Tres días pasaron, una hermosa chica de cabellos plateados se despertaba con calma, vestida con un camisón rosa de seda.
De ahí, entró el mayordomo a servirle el desayuno con taza de leche caliente
—Señorita Roselia, le traigo el desayuno— su tez era arrugada, siendo un hombre mayor de edad aún con las fuerzas de trabajar a pesar de su larga edad
—Gracias, déjalo donde siempre— el hombre obedece mientras que la chica se queda unos segundos en silencio —¿Cuál es mi horario de hoy ?—
—Bueno...., tiene una junta con su madre para hablar sobre los cazadores, el comercio con el reino Xinan y sus clases de esgrima— la chica se puso seria con estar cerca de su madre, pero alegre de practica más el esgrima
—Ya veo, gracias por informarme, puedes retirarte— el mayordomo hace una reverencia, pero antes de llegar a la puerta, se detuvo a decir más
—Hoy la escoltará el caballero Phillip— la chica suelta un quejido con oír ese nombre —Con permiso— se retira de la habitación
Roselia se jaló los cabellos con pensar en aquel caballero con ese nombre, odiaba tanto su presencia como su molesta voz de chico enamorado y algunas veces presumido en su trabajo con tal de llamar su atención y que cayera en él.
—Maldita sea— sentía unas inmensas ganas de golpear todo a su alrededor, tener que sentir más y más ataduras de ser princesa y elegir a un caballero o príncipe para casarse que no fuera de su tipo, pero aún tenía la esperanza de que en alguna parte, encontraría al chico indicado.
Por otro lado, Hinatari se sentaba frente a Seimei con su plato de desayuno, volviendo a bostezar del sueño que tenía
—¿Otra vez has dormido tarde?— pregunta un poco burlón mientras comía su primer bocado
—Lo siento, pero intento entrenar lo más que puedo en secreto para que mi cuerpo responda ante cualquier ataque, ya he estado menos activa últimamente—
—Es obvio, ese pelón amargado no nos da descanso de nada, lo único que sabe hacer es gritar y gritar, me sorprende que sus cuerdas vocales aún funcionen después de tanto hablar fuerte por más de 48 horas— se cruza de brazos
—Ni que lo digas, tiene una buena resistencia— ella sigue comiendo
—Tranquila, un día de estos verás que no podrá hablar ni en una semana— ríe con sólo pensar al comandante sin voz y luchando por querer decir algo
—Como siempre, te gusta burlarte de todos a sus espaldas— Hinatari suelta un suspiro
—Es divertido, me ayuda a desestresarme— ríe un poco.
Por otro lado, el comandante caminaba junto al hombre encapuchado entre los pasillos del castillo, algunas vidrieras iluminaban el cabello rojo de éste mientras mantenía su firmeza y seriedad a pesar de que no era necesario cuando estaba con su amigo
—¿Estás seguro de abandonar el entrenamiento de agilidad? Esos jóvenes aún no dominan la movilidad de su cuerpo, para que comiencen a usar las armas, deben de tener al menos contemplado lo que resiste sus cuerpos cuando cargan el arma— preguntó el encapuchado
—Sí, recuerda que no tenemos tiempo, te dije muchas veces que dejes de ser compasivo y recapacites, el personal hace lo que puede para defender a la gente de cada enemigo que viene encubierto, incluso los que atacan por el bosque cerca del castillo— el encapuchado no dijo nada al respecto, estaba triste de perder tantas vidas, pero no quería arriesgar las nuevas que estaban en proceso de ser futuros cazadores y más que perdieron la alegre juventud —Lo siento amigo, pero esta decisión está tomada, por el bien del reino— se retira a preparar todo, el encapuchado no dijo ninguna palabra más, a pesar de ser el superior del comandante.
Hinatari y Seimei habían terminado de desayunar hasta que entra el comandante a informar con su voz alta y grave
—¡Vayan por sus armas inmediatamente, los que no tengan, diríganse a la sala de armas ahora mismo!— miró a los caballeros que estaban parados cerca de la entrada, inmediatamente entendieron lo que quiso decir el comandante.
Al estar en la sala de armas, Hinatari y Seimei debatían por cuál usar, habían hachas, lanzas, espadas y escudos, mazos, mazos de cadena, arco y flecha, ballesta.
Seimei eligió sin dudar 2 hachas con un peso algo ligero. Hinatari estaba muy indecisa, había muchas opciones para empezar.
—¿No puedes elegir?— preguntó Seimei acercándose a ella
—No, ninguna llama mi atención— dicho comentario, él se pone a revisar cada arma y determinando cuál sería más apto para ella, entre esas las mejores opciones estaban la espada y escudo, pensando como novato, pero descartó las ideas debido al peso de las armas
—Las armas son una esencia de nosotros, pero también es nuestro reflejo, busca el tuyo en una de ellas—
Hinatari puso atención y se concentró en ver cuál sería el indicado.
Tomó un tiempo, pero al final lo halló a través de un pequeño rayo de luz, dejando ver un arco de madera bien pulida y barnizada con un carjac de flechas bien construidas con las puntas hechas de hierro.
