Me encontraba de nuevo frente al fonógrafo; móvil en mano mientras lo observaba distraída, todavía fascinada de cómo absolutamente todos los que en él introducían una moneda se alejaban con la piel una tonalidad más clara y rostros atónitos.
Suspiré. Por mucho que deseara saber la verdad sobre aquel aparato, me había rendido a la evidencia de que continuaría siendo un misterio, como tantos otros detalles de aquella Feria...
Mi segundo suspiro se vio abruptamente interrumpido por una voz hacia la que en aquel momento guardaba sentimientos muy encontrados.
- Siento no haber estado finalmente disponible hace dos días…
Giré la cabeza hacia Julian, alzando ligeramente la barbilla para, aunque sólo fuera en mi propia mente, acercarme algo más a su altura.
- Ya…
No quería hablar; había pasado un día entero sin que su pelo dorado brillara en mi mente y ahora no sabía qué pensar.
- Pero ayer…estuviste desaparecida.
Me encogí de hombros, intentando tapar mis dudas con fingida indiferencia; era una táctica bastante certera habitualmente.
- Estaba trabajando. De hecho, terminé mi trabajo. –Tampoco es que me quedara mucho margen, la Feria acaba en menos de una semana; pensé, usando la autocrítica silenciosa como un escudo más contra la situación. –Es más; sólo me queda revisar una última vez la redacción y…enviado estará.
Y yo me marcharé, a seguir como siempre. Igual que tú, supongo. Una pena que al final no llegaras a decirme la verdad del porqué de tanto interés en mí.
Qué equivocada estaba en este último pensamiento. En el mismo instante en que terminé de pronunciar aquellas palabras, un modus operandi que empezaba a reconocer en Gaby volvió a repetirse: mano al collar con más fuerza de la habitual, movimientos nerviosos (casi espasmos) de sus pupilas y mueca de una mezcla de angustia y ansia casi amenazantes.
- ¿Te importa si lo leo antes? Igual podría ayudar en la redacción…si es eso lo que te preocupa. Ya sabes, cuatro ojos mejor que…
Creo que siguió hablando pero, por primera y única vez, sus palabras no lograron capturarme, sino que me obviaron, casi como si las ondas sonoras que las componían pudieran pasar a mis lados sin tan siquiera rozarme.
Todo encajó.
Tomás sembraba caos, hacía dudar a la gente. Lograr que hicieran daño a los suyos, o que llegaran a dejar de considerarlos suyos, o ambas cosas.
La D…la D era de alguien…Alguien que había desaparecido de la vida de Gaby por Tomás.
Y, en el mundo sucio y oscuro de las organizaciones poco legales que entretejen en las sombras, la puñalada que nos había proporcionado Tomás era bien conocida…
Me eché a reír, amargas carcajadas llenaron el aire, rompiendo incluso los alegres sonidos provenientes de las más jolgoriosas atracciones.
- Así que eso era…
- Mejor si hablamos esto en algún lugar apartado…
- …sí, así es. –Gruñí, de repente cansada de su muletilla. –Me debes una buena explicación.
Frente a nosotras, una pareja de mediana edad y piel que exclamaba a gritos Futuro Melanoma introdujo una moneda en el fonógrafo.
[Nada te pertenece de verdad, salvo tus arrepentimientos. Así que sé un buen miembro de nuestro globalizado Sistema Capitalista y asegúrate de acumularlos indiscriminadamente. Cuántos más, mejor.]
La pareja puso mala cara mientras se alejaba, confusión en sus expresiones por ser posiblemente los primeros clientes del aparato que no recibían un mensaje personalizado.
O, al menos, no personalizado para elles en particular; mala suerte que estuviéramos nosotras detrás, he de suponer.
Esta vez, no fuimos a su residencia privada, sino a sus oficinas en el centro de la Feria.
Me ofreció asiento con sus habituales modales impecables, a lo que respondí apoyándome contra la pared mientras me llevaba las manos a los bolsillos de los vaqueros y la miré, expectante.
-¿Qué te hizo Tomás? O, casi mejor, ¿qué te hizo hacer? Sé cómo funciona. Y, sobre todo, ¿quién es D?
Ella me miró, y en aquel mismísimo instante supe que no quería otra cosa que confesar, que liberar el peso que su pecho albergaba…pero que no sabía cómo hacerlo.
