Conocí a Gaby (jamás he llegado a averiguar si se trataba de una abreviatura, de un mote o de si era en verdad de la totalidad de su nombre) en la que sería recordada -por causas que más tarde relataré- como una de las más accidentadas ferias jamás celebrada, situada a las afueras de Chicago en un mes de julio especialmente soleado.
No me avergüenzo en reconocer que por aquel entonces mi…jefa era alguien de baja estofa moral (pero elevado poder y nivel económico), siendo mi principal y prácticamente único trabajo recopilar información acerca de individuos particulares a los que mi organización pensara atacar o manipular posteriormente. En aquella ocasión, sin embargo, su motivación era mucho más personal: venganza, curar su orgullo herido. Todo a causa de un aparente Don Nadie que había logrado convertir en víctima a la…llamémosla Mafia para la que trabajaba.
Así que, en resumidas cuentas, fui enviada a su última localización conocida para acaparar la mayor cantidad de información posible acerca de, bueno, todo lo que pudiera saber sobre Tomás (su apellido o, mejor dicho, supuesto apellido no es relevante para esta historia).
Fue un encargo como cualquier otro; una llamada tardía a un teléfono que me había sido facilitado con aquel único propósito, mi ligero encogimiento de hombros mientras confirmaba que estaba en marcha, la desaparición de otra casa a la que nunca llegué a llamar hogar y el viaje totalmente financiado a la ciudad que da nombre a uno de los más conocidos musicales de la historia. No sentí nada al despedirme de mi rutina de los últimos meses.
No había sido importante, yo no había sido importante; nunca lo era.
Sin embargo, lo que sí que sentí fue una creciente excitación y curiosidad por mi próximo destino pues, como tanta otra gente, había oído hablar de la feria ambulante de Gaby Julian, y deseaba conocer si tal fama era merecida o tan sólo otra habladuría y leyenda popular más.
Puede que no hubiera nada memorable en mí, pero si por algo destacaba, era mi curiosidad innata. Sólo he conocido a un individuo más curioso que yo, y fue en aquella mismísima Feria; un muchacho apodado por todos (incluido él mismo) como Tabasco pues, a sus tiernos ocho años, era un experto repartidor para un restaurante de comida rápida especializado en preparar todo tipo de platos en sus respectivos estilos tradicionales, pero con el doble de picante, fuera cual fuera la receta original.
Este muchacho –de aspecto zarrapastroso y abundantes pecas oscuras que resaltaban en su piel aceitunada y servían de perfecto acompañamiento a sus rizos castaños-, que llevaba siguiéndome los pasos desde el momento en que puse un pie en la Feria, mientras me recordaba continuamente cómo deseaba ser mi aprendiz de espía, fue el encargado de darme el comunicado que desencadenó el final de todo lo que conocía.
La invitación para conocer a Gaby Julian.
Recuerdo el momento exacto, pues coincidió con mi primera aproximación al fonógrafo magenta. Una moneda reposaba en el centro de mi mano mientras me debatía en el verdadero interés que podría tener participar en aquella superstición colectiva, cuando una voz aguda y cantarina me reclamó desde bastante menos debajo de lo que me gustaría tener que admitir.
-¡Jefa!
-Por decimocuarta vez, Tabasco, NO SOY TU JEFA. Que seamos las únicas dos personas en todo este maldito sitio que hablemos castellano no nos convierte en familia, understood?[1]
-Aye, ma’am![2] Pero te prometo que esta vez no es para que me incluyas en tus superaventuras a la caza y captura de Tomás el Siniestro.
Ante este comentario, solté una leve carcajada; mientras que a la mayoría de adultos Tomás les parecía, si bien un poco excéntrico, un personaje muy formal que transmitía confianza, con los niños en general (y el observador Tabasco en particular) el hombre era una clara amenaza que había que mantener lo más alejada posible.
Sabiendo lo que sabía, no podía sino estar de acuerdo con el chico.
-Creo que nunca me había repetido tanto hasta que te conocí…No vivo superaventuras. Lo único que tengo que hacer, y que te conté en PRIVADO, DONDE NADIE NOS PODÍA OÍR, es recopilar información para mi jefa y hacérsela llegar lo más rápido que pueda.
Mi pequeño interlocutor soltó un exagerado bostezo (aunque, considerando las pocas horas de sueño que se podía permitir, tuviera un poderoso poso de verdad en él) y se encogió de hombros.
