Parte 1
13 de julio de 2011 a las 23:22
Ubicado a pocos metros al noreste de la zona afectada por el incidente del 21 de junio, el barrio chino cambió poco desde entonces.
Repleto de callejuelas, callejones y rincones oscuros, junto con edificios de arquitectura asiática, es un lugar que en el pasado sirvió como cobijo para los inmigrantes chinos durante la fiebre de oro victoriana. Ahora, aparte de ser una importante atracción turística, también es un lugar cómodo para los inmigrantes psychis provenientes de toda Asia.
Philip y Willo descendieron sobre un pequeño edificio de dos plantas que se encontraba en la calle principal. Ella le señaló a él una entrada por el ducto de ventilación e ingresaron a la planta superior de ese edificio.
Cuando Willo prendió la luz, Philip pudo observar el estado de ese lugar. Sillas y mesas amontonadas, polvo, telarañas, humedad y suciedad. A pesar de todo eso, pudo reconocer lo que era este lugar, un pequeño restaurante de comida china.
—Este lugar…
—Es el restaurante de mi madre.
—Parece bastante descuidado.
Ella lo miró irritada, pero luego cerró los ojos y levantó su cabeza.
—Ella tuvo que dejarlo hace unos 7 meses porque cayó enferma. Ahora mismo sigue internada.
—¿Acaso está en la clínica Hecker?
—Así es. Por eso acepté tu idea de ir hacia New Delta. Me quedaré allí.
Philip tomó una silla, limpió el polvo sobre ella y se sentó.
—Bueno, solo tendremos que esperar hasta que sea de día y podamos movernos con más libertad. Si nos desplazamos durante la noche es muy fácil que nos encuentren.
—No pienses que he cambiado de opinión. Tú vendrás conmigo, mientras tengas la piedra no te me escaparas.
—Sí, sí. Lo entiendo. Antes que nada debemos definir qué hacer. Si vamos a luchar para ver quién se queda con la piedra del otro o si vamos a buscar la tercera y resolverlo después.
—Mi idea es que me la entregues sin tener que luchar de vuelta, ya te he vencido.
—Y yo no tengo motivos para hacerlo. Tengo ventaja, no quieres matarme, pero no puedes arrancarme la piedra sin hacerlo.
Willo levantó los hombros, como si no le importaran las palabras de él.
—Puedo arrancarte el brazo con el sello, seguro que la piedra está allí sin más.
—No digas cosas como esas, me das miedo.
El ambiente se había relajado un poco. Philip aclaró su mente y trató de pensar cuáles podrían ser sus siguientes pasos, pero un ruido en el exterior robó su atención.
Eran gritos de gente desesperada.
—¿Qué sucede allí afuera? —dijo Willo antes de acercarse a la ventana para observar lo que sucedía.
Eran personas que se asomaban por las ventanas, todos señalaban y gritaban desesperadamente por algo que sucedía en la calle.
Poco a poco la razón de sus gritos se fue asomando por la esquina de la calle contigua hasta que ella finalmente pudo verlo.
Se trataba de uno de los psychis de los cuales se habían escapado, el que Philip había golpeado.
—Hey, nos ha encontrado.
—¿De qué hablas?
Cuando Philip se acercó a la ventana para ver a que se refería Willo, quedó petrificado. Un miedo intenso lo paralizó.
El psychi con el que se habían enfrentado en el parque hace poco, arrastraba a una mujer, sujetándola del cabello. En la otra portaba una espada de estructura filamentosa. La mujer intentaba liberarse, pero no tenía la fuerza suficiente.
—¡Zero! Sé que andas por ahí. Si realmente eres un héroe, vas a aparecer. Porque si no lo haces, esta mujer morirá.
El rostro de Philip se retorció. Su cuerpo empezó a temblar.
—¡¿Qué…?!
—Hey, ¿Qué vamos a hacer? ¿Lo enfrentamos o intentamos huir?
—…
—No me hagas esto otra vez.
Ella lo tomó del cuello de su abrigo y golpeó su cabeza con la de él.
—Si no tomas una decisión rápida, lo haré yo. Vamos a pelear.
Philip apartó su rostro hacia la ventana de vuelta y habló con una voz apagada.
