No fue hace mucho tiempo atrás que en las calles de Londres comenzó a correr la noticia de una pequeña niña divagando en las calles, era algo tan impactante y a la vez tan inmundo para estas personas, solo los llantos en las noches y las posibles visiones borrosas hicieron creer al colectivo de esta noticia, para muchos esto no era más que una simple leyenda urbana más del montón, pero para Marietta no fue más que los meses más pesados de su en ese entonces corta vida, aquellos días después de perder su hogar han dejado cicatrices difíciles de borrar, aquellos recuerdos que iniciaron desde pequeña, cuando lo único que quería era encontrar un hogar.
Hace poco que la pequeña apenas y sabía sobre sí misma antes de todo lo ocurrido en las calles, solo conocía su nombre, su edad y su familia, o en su caso, falta de, desde que ella tiene memoría ha vivido toda su vida en aquel orfanato, su día a día durante sus primeros años de vida siempre fue el mismo, pero ella no conocía nada mejor, solo podía imaginarse cómo sería aquel día en donde por fin pudiera conocer a aquellos que la consideran parte de su casa, ya que lo único que ella quería era salir de ahí, de las burlas más el acoso de aquellos que tenía que llamar día tras día “hermanos”, era impensable pensar en todas las sandeces y vulgaridades que contaban e insinuaban de la pequeña, lo que nunca entendió fue el porque, todos venían del mismo origen, pero entonces ¿Porque era la víctima de todos los insultos? Ella era una niña más en el orfanato, tanto era el acoso que las pocas veces en las que sus ojos se hacían notar, el bello verde esmeralda que poseía se convertía en un río cristalino de lágrimas, pero como siempre, ella no sabía nada mejor que aquello, esa sería su familia hasta que el destino la dejará salir de ahí, pero año tras año esas esperanzas se esfumaron de poco a poco, poco a poco la mente de la pequeña se convirtió en un mar de delirios y pesimismo, en donde las esperanzas de salir eran de pocas a nulas, lo único que a las encargadas se les ocurría hacer era poder separar a la pequeña de los demás, no importaba cuantas veces se le regañaba y advertía a los demás niños, los insultos no paraban, por lo consiguiente, los ríos de lágrimas no cesaban, y tan rápido como las luces del triste del dormitorio se apagaban, la vida de Marietta tomaría un giro sin retorno.
Aquel día no salió de lo ya determinado del status quo, mientras los demás niños hacían el ya tradicional caos, algunos se preparaban para cumplir el gran sueño que todos anhelaban, el poder tener un lugar donde llamar “casa”, para Marietta, aunque lejano seguía soñando por eso, pero por su parte, aquel día fue una chispa que encendió el todo, los insultos como siempre, provinieron de todos lados, mientras las encargadas hacían lo suyo, lo único que podía hacer Marietta era escuchar, no sabiendo qué hacer, solamente se podía quedar ahí, así pasó el día y la noche, mientras los demás jugaban, se pegaban y lloraban por ser castigados, la pequeña niña se mantenía aislada, todo el estrés y miedo que ha ido cosechando estaba hasta el límite, pero no había otra cosa más que llorar…
“Pero llorar es para los débiles y bobos”, “llorar solo te hace ver más estúpida, si los demás aguantan ¿Que te picó para que no aguantarás llorona?” , “no esperes que alguien venga por tí con tu cara llena de mocos solo porque no nos aguantas, tú te quedarás aquí como tonta que eres”. Eran las voces que se repetían en su cabeza, tantas emociones que se han guardado con el tiempo, era momento de dejarlo ir, estaba a punto de desaparecer…
“Niña, hay algo más allá del orfanato, huye de aquí” “La fuente del Roble está siendo preparada, la gente no para de bailar” “Dentro de lo más oscuro encontrarás la luz esperandote, solo tienes que escucharte, y huye”.
