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Cuentos De Khuarhya

— Regreso — Reupload

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Aug 30, 2021

Regreso
El viaje de retorno fue amargo. Los ecos de lo sucedido en aquella cueva aún se repetían en su cabeza, pero más que nada sentían una victoria vacía. No fue por su fuerza ni por sus habilidades que hubieran ganado; la criatura demostró más de una vez que, de haber estado en buenas condiciones, el desenlace pudo haber sido otro. Ganando apenas por una pequeña diferencia, esto lo sintieron fuerte en su orgullo; después de todo, ellos provenían de Thar-Abbys, la academia más reconocida del mundo, la más grande de entre todas. Pero aun así, los últimos momentos de la criatura fueron simplemente muy desagradables; no hubo lucha final ni desenlace épico para ellos, solo fue una victoria vacía.
El sol suave y reconfortante salía a sus espaldas, recompensando a los que aún vivían después de la noche anterior.
—Oye, niño, ¿murmuraste "Tolwur" mientras el monstruo se quemaba? —Mina preguntó mientras arrojaba las últimas paladas de tierra en la tumba del animal y sus crías.
—¡No! No es "Tolwur"... es Tallwor, es el nombre de mi región para "rabia" y ¡no soy niño! —Jacob respondió ofendido. En sus manos tallaba un madero con la inscripción: "Aquí yace una madre y sus hijos, que encuentren paz y duerman tranquilos".
Un grupo de hurofalcos los veía de lejos, mucho más tranquilos que ayer. Salían del bosque, mirándolos de reojo para después alejarse montaña adentro.
—¿Rabia? Si hubiese disparado al animal... ¿nos podríamos haber infectado? —preguntó Íthil, cuya mochila estaba abierta a un lado, dejando ver inciensos e instrumentos mágicos. Este sacaba incienso y una copa de cerámica, llenándola con licor y prendiendo un cono de incienso sobre el último pedrusco colocado por Mina. Un pequeño altar quedó en el lugar donde lucharon la noche anterior. Los tres limpiaron los desechos del lugar.
—Sí... muy probablemente hubiéramos muerto si no recibíamos vacunas en las próximas horas —Jacob asintió mientras veía los varios instrumentos mágicos de la bolsa. De entre ellos, un guante de plomo llamó su atención, pero justo cuando iba a preguntar, fue distraído por los jadeos chillantes de un Hurofalco.
—Ya veo, tomaste en cuenta eso y por eso nos detuviste; querías evitar más contacto con los fluidos de la bestia —Mina reflexionaba mientras sostenía al Hurofalco y limpiaba una rama. Este luchaba enardecidamente, moviendo su extremo inferior de lado a lado, donde la rama amenazaba con convertirlo en un intento de comida de feria, pero al cabo de unos minutos Mina perdió el interés.
—¿Hurofalco en un palo? —pensaron Íthil y Jacob.
—Muy bien, luchaste por tu libertad y supervivencia, admiro eso, pequeño —Mina observó al Hurofalco y este la miró, cansado de su lucha. Desatando al pequeño, Mina y el Hurofalco se miraron y se aceptaron el uno al otro, comprendiendo los sentimientos mutuos, y con un giro del brazo, el pequeño se convirtió en una estrella en el cielo.
—¡Fuera de aquí, cosa! —Mina arrojó con todas sus fuerzas al pobre animal. La constelación del Hurofalco nació esa madrugada.
Ya se avistaba el sol y los habitantes del pueblo preparaban herramientas y juntaban sus esfuerzos para iniciar un nuevo día. Los animales restantes de granja salían a pastar de entre los graneros y refugios. Pasada la tormenta, pudieron ver cómo la gente retomaba tranquila su manera de vivir, esta vez sin Hurofalcos. Al menos esto les dio un poco de ánimo.
Los jefes del lugar dieron su firma al contrato extendido frente a ellos por Íthil y compañía. Los aventureros juntaron sus pertenencias y emprendieron el viaje de regreso.