Si yo hubiera sido de otra manera, hubiera podido ayudarla; pero, en esta vida, jamás he sido capaz de semejante hazaña, sólo recabando lo que los demás dejan escapar. Forzando que lo dejaran escapar dejándoles el mayor malestar posible en el proceso.
Por fortuna, al final la mujer logró arrancar su relato sin necesidad de un empujón extra, quitándose el collar mientras tomaba asiento para después cerrar su puño izquierdo en torno a él y comenzar a hablar.
- No recuerdo su nombre completo. No me refiero al apellido (que tampoco), sino a su nombre de pila. Me he obligado a olvidarlo, no merezco tener ese conocimiento. Pero a él… -Compuso una sonrisa que antes sólo había visto durante breves instantes en los que se permitía bajar la guardia, una sonrisa melancólica que parte de mí seguía queriendo que un día pudiera estar dedicada a mi memoria. –A él lo recuerdo perfectamente. D era cabezota; en ocasiones tan maduro como un niño de cinco años, hiperactivo hasta llevarme al borde de un ataque de nervios y capaz de llorar incluso con un anuncio de la lotería –se rio. –Pero también era divertido, valiente, único en la manera en la que formaba opiniones de todo y creía en hacer aquello que fuera justo y bueno para todo el mundo, costase lo que costase.
>>Y me veía, D me veía. Jamás me llamó Julian. De hecho, ni siquiera me llamaba Gaby, sólo Gab. Sabía hacerme reír y supo encontrar a la persona y los principios que hacía años había soterrado todo lo profundamente que había podido. Me dijo que entendía mi posición, que la gente que estaba por encima de mí era peligrosa y que, ya fuera por mí misma o por él, dejar todo esto detrás era casi imposible pero, si era lo que hacía falta para que de verdad pudiera sentirme cómoda con quién era (y que menos gente muriera, claro está), a él no le importaría sacrificarse…mientras a mí tampoco lo hiciera.
>>Así que, por increíble que te parezca, me vi a las puertas de dejar todo esto atrás; pero entonces apareció Tomás y, como quién no quiere la cosa, dejó caer una serie de ideas envenenadas plagadas de pequeñas pizcas de verdad.
>>”Ellos ya lo saben”. “No estás acostumbrada a lo que supone una vida sin privilegios”. “Tú sola no podrás protegerle contra todos ellos”. “Un día se irá y, entonces, ¿qué tendrás? ¿Bonitos recuerdos para deprimirte al saber que no van a volver?”. Todo aquello, cierto y, por supuesto, dicho con una sutileza y tino que no pienso honrar repitiendo- Había otros comentarios que se alejaban más de la realidad, aunque no calaron menos por ello; incluso más, si cabe.
>>”Hagas lo que hagas, es hombre muerto”. “Si no te entrometes, al menos será rápido”. “Está pidiéndote que sacrifiques quién eres a cambio de no cambiar él ni un ápice”. “Te va a robar lo que te hace especial, con lo mucho que luchaste por llegar aquí”. “Tarde o temprano, te cansarás de él; ¿quieres de verdad tener en tu conciencia haber sido tú finalmente su verdugo?”.
>>Ahora no puedo creer que tomara la decisión que tomé, pero supongo que ya no tiene remedio, ¿no es así?
>>Me alejé. Sabía que mi gente ya se había fijado en él y decidí ACTIVAMENTE no ponerle sobre aviso de que estaba en peligro, de dedicarme a poner excusas de por qué no podía verle, ¿sabes que es la única persona por la que he dejado la Feria en mitad de una campaña, aunque fuera por menos de dos días?
Calló, bajando la vista a su mano, ahora abierta mostrando el collar.
-Esto me lo dio antes de todo eso, antes de que ese hombrecillo decidiera que quería divertirse (o lo que sea que en verdad busque) a mi costa. Le hacía gracia lo mucho que me gustaba a pesar de lo diferente que era con toda su… ¿cómo la llamaba? Sí, estética. En verdad, D era estéticamente muy distinto a mí; pero no por ello encajábamos peor de ninguna manera, cabría decir que incluso mejor. –Suspiró, dejando de emitir aire a mitad del proceso, como si incluso aquella mera acción le doliera en aquellos momentos. –Creo que ya imaginas como acaba la historia. Yo también me lo tengo que imaginar; nunca me atreví a indagar qué pasó exactamente con D. Sólo sé que pasó y que ya no tiene remedio.