El tono de las voces era totalmente diferente, después de la chillante voz de todos aquellos que demeritan a Marietta, una voz cálida, llena de esperanzas y promesas se alzó ante todas
“Marietta, deja salir todo y huye, que el futuro es brillante en grandes praderas” “sal de aquí, y verás como cambiará todo”.
El mensaje era claro, pero ¿Las voces eran de confianza? ya se había acostumbrado tanto a las bromas pesadas que ya no estaba segura sobre lo que escuchaba o no, pero… Aquellas promesas, aquella tentación de salir y por primera vez ser feliz eran tan tentativas que era imposible no hacer algo al respecto…
Cuando la luna y las estrellas se asomaron a las calles de aquel pequeño pueblo todos se iban a dormir, todos menos la pequeña Marietta, estaba preparada para irse, que al final de cuentas “nadie me recordará”, era cruel y triste pensar eso pero que más se podía hacer, para ella lo que los demás decían era la triste verdad, nadie vendría por ella. Aquella noche en las calles de Londres, a la vista de nadie excepto el firmamento del espacio, una pequeña niña dejaría todo atrás, dejándose ir por aquellas voces que prometían algo mejor, ella no conocía otra forma de poder lograrlo, y si aquello fracasa, de igual forma nadie extrañaría su pérdida.
La casa hogar Geoffrey perdería a una pequeña de cabello rubio y ojos verdes de la que nada se sabía aparte de su nombre, aquella noche para muchos fue un incidente más, las grandes ciudades están más ocupadas con otros problemas que una niña de un orfanato saliendo, aunque para muchos esto era algo muy grave la noticia se fue olvidando, para muchos, excepto Marietta, la niña que dejó ir su hogar por una promesa, solamente armada con un camisón perfectamente lavado y blanco, y aquel vestido color café que todas las niñas tenías en esa casa hogar, fue buscando esperanza, fue buscando aquello que anhelaba desde hace años, un verdadero hogar. Pero lo único que en aquel día fue encontrado fue una terrible tormenta, no importara donde te encontrabas, las gotas de lluvia te encontraban, aquella noche el techo acogedor del orfanato se miraba tan lindo, con la chimenea y un té caliente esperándola, pero ya era muy tarde, siempre fue tarde, de qué servía tener un techo si en aquel lugar nunca fue bienvenida, ¿Vivir siendo el centro del odio de todos es acaso un bello hogar? pero qué más daba, ya no había vuelta atrás, Marietta se escondió en una caja de cartón, el único lugar donde se sentía segura frente a la lluvia, el único techo que pudo encontrar, y tan fácil como lo encontró este comenzó a colapsar, las fuertes gotas de lluvia hacían lo suyo, y aquella caja de cartón no servía ya para nada más, pero es lo único que hay, es el único lugar donde Marietta pudo encontrar soledad… Nueve, nueve fueron los años que Marietta tuvo que vivir en aquel orfanato, nueve fueron los años en donde se le negó el poder dejarlo todo salir a lo que ella tenía que considerar hermanos, nueve fueron los tortuosos años en donde tuvo que llamar esa pesadilla un hogar, nueve fueron los años que ha tenido que soportar para encontrar un pequeño momento, un pequeño instante para dejarlo todo ir, y así como la fuerte lluvía comenzó a mojar a la niña, un mar de lágrimas lo hicieron al unísono, tantos años siendo dejada atrás, tantos años en donde tenía que ser separada simplemente porque no era bienvenida se perdían entre todo el llanto que dejó ir, aquel techo, aquello que tuvo que “familia” ya no estaban, solo quedaban ella y su único techo.
Pasaron los minutos y de repente la lluvía se dejó de escuchar en los oídos de la niña, atrás aquel sonido metálico de cada gota que tocaba el basurero del callejón, lo único que se podía escuchar era una linda brisa, ni caliente ni fría, aquella brisa reconfortante al despertar, aquel símbolo de que todo será un gran día, adiós a la sensación del agua chocando en cada parte de tí, siendo reemplazado por un brillante sol tocando la piel de la niña, aquel calor tan reconfortante que consideraba perdido hace tiempo atrás, y por último, aquellos gritos e insultos que se escuchaban a diario ya no estaban, solo una voz se escuchaba en el medio del todo.