—No hace falta. No nos ha encontrado, solo está probando si estamos acá. Me está provocando. Esta es su apuesta.
El aspecto de Willo se aflojó por la sorpresa que le causaron, tanto las palabras, como el rostro derrotado de Philip.
—Entonces… ¿No vas a salvar a esa mujer?
—No hace falta. No voy a poner en riesgo la piedra que llevo solo por esto.
Willo soltó la ropa de Philip, él se recostó sobre la ventana y dejo caer su cuerpo hasta quedar sentado en el suelo.
El psychi afuera empezó a mirar por todos lados en busca de Philip y Willo, pero al ver que no aparecía ninguno, empezó a gritar nuevamente.
—¡Si no quieres que esta mujer muera, tienes cinco segundos para aparecer!
Philip cerró los ojos, Willo siguió viendo el lugar donde ocurría todo.
—¡5, 4, 3, 2!
La espada en su mano izquierda se levantó.
—¡1!
El psychi soltó el cabello de la mujer y cuando está intentó levantarse para correr, él cortó su cabeza balanceando la espada suavemente.
Parte 2
13 de julio de 2011 a las 23:34
El hombre junto al cadáver de la mujer que acababa de asesinar miró a su alrededor con desinterés. Había muchas personas asomándose por la ventana, gritándole, grabándole y llamando a la policía. La sangre seguía corriendo por la calle, el cuerpo aún estaba caliente.
Cuando estaba a punto de volver a caminar, algo en su bolsillo vibró.
Sacó algo que parecía una pequeña tableta y la dirigió a su oído. Al escuchar lo que decía la persona al otro lado de la llamada, su rostro mostró irritación.
—¿Cómo, qué no los busquemos más? ¿Por qué debería obedecer a algo como eso? Ambos tienen piedras.
—[Ese ex héroe ingles ordenó que no lo hagamos. Él es el jefe de nuestra seccional, no podemos desobedecer sus órdenes].
—Entendido, regresaré a la base. ¿Al menos te dijo la razón detrás de esta orden absurda?
—[Al parecer él tiene esperanza en que ese chico].
—Qué tontería.
El hombre cortó la llamada, guardó la tableta en su bolsillo y se alejó del lugar caminando.
Parte 3
13 de julio de 2011 a las 20:57
Willo observaba la espalda del psychi que se alejaba en calma.
—Ya se fue.
—Eso significa que estamos a salvo al menos hasta mañana.
—¿Qué es eso de la apuesta?
—Simplemente un intento desesperado por obtener lo que quieres. Mi apuesta fue volar ese parque y lo logramos escapar gracias a eso, su apuesta fue armar el escándalo de recién para hacerme salir.
—Pero era uno solo, ¿No podríamos vencerlo en un dos contra uno?
—Si su control de la evasión absoluta es mayor que el mío, no. No puedo arriesgarme a algo como eso.
—¿Evasión… Absoluta?
—Te hablaré sobre eso en otra ocasión.
La luz de la luna empezó a llenar la sala, por lo que Willo decidió apagar la iluminación del lugar y luego se sentó junto a Philip.
Escucharon a los policías que fueron llegando al lugar para investigar sobre la muerte de la mujer en la calle.
La zona estaba bastante convulsionada y la policía trataba de evitar que la gente rompa el toque de queda.
—Allí abajo hay un buen circo.
Willo susurró eso, pero él se mantuvo en silencio y conservó sus ojos cerrados.
—Al parecer hay órdenes directas para que esta ciudad sea una zona liberada y no se investiguen mucho los “incidentes” relacionados con psychis u otros. Ni se van a molestar en buscar al culpable de la muerte de esa mujer.
Esas palabras si obtuvieron el interés de Philip. Él habló sin abrir los ojos.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque pasó algo parecido con mi padre. Él era investigador en el departamento de contención. Sufrió un accidente con energía oscura. No solo no lo ayudaron, cuando murió robaron sus descubrimientos. Entre esos descubrimientos están… Las piedras Eyre.
Esta vez él miró a Willo a los ojos. Ella tenía una expresión dura.
—Oh, lo siento por preguntar.