Thar-Abbys no se encontraba lejos, solo estaban a escasas tres horas de viaje y, afortunadamente, la región poseía una bien estructurada red de caminos. En el pueblo se encontraba una terminal del afamado Tren Multicontinental. El grupo se acercó a las ventanillas y en estas los recibió con una sonrisa un hombre de ya avanzada edad.
—Buenos días, jovencitos, ¿supongo que van a la academia? —preguntó amable el hombre. Los tres aventureros asintieron y presentaron sus identificaciones temporales y recibieron los boletos correspondientes. La estación constaba de dos pisos: el inferior estaba cerrado al público ya que carga y correo eran distribuidos por este, mientras que el superior servía de entrada a los carros para pasajeros del Multicontinental. Y mientras esperaban, un carro de equipaje mediano con hermosos detalles en bronce y acero se acercó por sí mismo, movido por magia, reaccionó ante los pases de abordaje del grupo y se dispuso a ofrecerles el servicio de transporte de equipaje. Mina e Íthil pusieron sus maletas en este sin ningún problema. Justo en ese momento, Mina volteó con Jacob:
—Oye, te ayudo con la maleta —exclamó Mina mientras dirigía su mirada unos centímetros hacia abajo. Jacob la miró perplejo al principio, para unos instantes después, enrojecido en una mezcla de ira y pena, apretando los puños y como haciendo una rabieta les dijo:
—¡Y... y... yo puedo solo! El hecho de que aún no he crecido no significa que soy un inútil, ¡creceré, VOY A CRECER!
Mina lo miró indiferente al mismo tiempo que Íthil apenas soportaba las ganas de soltar a carcajadas.
—¿Eh? Yo no lo digo por eso, yo lo decía por tu... —Mina no tuvo tiempo de terminar su frase para cuando Jacob posó su mano en el riel lateral del coche. Jacob emitió un sonoro estruendo que iluminó todo el andén.
—¡Tu extremadamente agresiva alergia a la magia! ¡HAAHHAHAAH! —Íthil dijo mientras se revolcaba en el piso sin contenerse; risas y lágrimas en sus ojos salían sin control.
—¡AL MENOS NO TENGO ESCAMAS EN EL TRASERO COMO USTEDES! —gritó el grumo quemado en el piso llamado Jacob.
—¿Oye, amiguito, quieres golpes? Porque es así como obtienes golpes —dijeron Mina e Íthil mientras tronaban sus nudillos y lo miraban con desprecio al suelo.
El día dejaba ver sus momentos más cálidos, cuando un vehículo que no podía más que ser llamado un tren arribó a la estación. Sus vagones enormes y compuestos de torres de piedra amplias y ovaladas, descansaban sobre plataformas de roca finamente tallada y con relieves barrocos. Impulsores monolíticos inferiores emitían luz en su parte inferior con un anillo purpúreo y naranja en el centro.
Este se detuvo en la estación mientras, orgulloso, un gigantesco cuarzo traslúcido yacía recostado al frente. A sus lados, dos placas enormes de oro lo cubrían lateralmente, girando como una turbina. El cuarzo daba energía al monolítico y enorme vehículo. Este gigantesco pueblo móvil, flotaba sutilmente tres metros por arriba del suelo, guiado solo por un riel de hierro; avanzaba elegante y silencioso, sin fumarolas de ningún tipo. Tiendas, baños públicos, restaurantes, bares e instalaciones adornadas como si fuera una villa en las montañas, donde lujosamente se alojaban espaciosos bloques habitacionales con jardines interiores y varias comodidades que solo en un hotel se podrían encontrar.
—¡WUUOO, enorme! No importa cuántas veces lo vea, el Multicontinental es enorme. ¿Sabían que es movido por [Stone-Works]? Parece que fue hace tanto que dejamos de usar combustibles —Jacob se dirigía a los otros emocionado mientras el tren se detenía.
—¿Parece que te gusta bastante, verdad? —preguntó Íthil mientras Jacob apenas contenía su alegría. El solo mirar las puertas activarse fue suficiente para marcar una sonrisa de lado a lado en Jacob. Los carros mágicos se replegaban solos a la parte inferior del tren de tres pisos para resguardar los equipajes. Casi era tiempo de partir.