-Niña ¿Todo bien?
En aquel instante, los cristalinos ojos llorosos de Marietta pudieron ver aquel panorama, atrás quedando el frió y gris callejón que encontró, en su lugar, una gran cantidad de praderas llenas de un hermoso pasto verde la rodeaban, podía sentir como el pasto abrazaba sus manos, como le daban la bienvenida a este utópico lugar “T-tiene que ser un sueño” era lo único que pensaba, pero todo era tan real que sueño o no esto no importaba, de ahí su cara se enfocó en aquel chico que le habló, tenía una pinta que jamás en su vida ella podía haber visto, era un joven alto, posiblemente en sus veintes, de un cabello negro y corto digno de un modelo, aquellas ropas que poseía parecían tanto de un clásico rey de un cuento de hadas, pero a la vez, tenía toda la pinta de ser un explorador, alguien que prefería salir a buscar los misterios del reino por su propía cuenta, y aquella cara, llena de energía y esperanza, aquellas caras que al verla solo puedes ver buenas intenciones viniendo de el, pero, había algo raro en su propio rostro, una mirada de buenas intenciones era lo más facil para describirlo, pero algo se sentía demasiado… Perfecto, una pequeña sensación de desconfianza para aquellos observadores, pero que su cálida voz elimina todas las dudas
-Toma mi mano, te ves algo… Mojada-
-D-dónde estamos…-
Fueron las palabras que salieron de la tímida y cortada voz de la niña.
-Verás pequeña, justo ahorita nos encontramos a 20 minutos de mi pueblo, se que puede resultar de desconfianza pero confía en mí, todo estará bien en el camino a Pierdut-
Sin saber qué más hacer Marietta tomó la mano de aquel chico, una mano que parecía enorme a comparación de las delicadas manos de la niña.
-Antes de que se me olvide, Soy Isaac, es un gusto ver que te encuentras bien-
-Y-yo soy Marietta… E-el gusto es mío-
Con la ayuda de Isaac ambos tomaron rumbo entre las praderas, todo se sentía demasiado inusual a los panoramas a los que ya se habían acostumbrado los ojos de la pequeña, era como vivir una fantasía, un sueño, pero había algo, una sensación que hacía que todo se sintiera tan cierto que era difícil no negar el anhelo de que aquel lugar si fuera verdad, que aquel fuera el escaparate donde todo cambiaría a mejor, mientras se iban acercando a un puente la niña preguntó.
-Y I-Isaac ¿D-donde… D-donde estoy?-
-Oh es cierto, que bien que lo preguntas que por poco olvido mencionarlo, ahorita nos encontramos cerca de mi querido pueblo natal, Pierdut.
¿Pierdut? Para cualquier otra persona esto pudiera sonar como una trampa o algo riesgoso, para nadie la palabra Pierdut se encontraría en los mapas de cualquier país o ciudad, pero para Marietta nada de esto importaba, el poder sentirse libre, lejos de todo aquello que la hizo sufrir, aún y con tantas preguntas, la que más se escuchaba en la casa de la niña era.
¿De aquí será mi familia?
Que tal si todo este tiempo esto era un plan, una prueba, o algo, lo que fuera, pero la imagen de poder encontrarse con posiblemente sus padres, poder conocerlos, poder ver alguna vez…
Aún no era el momento de pensar eso, Isaac pudiera ser alguien de confianza, pero, nada era seguro, todo se sentía tan… Bien, había muchas cosas de las cuales Marietta quería preguntar, pero, lo único de importancia en ese momento era el saber si aquel pueblo en la lejanía del todo, en donde todo parecía ser tan brillante, pudiera ser lo que ha deseado todo este tiempo, su hogar.
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