La historia de El loco Christian era de los relatos más trágicos que podían existir dentro del ajuar de leyendas locales del pueblo de Cherry Fields, y por lo tanto, la favorita de Zac y Lizzie para narrar. Ese par resultó se impresionante. En cuanto tomaron asiento sobre los peldaños de la escalinata en la base de la escultura de la dama de piedra, ambos chicos ejecutaron el don de poder hechizar y atraer con la elocuencia de sus palabras y la magia de sus miradas a su esta vez único oyente, quien, muy para su sorpresa, se había dejado atrapar por el misterio y fatal encanto del cuento de un hombre desdichado, a quien el amor y el destino le habían aplicado una muy sucia jugada.
--- ¿Todo esto pasó en serio?--- quiso saber Josh, manteniendo aún dentro de su fascinación algo de incredulidad que le ayudara a no poner en juego su juicio.
---Pues eso dicen…---contestó Lizzie, otorgándole una mirada de cejas traviesas.
---Esta historia me la contó la hermana de un tío de la amiga de mi madre…así que puedes confiar en que es cien por ciento cierta.---agregó Zac, apartándose el cabello de la frente mientras brindaba a Joshua una sonrisilla de duende.
--- Y ese lugar…El castillo… ¿de verdad existe?---insistió en preguntar el chico, a quien las contestaciones de sus compañeros no le eran del todo fiables.
--- ¡Claro!, yo paso seguido por ahí, cuando regreso de mis entrenamientos en el polideportivo.---aseguró Zac.
--- ¿Y cómo es?... ¿Has escuchado algo?---interrogó Joshua, abriendo los ojos por la emoción.
--- ¿Yo?, ¡No!...ni de loco me acerco a ese lugar.---exclamó el primero, desilusionando profundamente a su oyente--- Está en ruinas. Fácilmente se puede venir abajo en cualquier instante.
---Es un edificio muy viejo. Tal vez lo abandonaron desde hace mucho. Las puertas y ventanas están clavadas con tablas de madera y no lo he visto abierto nunca.---explicó Lizzie---…Aunque… no sé porque la acera permanece siempre limpia…---musitó después, entornando con gran intensidad los ojos hasta disminuirlos a dos finas ranuras.
--- ¡Imagínate!, bien quedo aplastado por andar de curioso, acercándome a la puerta. ¿Qué le irían a decir a mi madre?... --- prorrumpió Zac, haciendo un gesto preocupado--- “Señora…---prosiguió, actuando con las manos---su hijo quedó hecho papilla porque el espíritu atribulado de un fantasma le lanzó una pared encima a causa de que su muchacho andaba de fisgón”. No, no, no… cada quién con sus tragedias y sus llantos… ¿Cierto Liz?
Lizzie quien hasta entonces había proseguido con sus propias cavilaciones acerca del tema en silencio, le contestó a su compañero con una sonrisa afirmativa, acto seguido, alargó su mano y le acomodó con delicadeza un mechón de cabello rebelde tras la oreja.
--- Ya te ha crecido bastante.---le comentó, cepillando con la punta de los dedos aquel cabello ondulado y oscuro.
Zac, quien se había quitado el sombrero y puesto sobre una de sus rodillas antes de iniciar el relato, mencionó que le gustaría poder dejarlo crecer un poco más, despeinándose en el acto. Elizabeth volvió a alisarle, riéndose y explicándole que se veía como un atolondrado, y Zac, volvió a sacudir la cabeza. Así siguieron jugando, hasta que él decidió apaciguarla, colocándole el sombrero cordobés sobre la cara.
---No veo…---expresó Elizabeth, cuya voz resultaba tenue y cavernosa detrás de la copa del sombrero.
--- ¿¡Qué dices!?... ¡no te entiendo!…---le gritó Zac, sin intenciones de despejarle el rostro.
Lizzie volvió a enunciar su reclamo con mucho más fuerza y Zac, riéndose como todo un bribón le deslizó el cordobés hasta la coronilla, peinándole la mayoría del flequillo hacia atrás y dejando a la vista el ceño fruncido de una Lizzie con gesto de enfurruñada.
---Hola Liz, ¿Qué andas haciendo?, ¿Por qué te escondes tras tu sombrero si estás tan preciosa?--- preguntó el chico con voz de ternura.
---Ay cállate. No es cierto…---le desdeñó Lizzie, resoplando y reacomodándose el flequillo bajo el ala del sombreo.
---Claro que si lo estás--- repuso Zac, tomando el rostro de la chica entre sus manos para acercarlo hacia el suyo--- Eres bonita Elizabeth Lennox, como una flor de cerezo…---continuó canturreándole mientras le apachurraba las mejillas y meneaba su cabeza de un lado a otro--- ¿A que es verdad?
El cuestionamiento tomó por sorpresa a Josh, quien había estado contemplando toda la escena desde su sitio al frente de ellos con diversión, volviendo a considerar sobre la sensación de que, como había captado anteriormente, esos dos parecían mantener una relación muy cercana, llena de especial confianza y bastante cariño.
--- ¡Ya basta Zac!---exclamó Lizzie, zafándose molesta de entre las palmas del chico.--- Harás que se sienta incomodo.--- replicó, refiriéndose a Joshua.
Zachary Sprout soltó una carcajada traviesa y ofreció disculpas a su nuevo compañero de clases, admitiendo que tal vez si había estado cerca de provocar una imprudencia. Luego, redirigió su atención a Elizabeth y le pidió que no estuviera molesta.
--- ¡Aiish!---cuchicheó la chica, levantando el labio con desdén, a lo que Zac le respondió con un guiño y un beso soplado de lo más pícaros.