-Vaaaale. Pero, de verdad, que esta vez no es nada de eso. Es la Señorita Julian.
Alcé una ceja; aquello sí que era inesperado.
-¿La Señorita Julian? ¿Como en Gaby Julian, dueña y señora de esta Feria?
-Esa misma. ¡Hoy me ha dado de comer! Estaba todo muy bueno, aunque hayan sido verduras y pescado, ¿sabías que el brócoli puede llegar a estar bueno si se cocina bien?
Jamás estaría de acuerdo con esa afirmación, pero me abstuve de hacer cualquier tipo de comentario y simplemente le indiqué que continuara con su narración.
-Bueno, la cosa…que me ha preguntado (muy amable todo el tiempo, aunque había algo muy raro en ella, no sé el qué, pero era WEIRD AS BALLS[3] ).
-Language![4]-Le interrumpí, causando una risilla traviesa por su parte.
-Pues eso, que me ha preguntado (pero creo que ya lo sabía), que si era cercano a ti y le he respondido que OBVIAMENTE, que dentro de poco conseguiré que me conviertas en tu aprendiz.-Ni me molesté en poner los ojos en blanco.-Y entonces me dijo que si podía transmitirte su invitación a una cena privada con ella, que sabe que te estás quedando alojada en el parque y que te has ofrecido ya a ayudar en varios puestos a cambio de nada y que una nueva vecina tan amable se merece, mínimo, una buena cena. Te recomiendo muy fuerte que aceptes, je...eso-que-no-puedo-decir, ¡su comida está riquísima!
Fruncí el ceño, pensativa.
Era cierto que estaba alojándome en el pseudo-hotel que esta tan poco común Feria tenía para poder pasar el máximo tiempo posible en la misma. Así como el hecho de que estaba siendo mano de obra gratuita en muchos de los centros neurálgicos, pues en cualquier lugar público (de un bar a la sala de espera de un consultorio médico) fusionarte con el propio lugar era la forma más efectiva de poder fijarte en cuantos más detalles, mejor.
Así que, en teoría, todo lo parafraseado por Tabasco resultaba coherente y, sin embargo, era incapaz de entender cómo esto, como yo había podido llegarle a interesar a una persona tan rodeada de leyenda y misterio como lo era Gaby Julian.
Igual no debería aceptar; igual tenía motivos ocultos (no era ajena a todas las historias que se contaban sobre sus tejemanejes poco o nada legales más allá de la Feria, por no hablar de los rumores prácticamente confirmados de que trabajaba para una organización capaz de rivalizar con la mía en todas las acepciones con connotaciones negativas aplicables); igual era todo un error, o una broma muy elaborada…Por no hablar del tiempo que me iba a suponer…
“Pero, ¿y si no lo es? Y, aunque lo sea, ¿de verdad que no quieres conocer a un mito viviente? ¿De verdad que no merece la pena el riesgo? ¿La posible vergüenza?”
Maldije a esa parte de mi misma siempre consumida por la curiosidad; consciente de que había ganado, como tantas otras veces, la discusión de forma aplastante.
-Está bien, acepto. ¿A qué hora quiere que suba a su despacho?
El niño estalló en carcajadas.
-Don’t be silly![5] No quiere que vayas a su despacho. Quiere invitarte de verdad, DE VERDAD.
>>Quiere invitarte a su “apartamento”. Y, además, ella ya sabía que aceptarías, así que pasará ella misma a buscarte. Esta noche. Espera a una moto chula con una mujer alta subida, será una de sus ayudantes. Te subes y ya. ¡Hasta te traerán un casco y todo!
Tras haber terminado de transmitir toda la información con la que había sido provisto, la atención de Tabasco en aquel asunto se desvaneció como lágrimas bajo una ducha reconfortante y, sin darse cuenta de que yo seguía intentando procesar lo privado de la invitación que había aceptado sin –posiblemente- pensarlo lo suficiente, se centró en mi palma abierta, con la moneda aun reposando en ella.
-¡Oh! ¿Ibas a probar el fonógrafo? ¡Genial! ¡Ya meto yo la moneda!
Antes de que pudiera tan siquiera reaccionar, el chico ya había acometido la prometida acción sobre el viejo aparato.
Una voz profunda y que resultaba a la par reconfortante y perturbadora empezó a abandonar el aparato hasta llegar a nuestros oídos.