-Y entonces, ¿qué?
Ella se encogió de hombros.
-Continué con mi vida, pero teniendo, por segunda vez desde mi nacimiento, una verdadera motivación, algo que no sentía desde antes de alejarme de D, algo capaz de hacer mi pecho arder con intensidad y mi cerebro desear seguir funcionando a pleno rendimiento día tras día…lograr vengarle.
>>He pasado por muchas fases y planificaciones diferentes, incluso por una en la que me había decidido a ser yo misma quien asumiera el precio final; pero todas las acabé rechazando hasta concluir que a quién en verdad quería hacer pagar era a Tomás. Si él no hubiera abierto la boca, si no hubiera decidido que yo era su siguiente juguete, D estaría vivo. Puede que incluso llevando una vida feliz, incluso podría ser que llevare esa vida conmigo.
>>Y…entonces pasó lo que pasó con vosotros y supe que era cuestión de tiempo que decidierais tomaros también la justicia por vuestra mano. Y ya había oído hablar de tu profesionalidad…
Noté un pinchazo en el pecho, un pinchazo que en cuestión de segundos se convirtió en la envestida del cuerno de un rinoceronte.
Si bien siempre había sabido que estaba siendo usada, la confirmación no era algo que hubiera estado especialmente deseosa de escuchar.
- Por favor, no sigas, sé cómo continúa la historia desde aquí. Lograr atraer a Tomás a una de tus ferias Dios-sabe-cómo, sabiendo que le localizaríamos y que me enviarían a mí; camelarte a la tonta de la Informadora para que, finalmente, te dé los datos que necesitabas saber.
Dejé escapar algo a medio camino entre una risa y un gemido.
- ¿Sabes qué es lo peor? Que no estoy enfadada –clavé mis ojos en los suyos, sin importarme tan siquiera el mechón de pelo rebelde que se clavaba en mi pupila. -Igual D era el único que te veía, Gaby; pero ya no lo es. Yo te veo, y eres mucho más que… ¿qué crees que eres exactamente? ¿La organizadora de un evento lo bastante llamativo para que tus jefes puedan dedicarse a sus negocios turbios en la ciudad de turno sin que llamen tanto la atención? Porque eso es todo lo que ellos te hacen ser, un peón glorificado. Exactamente igual que yo; pero con trajes bonitos, popularidad y un aura de misterio que en realidad no es más que soledad.
>>Y me da rabia, porque podrías ser quien veo cada vez que te relajas, cada vez que dejas ir a “Gaby Julian, regente de la Feria que no parece una mera Feria”; pero tú pareces no verlo, tú sólo…has decidido que vengar a alguien que jamás te lo va a poder agradecer es mejor que intentar vivir. Alguien de quien, al mismo tiempo, has decidido incluso olvidar el nombre; ¿has pensado que igual esto no es tanto sobre él como lo es sobre ti? ¿Sobre cómo prefieres que una venganza sin sentido te defina porque ya no te sentías cómoda con en quién te habías convertido pero estás demasiado acobardada para descubrir quién podrías llegar a ser, lo que podrías llegar a hacer si empezaras a actuar como un adulto que asume su responsabilidad?
Me arrepentí de mis palabras nada más pronunciarlas; tanto por las buenas como las malas. Nunca le había hablado con tanta claridad a nadie, nunca había dado mi opinión brutalmente honesta, y ahora me sentía desnuda en el peor sentido de la palabra.
Su reacción fue tan anticlimática que me pilla con la guardia totalmente bajada.
Se rio; primero suavemente, luego con pequeños espasmos recorriendo toda su espalda, finalmente a carcajada limpia.
Tras varios minutos aprovechados para dejar de apoyarme en la pared, ahora usando como única sujeción la fuerza de mis pies sumada a una rabia que me podría haber mantenido erguida por horas.
Finalmente, dejó atrás su ataque de risa y me miró, burlona y condescendiente; de una forma que nunca antes lo había hecho.
- ¿Y hacer qué, eh? ¿Huir contigo?
Tragué saliva mientras me acercaba a la puerta.
Mientras me alejaba de ella.
- Ahora ya no.
Comments (0)
See all