Josh notó como Lizzie esbozaba una sonrisilla tímida y entonces se le ocurrió una posibilidad.
---Perdón si les molesta mi pregunta, pero…ustedes son… quiero decir, ¿hay algo entre ustedes?
La idea no era del todo descabellada; de todas formas, el afecto era muy evidente entre ellos; también los ademanes coquetos, y la verdad, físicamente, lucían bien juntos, sin mencionar que su trabajo en contar la historia del loco había sido una magnifica demostración de sincronía que, se aventuro a deducir Josh, solo podía existir entre dos personas que mantenían una relación muy cercana. Por eso, cuando Zac y Lizzie comenzaron a reírse, luego de dirigirle miradas de extrañeza, Josh no pudo más que sentirse desorientado.
--- ¿Me equivoqué?--- cuestionó confundido.
---Somos primos.---le aclaró Lizzie, sonriéndole divertida.
--- ¿De verdad?... --- exclamó él--- lo siento…---dijo después, mostrándose profundamente apenado.
---No te apures.---volvió a sonreírle ella--- Debimos confundirte con tanto halago que nos damos. Es nuestra forma de demostrarnos afecto. Sin embargo, ---agregó, redirigiéndose hacia el que estaba a su lado--- Ya te había dicho que le aminoraras a los guiños y besos. Mira, Josh es el ejemplo perfecto de lo que puedes dar a entender.
--- ¡Ah!, no hay problema. --- Emitió Zac, chasqueando la lengua---Ya sabes que lo hago jugando. Además, ---continuó, hablándole a Joshua--- a Lizzie hay que recordarle que es linda seguido, porque si no se pone toda pachucha.
---Pachucho tú.--- gruñó la mencionada.
--- ¿Qué te pasa Liz?, si hoy me esmeré en mi arreglo.--- hipó Zachary, fingiendo ofensa.
--- ¿En serio?
---Si, claro. Mira, ¿No te parece que doy un aire de misterio hacia las chicas?--- dijo, cambiando su gesto atribulado por una sonrisa de lo más fanfarrona para después repetir el gesto de apartarse el cabello que le caía sobre parte de la frente.
--- ¡Ni un poco!...---aseguró Lizzie---…al menos no para mí; recuerda que yo sé que aún duermes con….
--- ¡Hey, hey, hey!, frena tu lengua primita, que no quiero que todo el parque se entere de mis cosas. Además, yo también tengo información vergonzosa que puedo dejar salir si tú decides compartir la mía.---la frenó Zac, tapándole la boca y levantándole el dedo índice en frente de los ojos en señal de cautela.
---Vale, vale. Me disculpo. ---le tranquilizó la chica, apartando la mano que estaba sobre su boca mientras la palmeaba con paciencia.
---Mejor, en lugar de solo ofrecerme palabras, invítame a cenar a tu casa y quedamos arreglados. ¿Qué hará de cenar mi tía-maestra?
---Me parece que mencionó un pollo a la mantequilla y trata de durazno de postre.
--- ¡Hosanna en las alturas!---entonó el primo de Lizzie, levantando manos y mirada al cielo en sincronía--- si no me invitas, yo me autoproclamo tu hermano perdido y muy necesitado de una rica cena.---agregó, poniendo la mirada de perrito extraviado más convincente que sus ojos color avellana podían exponer.
---Claro, claro. Ya sabes que mi mamá siempre hace suficiente comida. Solo avisa a mi tía para que no se preocupe.
---En eso estoy…---corroboró Zac, marcando el número de teléfono de su casa sobre las teclas de su móvil color negro--- Y a Joshua, ¿No lo invitas?
De nueva cuenta, la pregunta de Zac tomó de improviso a Josh, quien, reaccionando, se rascó la mejilla para adquirir cautela en su siguiente respuesta:
--- Sería un placer, pero creo que será en otra ocasión.---expresó--- Mi padre saldrá temprano hoy de su turno en la clínica y esta será nuestra primera cena juntos, los tres, desde que llegamos.
--- ¡Wow!, eso es conmovedor.---susurró Zac, sosteniendo el teléfono móvil sobre su oreja, genuinamente asombrado--- Yo puedo cenar con mis padres a diario. Incluso, hasta me fastidio de verlos.---dijo, interrumpiéndose inmediatamente después, pues al parecer, su madre le había escuchado decir el último enunciado a través del teléfono cuando contestaba la llamada.
---En cualquier otra ocasión, serás bienvenido.---le contestó Lizzie, sonriéndole con lo que Josh percibió como dulzura después de haber terminado de reírse del infortunio de su primo.
---Gracias.
---Aunque te perderás la tarta de durazno de mi tía-maestra. Mi madre también sabe prepararla. Es que es receta familiar.
---Gracias por darle el dato Zac.--- volvió a hablar Lizzie, aunque ahora con algo menos de bondad, dedicándole a Zac, quien acababa de terminar su llamada, un mohín de fastidio.
---Estoy para servirles.---sonrió el chico, fanfarroneando de nuevo con la sonrisa y el cabello después de guardarse el aparato dentro del bolsillo del pantalón.
Joshua sonrió, Elizabeth también, y Zac dejó que su carisma y encanto natural le inundaran la cara.
El trío se levantó de los escalones de concreto a pies de la dama de piedra, tomaron sus encargos y mochilas, y se marcharon a casa, conversando y riendo durante todo el camino.
La vida le jugaba malas pasadas a algunos; pero para ellos, el presente les ofrecía la inigualable gracia de poder sonreír.
Además… mañana sería sábado.
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