—No hay duda que el Stone-Works es más económico que otras tecnologías. Yo misma vine desde Vael-Dragon al norte a bordo de la aeronave Luminiscencia; solo con un cristal de Cuarzo los Khuaryanos pueden mover montañas... ¡es realmente increíble! —dijo Mina mientras buscaban el cuarto número 513 entre los lujosos pasillos.
—¿Subiste al buque transporte de Vael-Dragon? —preguntó emocionado Jacob, dando pequeños brincos de lado a lado.
—¡Con calma, enano! Van a pensar que somos pueblerinos —refunfuñó Íthil, atrapándolo a medio brinco para detener su comportamiento.
—Disculpen, disculpen, es que mi tatarabuelo diseñó el sistema de navegación del Luminiscencia y mi abuelo los macrolevitadores que lo impulsan.
—Espera... ¿Mahogany? ¡¿Del clan Mahogany de Brodovya?! ¡¿La familia magnate de la región más fría del mundo?! —preguntó Íthil completamente asombrado.
Jacob asintió con la cabeza mientras los miraba sin saber qué decir.
—Mina, dame una cuerda, pediremos rescate, vamos 60/40 —dijo Íthil extendiendo la mano a Mina.
—Vamos 50/50, toma la cuerda del Hurofalco, con esta bastará —respondió Mina, dándole un cordoncillo.
Una hora y tres nudos después, el grupo decidió pasar el tiempo dentro del vagón, y por unanimidad, dejar a un lado los refunfuños y la situación del Strigiursa, además de bajar a Jacob del techo donde estaba amarrado.
—Me niego —dijo terminantemente Jacob con seriedad; una mirada determinada se veía en su cara.
—¿Eh? ¿Por qué? —preguntó Íthil mientras desataba los nudos.
—¡Es que así puedo verlos a la cara a la misma altura! —Íthil comenzó a bajar a Jacob de todos modos.
—¿Y tú, Mina?... ¿Cómo sabes hacer estos nudos sospechosos de tortura? —preguntó Íthil mientras le retiraba el nudo principal a un decepcionado Jacob.
—Cuando eres una mujer alta como yo, el mundo te lleva por caminos inciertos —respondió Mina mientras sus ojos deambulaban en el paisaje de la ventana como recordando otros tiempos. Una mirada de sospecha y silencio fue dirigida por Íthil y Jacob a Mina, pero temerosos de preguntar más, dejaron el asunto así.
—¿Por qué no vamos a desayunar algo? Como ven, estoy hambriento —Íthil exclamó al tiempo que jugaba con una moneda en la mano.
—¿Es cierto, estás algo delgado, no crees? —preguntó Mina.
—Sí, tienes razón, nos dijeron que eras un Drakoorias en el gremio cuando formamos el grupo de cacería —Jacob exclamó.
—Cierto, cierto, uno al imaginarse un hombre Drakoorias no puede más que imaginarse un ejemplar de espalda ancha y brazos fuertes —dijo Mina mientras un ligero tinte rojo subía por su cara y tomaba su barbilla con su índice y pulgar.
—¡CÁLLENSE! ¡No es mi culpa que los Drakoorias de mi especie sean delgados, y aunque no lo parezca, soy igual o más resistente que tú, Mina, no menosprecien el orgullo de los Skelety Horros! —dijo Íthil erguido y orgulloso.
—¡OOOOOH! Pequeñito, te romperé como una alita de pollo, ¡nosotros los Torrenta Ataradon podemos contra todos! —Mina e Íthil se veían a los ojos mientras un aura atemorizante ahuyentaba a los demás del lugar.
—¡Con calma, los dos! Todos sabemos que los Drakoorias son fuertes —dijo Jacob mientras trataba de detener la pelea inminente. Varios pasajeros y miembros del Multicontinental huían del lugar con temor.
Después de unos minutos, todo parecía llegar a un acuerdo pacífico mientras todos se dirigían al carro comedor.
—Por cierto, ¿cómo es la vida de un Sifrit? Siempre he tenido dudas —Mina se dirigió curiosa a Jacob.
—Bueno, soy bastante resistente aunque no lo parezca y puedo sobrevivir a muchas situaciones incómodas, como perder brazos o caídas grandes, aunque nunca he sufrido una. Aun así, los golpes duelen, pero lo más importante es mantener tu Dhragul fuera de peligro; si no lo perdemos, todo estará bien —dijo Jacob mientras jugaba con un pendiente cristalino color rojo vivo; de este, engarzado en el collar, una piedra aterciopelada parpadeaba cuando Jacob la tocaba.