[Conocer a quién no se conoce a sí mismo es uno de los actos más meritorios y difíciles que se pueden llegar a llevar a cabo en este Mundo. Por lo tanto, está pagado exclusivamente con la absoluta caída en el olvido de esta información tras la trágica y, posiblemente, dolorosa muerte de quién lo logre].
Suspiré; no era precisamente un buen presagio.
Aunque tampoco es que lo esperara.
La noche se hizo de rogar mucho menos de lo que yo hubiera deseado; cazándome mientras aún me decidía entre cuál de mis camisas era menos informal, optando finalmente por una morada con costuras rojizas algo más ajustada de lo habitual y que prescindía de mis usuales patrones de cuadros y/o rallas.
El sonido de un motor en el exterior me hizo dar un pequeño respingo y, mientras me terminaba de abrochar la camisa y me ponía apresuradamente –eliminado así cualquier buena intención que tuviera previamente de causar una impresión formal- la única chaqueta que tenía que parecía apropiada para ir montada en moto sobre ella, salí al encuentro de una de las visiones más extrañas que jamás he presenciado.
La moto era totalmente anodina (de hecho, casi demasiado anodina, teniendo en cuenta la fama que precedía a quién la había mandado) y su piloto…
…me gustaría poder decir (aunque sea por orgullo propio) que recuerdo algo de ella, más allá de que parecía ser de género femenino y que su altura era muy superior a la media (cosas que, además, ya sabía por las palabras de Tabasco), pero lo cierto es que, incluso en el mismísimo instante en el que la observaba fijamente, era incapaz de retener ninguna información sobre ella.
¿De qué color era el pelo que sobresalía ligeramente de su casco? ¿O sobresalía masivamente, de forma evidentemente poco práctica? ¿Es que acaso sobresalía algo de pelo de su casco? ¿Y si su cabeza carecía de cabello; ya fuera por rapado voluntario o una decisión mucho más ligada a la genética?
La mano que me tendió con el casco, ¿era gruesa o fina? ¿Uñas largas o cortas? ¿Las cubría con guantes o resultaban así de artificiales de normal? Porque, parecían artificiales, ¿o no?
Pero, espera un momento, ¿me había dado el casco en mano o simplemente había cabeceado hacia la guantera para que lo cogiera yo misma?
Cuando me monté y me llevó en menos de un cuarto de hora a su espalda hasta el edificio abandonado, temporalmente reformado a casi-mansión para Julian, ¿era su cuerpo blando, duro, huesudo? ¿Desprendía calor o era el frío que tenía al bajar de la moto no solo dado a que mi chaqueta había resultado no ser tan apropiada como yo creía a este tipo de viajes, sino producto de un cuerpo helado inhumanamente que había permanecido demasiado tiempo junto al mío?
Cuando se despidió de mí, indicándome que esperara en el recibidor a mi anfitriona, ¿fue amable o cortante? ¿Su voz era grave, aguda o algo entre medias? ¿Me resultó su timbre agradable o irritante a más no poder?
¿Me había hablado si quiera?
Lo más escalofriante fue que, en el momento en que desapareció de mi campo de visión, ni siquiera era capaz de recordar la confusión provocada por la presunta mujer; ahora una mancha borrosa en mi mente, lo suficientemente grande como para saber que existía, pero no para causar preocupación real alguna.
Olvidando este momento… ¿contra mi voluntad? ¿Se aplica tu voluntad cuando no eres capaz de recordar aquello por lo que te la han quitado? No importa ahora; importa lo que ocurrió minutos después.
O, mejor dicho, quién ocurrió.
La puerta del ascensor se abrió.
Cabello dorado adornando un rostro de marfil, sonrisa cobriza a juego con la sombra de ojos y los afilados pómulos.
-Una noche perfecta para conocernos, señorita Broghtfar, ¿no es así?
Fui incapaz de no atragantarme con mi propia saliva.
No hay palabras para describir lo que se siente la primera vez que oyes la voz de Gaby Julian.
[1] ¿Entendido? Como el relato entero está en español, pero se supone que los personajes hablan en inglés, cuando uno de ellos cambie a español estos diálogos estarán en inglés; traducidos por servidora en las notas a pie de página.
[2] ¡Sí señora!
[3] Raro de cojones.
[4] La traducción literal sería “¡Lenguaje!”, pero la más correcta posiblemente sea “¡Esa boca!”
[5] ¡No seas tonta!
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