—No importa, yo he elegido contarte esto. Es necesario que sepas el contexto alrededor de las piedras para conocer su importancia.
—¿Sabes quienes pueden ser lo que estén involucrados en eso del robo?
—Fuese quien fuese el que la filtró desde el departamento de contención, lo más probable es que este muerto. Esa fue mi razón de hacer explotar la sede. Ahora, quien la compró y difundió, es algo difícil de saber, aunque tengo mis hipótesis.
Philip no acotó nada, haciendo que ella siga hablando.
—Los que gobiernan de facto en New Delta, una organización llamada “The Last Light”.
—He oído de ellos alguna vez. No parecen una simple organización mafiosa.
Willo asintió.
—Así es, al parecer son una especie de secta que utiliza el crimen para financiarse. Averiguar sus objetivos es muy difícil, ya que son muy selectivos a la hora de elegir sus miembros.
—Entiendo el hecho de comprar la información, ¿Pero difundirla? No tiene sentido.
—También puede ser que no sean lo que hayan comprado eso o no sean los únicos. Está esa mujer pelirroja también, ella se la pasó hablando con varios sobre las piedras.
—Es verdad…
Willo empezó a jugar con sus dedos y preguntó con un hilo de vergüenza.
—¿Tus padres no se preocuparán si desapareces tanto tiempo? Llevas mínimo 3 días fuera.
Philip respondió con apatía.
—No. De buenas a primeras yo no vivo con ellos, por lo que no podrían enterarse de que me secuestró una chica menor que yo.
—Solo soy menor por unos meses, idiota.
—Es lo mismo.
—Debe ser duro ser el hijo del empresario más importante del país.
—Más difícil es aguantar el desinterés de mis padres.
—¿Pero tú los quieres, verdad?
—Los admiro mucho, ambos son increíbles. En especial mi padre, el imperio que ha creado con base en el elemento 347 es algo difícil de dimensionar.
—Eso es verdad. Ya el solo hecho de que exista un metal capaz de anular totalmente a un psychi, es algo sorprendente. Aunque sigue siendo demasiado escaso y costoso.
—No estoy seguro si un mundo con más elemento 347 sea uno mejor. Hay muchos que lo utilizarían de mala manera para intentar hacer daño a los psychis.
Willo levantó los hombros mientras hacia una mueca irónica.
—Ah cierto, que tienes ese estúpido pensamiento.
Philip no cayó en la provocación, se limitó a cerrar los ojos y responder con una voz blanda.
—No pienso cambiar de deseo. Cumpliré mi objetivo.
Esa es la voluntad que se había autoimpuesto. La voluntad que mató a George y que dejó morir a esa mujer. Pase lo que pase él estaba decidido a cumplir el sueño que Andrea le confió.
Willo lo miró con recelo, pero al ver su determinación, suspiró. Aún queda mucho camino, muchas batallas por enfrentar, no tiene sentido reprocharle o pelear. La tercera piedra no se ha revelado.
Ella se levantó y dio una vuelta elegante para luego apuntar a Philip.
—Tú tienes tu determinación, tu fuerza y yo la mía. Debo usar las piedras, las que descubrió mi padre, para revertir la injusticia que ha cometido esta gente y tener de vuelta a mi familia.
Una declaración de intenciones. Philip notó la transparencia en sus palabras y asintió. Ella continuó.
—Me has demostrado que eres alguien muy competente en el combate, pero te falta poder y eso lo tengo yo. Si no vas a entregarme la piedra voluntariamente, unámonos hasta conseguir la tercera, luego decidiremos qué hacer.
Philip se levantó también. Al abrir sus ojos, no pudo evitar hacer una pequeña mueca irónica.
—Estaba pensando en algo parecido, pero no puedo creer que al final lo ofreciste tú primero.
Willo abrió los ojos y su rostro se puso rojo.
—Ca-cállate.
Philip observó con ternura a la chica a la cual le tenía terror hasta hace poco. Pudo comprobar por sí mismo que es solo una chica normal que vive una situación excepcional.
En ese caso ella no puede seguir sola.
—Está bien, cuento contigo, Willo.
—A-así está bien.
Ambos se dieron la mano mientras sonreían.
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