—Ya veo, tiene sus problemas también —exclamaron juntos Íthil y Mina.
—Tomando en cuenta... ¡ser un Drakoorias no es tan difícil! ¿Cierto, Mina? —Íthil se dirigió a Mina.
—No, no lo es. Solo tenemos problemas con nuestro manejo de ira, pero poder convertirte en dragón y correr libre sobre otros es simplemente tranquilizante —Mina nuevamente se alejaba en su mundo, seguramente recordando encuentros anteriores.
—Tienes un punto, aunque yo prefiero relajarme descansando. Supongo que cada una de nuestras muchas especies tienen diferentes gustos —respondió Íthil mientras tomaban café en el carro comedor.
—Drakoorias, ¡pero diferentes! —exclamaron al unísono Íthil y Mina.
—Supongo que ser un Humano o un Dechnol tienen sus beneficios también —Mina acercaba una silla al comedor.
—Yo tengo amigos Humanos, a pesar de no ser tan fuertes como ustedes los Drakoorias o los Sifrit, casi todos son genios, talentosos en algo o poseen fuertes habilidades mentales —respondió Jacob mientras todos desayunaban.
—Tienes razón, me enfrenté a uno hace tiempo en un callejón de Naglesh. Sus poderes de telekinesis son realmente molestos —Íthil exclamó mientras mordía un pan dulce.
—Los que me causan problemas a veces son los Dechnol; no los odio, pero su manera tan monótona de decir las cosas como si no importara, mientras te dicen que se preocupan por los demás, me es muy contradictoria. Además, ¡NO COMEN! ¿Cómo pueden existir así? —Mina tomaba pan y trozos de tocino; se podía ver claramente cómo la idea de no comer la perturbaba profundamente.
—Oh, sí, lo he visto, no poseen aparato digestivo, me es un total enigma, pero a ellos también parece incomodarles. Hay muchos que se rellenan el torso con prótesis suaves para no llamar la atención —Íthil tomaba café y más carne del centro de la mesa. Al parecer, los dos Drakoorias disfrutaban el platillo con animosidad, mientras que Jacob alternaba entre fruta y otros alimentos.
—Íthil tiene razón, los Dechnol no pueden ser curados ni pueden comer. Al parecer se reconstruyen con los materiales circundantes cuando duermen. Son muy diferentes a lo que podrías llamar organismos, pero a pesar de todo son muy fuertes. He oído historias de Dechnol con cabelleras largas que usan como si fueran armas, las tribus más al norte tienen alas como ángeles, mientras que las de más al sur están organizados en clanes que poseen características de animales, pero todos poseen armas y equipos tan avanzados que son casi indiferenciables de la magia —Jacob exclamaba entusiasmado; al parecer el tema no le era ajeno.
—¡Con calma, amigo, estamos desayunando tranquilos! —interrumpió Íthil, notando un repentino y entusiasta cambio en su compañero.
—Lo siento, es que al notar sus cuerpos y habilidades no puedo más que emocionarme de cómo es que funcionan y por más que he tratado de convencer a la única Dechnol que conocía en mi pueblo, ella solo huía. ¡Inclusive le ofrecí dinero, regalos y dulces, nunca quiso siquiera dejarme revisarla! ¡No puedo solo dejarlo así, NI COMO HERRERO!, ¡NI COMO HEREDERO DE MI FAMILIA DE FORJADORES!, ¡LLEGARÉ A TUS MÁS PROFUNDOS E ÍNTIMOS SECRETOS! —exclamaba emocionado Jacob mientras resoplaba por la nariz al tiempo que sostenía un martillo y un desarmador en sus manos.
—¡ACOSADOR! —dijo Mina mientras dejaba inconsciente a Jacob con un golpe sonoro. THUD retumbó en el carro mientras las mesas y vajillas de todos tintinearon por un momento como campanillas.
—así que la locura es de familia — pensó Ithil mientras continuaban su viaje 

heavytanksama
Tank Le Black

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gerardodavidfenix1
gerardodavidfenix1

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Muy buena historia, ese Jacob parece un pequeño gato avaricioso XD

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