—Creo que tendremos caminos separados cuando estemos en batalla—
—Lo siento— Hinatari se disculpó y baja su mirada
—No te preocupes— Seimei pone su mano en el hombro de ella —Estando separados, podemos cuidarnos el uno al otro— esas palabras fueron lo suficiente para devolverle su sonrisa
—¡¿Qué hacen ahí?! ¡Salgan si ya agarraron sus armas, hay muchos esperando!— Seimei se molestó por la interrupción
—Sí, lo siento— los dos salen corriendo hacia el campo de entrenamiento.
Una vez allí, todos estaban listos para sus lecciones, bien formados y firmes.
El comandante llega nuevamente con el encapuchado a su lado
—¡Atención! ¡Los quiero divididos en filas conforme iré nombrando!— saca un papel de sus bolsillos —Escuderos, al frente— todos los que eligieron escudo se pusieron al frente de todos —Espadanchines, atrás de ellos— ahí Aoi junto a resto obedecieron a la orden, luego siguieron los Berserkers, los mazos de cadena, los catapultas y hasta atrás, los arqueros y ballestas sobre una plataforma que se formó con una magia del encapuchado —Este será su pocisión de batalla, como debemos atacar ¿Está claro?—
—Sí comandante—
De allí, él ordenó que cada fila se reuniera en diferentes partes del área de entrenamiento para comenzar sus roles, asignando nuevamente como enemigos los caballeros antes creados durante la sesión de agilidad, sólo que esta vez portaban el arma que cada novato tenía, a excepción del escudero, arqueros y ballestas.
Para ellos, los escuderos luchaban contra espadanchines y algunos arqueros, mientras que con ellos, practicaban a través de blancos, la cual todos fallaban, siempre tiraban lejos del centro al igual que los ballestas.
El comandante notaba nuevamente el mal rendimiento de los novatos, de mejora, pasaban a peor, más con sus cuerpos que se movían cada vez más lento y con dificultades
—Te lo dije, los has forzado mucho, y si no tienen motivo por la cual hacer este entrenamiento, se debilitarán más rápido— dijo el encapuchado, preocupado
—Entonces necesitaremos ayuda de ella—
—¿Quién? ¿La princesa?—
—Sí, ella entrena igual que nosotros, creo en lo que ella va aprendiendo y su modo de batalla, he estado pensando en que ella se encuentre presente para los futuros entrenamientos y examine a cada uno de los novatos con tal de elegir uno, al mismo tiempo, le favorecerá a ella para entrenar en un ambiente más pesado que antes, he oído algunas quejas de ella que los entrenamientos de esgrima no le satisface y lo considera aburrido—
—No tengo problema en que ella se incluya a los entrenamientos, pero de que le quede claro que será mucho más intenso de lo que va aprendiendo—
—Es la princesa, ella es indomable— el comandante ríe un poco —Le avisaré en la noche de que será incluida junto a los novatos—
—Sólo que esta vez te llevarás los regaños de la reina, ya sabes cómo se pone cuando su hija está con los "clase baja"— el encapuchado hace ademán con los dedos cuando dice las palabras entre comilladas
—Seremos los dos que nos llevaremos ese paquete.
—Sin duda— ríen un poco y siguen supervisando el entrenamiento de los novatos, que iba de mal en peor, tanto los espadanchines como los arqueros, muy pocos daban en el blanco, apenas Hinatari podía apuntar casi cerca del centro, ya que la cuerda era difícil de jalar debido a la fuerza que se debía de tener.
Aoi luchaba sin problemas, aunque se iba cansando mucho, pero no se rendía tan fácilmente, a cada rival, veía al ser que deseaba tanto enfrentarse, ayudando a que siempre se levantara. Seimei no se cansaba para nada, destruía a cada rival que veía sin problema alguno y sin piedad, clasificándolo como seres insignificantes, lo mismo para Aurora, sólo que le daba igual todo lo que hacía o sucedía frente a ella.
Después de tantas horas de entrenar, los novatos regresaron a sus habitaciones para darse su respiro mientras que el encapuchado y el comandante fueron con la reina a platicar la situación de la princesa de estar junto a los reclutas, al principio la mayor no lo tomó muy bien, pero fue convencida con el fin de que su hija pudiera luchar y defenderse en casos intensos, además de que la estará bajo la supervisión de los dos.
Por otro lado, en la noche, la madre de Hinatari veía una foto que era tapada por la luz de la luna con tristeza, ya eran 3 días de no ver a su hija y a Seimei, ni siquiera una carta de ¿Cómo están?, si están comiendo bien, ¿No hay problemas dentro del castillo?.
Tantas preguntas sin responder, aún teniendo el deseo de saber el estado de los dos hasta que oye que alguien entra por una de las ventanas de su cuarto, se alarmó y se levantó rápidamente, pero se calmó al ver quién era.
—Tiempo sin verte— sonríe.
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¿Quién fue el que entró a la casa?
¿Qué creen que haya sucedido aquella noche cuando Aoi visitó al ser que odiaba?
¿Podrán Hinatari y Seimei resisitir a sus entrenamientos?
¿Qué le espera a Roselia junto al entrenamiento con los novatos?
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