiones y la forma de ser de todos— el comandante suspira con pesadez —Ojalá aprendan en la realidad en la que siempre nos encontramos—
—Y lo harán, no en este momento, pero en un futuro vivirán un mundo mucho más oscuro que este, hasta ahora, hay que dejarlos vivir y dejar que sonrían— el encapuchado no paraba de mirar aquellos rostros de miedo de cada integrante, queriendo salir vivo de cada caballero a pesar de que sus armas no les afecta.
En la tarde, todos terminaron totalmente agotados, sudando hasta las piernas, apenas con la capacidad de poder caminar unos cuántos pasos
—Eso es todo por hoy, mañana harán lo mismo, vayan a conocer sus habitaciones— dijo el comandante
—Síganme— habló un nuevo caballero desde la entrada, obedecieron y entraron al castillo
—Espero que no vuelvas a medirte, recuerda que esos reclutas tienen que aprender mucho más rápido, no sabemos cuándo volverán a atacarnos esos seres oscuros—
—Lo sé— dijo el encapuchado al comandante —No tienes que repetirlo— su seriedad se notaba un poco.
Mientras tanto, dentro del castillo, todos llegaron a sus respectivas habitaciones, en cada una ubicación 6 literas con colchas duras y sábanas algo delgadas, donde Hinatari y Seimei lograron estar juntos y dormir uno sobre el otro, siendo acompañados por Aoi, Aurora y otros más.
—No pudo dar algo mejor— se quejó Seimei
—Es nuestra nueva vida, los cazadores no son como los caballeros que tienen todos sus lujos y comodidad— dijo Hinatari entristecida
—Maldita reina— susurra.
Por otro lado, el chico joven de cabellos castaños llegaba a su habitación, donde es recibido por su pequeño gato negro a través de un maullido alegre
—¿Me extrañaste? - acaricia su lomo con gentileza —Lamento tardarme, hoy tuve que ver gente sucia e inútil— deja de acariciarle y se sienta en su cama —Al menos podré hacer lo que sea para que me obedezcan, después de todo, son niños que saben lamer las botas de otros— ríe, el mundo gato no mostró reacción —Y parece que tengo un conocido en el bando de ellos, dudo que sobreviva ante este cruel— se recuesta.
En la noche, cada uno se quedó dormido en su respectiva cama. A Hinatari y Aoi les tocó la de abajo mientras que Aurora y Seimei la de arriba.
Aoi se despertó, gritando bajo, tras tener una pesadilla acerca de su niñez, su respiración era ligeramente agitada, no se daba cuenta que esa acción hizo despertar a Hinatari
—Maldito— se levanta de la cama y sale de la habitación
- (¿Qué está haciendo?) - pensó Hinatari tras verlo salir —Lo regañarán si lo ven fuera, tengo que avisarle— se levanta de la cama y comienza a seguirlo.
Estando en la puerta, voltea su mirada por todos lados para encontrar su silueta, lo hizo, tras cruzar una esquina hacia el fondo de la derecha. La siguió con cautela, siendo cuidadosa de no tropezar. Lo fue siguiendo hasta llegar a unas escaleras en forma de caracol que conducían al tercer piso, el lugar donde los caballeros duermen.
Hinatari sube, perdiendo por completo a Aoi
—¿Cómo? - susurró sorprendida de haberlo perdido de inmediato, estaba a punto de seguir caminando para buscarlo hasta que una silueta aparece por detrás de ella
—¿Qué estás haciendo aquí? - salta del susto con oír la voz y voltea a verlo, a pesar de los oscuros pasillos, se alcanzaba a notar su cara gracias a la luz de la luna que iluminaba los ojos del hombre, rojos, y parte de su apariencia: cabello negro, largo y rizado
—Lo siento, es que ....— ella desvía la mirada, pensando una excusa para no meter en problemas a Aoi
—Mira niña, vuelve a tu habitación, este no es lugar para alguien como tú pueda andar — esas palabras le dolieron, pero era verdad, ella sólo es una simple novata cazadora traída a la fuerza, caminar en los alrededores sin permiso de una autoridad superior, sería un castigo severo
—De verdad lo siento señor, regresaré se inmediatamente— regresa hacia las escaleras, rumbo a su habitación mientras que el hombre de cabellos negros sigue su rumbo.
Hinatari caminaba hacia su habitación, sin recordar por dónde había sido el camino, le entraba el pánico de que duera descubierta por otra persona de la realeza, sus pasos eran temblorosos y cada vez más lentos, apenas tenía el suficiente valor para estar entre la oscuridad .
De repente vio a alguien acercarse, estaba a punto de correr hasta que logró ver quién era: Seimei y el hombre encapuchado
—Ohh, la encontramos— sin pensarlo dos veces, Seimei corre a abrazar a Hinatari, agradeciendo de que nada le haya pasado —¿Dónde estabas? - se separa de ella, agarrando sus hombros —Me tenías preocupado—
—Lo siento, creí ver a alguien irse de la habitación—
—¿Nadie te vio? - preguntó el encapuchado, ella estaba a punto de mencionar al hombre de cabellos negros, recordó aquellas palabras de él y su mirada, que no parecían tener la intención de acusarla por estar fuera de su habitación, por lo cual, ella negó como respuesta - Qué bueno, regresemos antes de que alguien nos note, los guiaré— se da la vuelta y todos regresan al lugar.
Mientras tanto, Aoi se recargó en la pared tras encontrar perdido entre los pasillos para hallar una cierta persona, enojándose de no haberlo encontrado para así hablar y reclamarle.
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¿Qué tal?
¿Les está gustando?
¿Quién es la persona quería visitar Aoi?
¿Qué piensan acerca de las intenciones del hombre de cabellos negros?
¿Quién es el hombre encapuchado?
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