Parte 1
14 de julio de 2011 a las 7:47
Luego de dormir sobre el frío suelo del restaurante, el tiempo necesario para descansar sus cuerpos y mentes, fijaron rumbo a New Delta. Aunque no sería tan sencillo como salir caminando y dirigirse hacia allí.
El problema radicaba en si podían asegurarse de que nadie pudiera estar siguiéndolos. También estaba el hecho de que los ojos de las organizaciones más grandes de la zona baja de la ciudad podían descubrirlos fácilmente, iniciando una batalla e incluso revelar la identidad de Philip como Zero. Algo que lo inquieta bastante. Es por eso que él intentó pensar durante una buena parte de la noche varias estrategias para evitar esto. Algún mecanismo que les permita pasar desapercibidos a ambos y así llegar a su destino. Tanto su base para él, como la clínica Hecker para Willo.
Solo se le ocurrió una cosa.
—¡¿Eh?! ¡¿Una cita?!
Willo sobre-reaccionó a las palabras de Philip. Él, apenas levantado, con voz ronca y mirada muerta, le propuso eso sin titubear.
—Así es, mi idea es separarnos aquí, yo iré a buscar algunas cosas a mi apartamento y volver a reencontrarnos al mediodía en Docklands. Pasaremos el rato allí entre muchas personas, dificultando el que nos sigan, y cuando sean las 18 horas, en donde todo el mundo empieza a regresar a sus casas, volar rápidamente hacia New Delta. A esa hora muchos psychis vuelan por doquier, lo que hará más difícil que nos rastreen.
Docklands es un suburbio portuario cercano al centro de la ciudad, repleto de edificios de gran altura junto con lugares de ocio y turismo como la noria “Star Observation Wheel”, la pista de minigolf, el centro comercial “The District” (lugar que Philip visita frecuentemente). Es el lugar ideal para pasar el rato en familia, con pareja o incluso solo. La idea de Philip es perderse en la inmensidad de gente que visita esa zona a diario y utilizar la hora pico de la ciudad para poder alcanzar la siguiente zona segura sin ser perseguidos.
El rostro de Willo se retorció con una expresión de asco.
—En vez de decir tantas tonterías, ¿Por qué no admites que te gusto y listo?
Philip ignoró la provocación y empezó a meter la mano dentro de su abrigo, buscando algo.
—No te equivoques, no vamos a pasar el tiempo como tortolitos. Vamos a comprar todo lo necesario para sobrevivir, empezando por ropa. Primero que nada, toma esto.
Philip toma algo de un bolsillo al interior de su abrigo. Es una billetera cuadrada, la abre y le entrega en la mano dos mil dólares australianos a Willo. Ella se queda sorprendida un segundo y, antes de estirar su mano, pregunta:
—¿Estás seguro? Es demasiado dinero.
—Siempre llevo encima alrededor de diez mil, aunque si hace falta también tengo mi tarjeta de crédito. Cómprate algo de ropa con esto y desayuna bien. Cuando nos encontremos, almorzaremos.
Un sudor frío cayó por el rostro de Willo mientras hacia una mueca irónica.
—Geh. La vida de la burguesía siempre es sencilla.
Philip, en cambio, siguió con su expresión indiferente.
—Me sorprende que no me hayas robado mientras estaba inconsciente.
Willo se dio la vuelta y levantó los hombros, ignorando la provocación de Philip.
—No tengo ninguna razón para hacerlo. Ni siquiera revise tus bolsillos interiores.
—Al final, detrás de todas esas capas de inestabilidad eres una chica buena.
Willo se dio la vuelta rápidamente y clavó su rodilla en el estómago de Philip con furia. Él tosió y sostuvo su abdomen intentando mitigar el dolor. Había logrado molestarla.
Ella cruza sus brazos, levanta su barbilla por encima de sus hombros y sopla audiblemente por su nariz.
Philip se recupera y hace una mueca irónica. Ya era hora de salir si quería cumplir con los horarios que se propuso.
—Ve rodeando la zona del cráter hacia el oeste hasta Docklands, yo iré a mi apartamento a buscar un cambio de ropa y traer algunas cosas. Primero que nada, deberías comprar otra ropa.
—¿Cómo nos vamos a encontrar si no podemos contactarnos?
—Fijemos un lugar, como la entrada del centro comercial. También deberías comprar algún accesorio, veamos… De color rojo. Así te encuentro fácilmente.
Willo, que aún miraba a Philip por encima del hombro, se dio la vuelta.
—Está bien.
—Nos vemos al mediodía.
Ambos se dirigieron hacia sus destinos.
Parte 2
14 de julio de 2011 a las 10:12
Docklands se encuentra apenas a unos kilómetros del barrio chino, es por eso que Willo decidió ir caminando, pero para llegar hasta allí debe rodear la zona que se vio afectada por el incidente del 21 de junio.
El cráter que se formó ese día era de apenas unas cuadras a la redonda, pero podía apreciarse lo desoladora que era la escena también en la zona contigua.
Muchas empresas desistieron de seguir operando en el lugar por miedo a que se repita algo igual, muchas personas abandonaron sus viviendas y comercios.
El centro de la ciudad, que era uno de los puntos económicos más fuertes del mundo, se estaba apagando poco a poco debido al miedo que causaba la energía oscura y los psychis.
Pero no todo era miedo.
Desde el 22 de junio se llevaron a cabo varias protestas. Justo en ese momento Willo podía ver a miles de personas rodeando el cráter en un abrazo en conmemoración a las tres semanas desde el incidente. El dolor, indignación e impotencia de los familiares de las víctimas. Los que perdieron su hogar y su trabajo. Muchos de ellos ahora unidos en contra de los psychis, exigiendo medidas urgentes como la intervención militar de la ciudad o la reforma oscura.
Pero nadie responderá a esos reclamos, al menos durante unos meses.
El gobierno central lanzó varios comunicados oficiales diciendo que no se dejaran llevar por la situación actual, ya que no actúan de manera apresurada e imprudente. Que analizaran cuál medida es la mejor para el país y que actuaran en consecuencia de eso, pero para Willo eso es solo una farsa. Había una razón más oscura detrás de la falta de accionar del gobierno central.
Y ella sabía cuál era.
No se debía al protocolo que utiliza el gobierno central para casos de urgencia como este o simplemente por trabas burocráticas, sino a intereses ocultos de parte de las personas más poderosas del país.
El gobierno central permite que la ciudad sea una zona liberada para que esas personas pudieran obtener las piedras sin interferencia alguna y sin levantar sospechas a la población.
Si bien ella no sabía qué clase de gente poderosa estaba detrás de esto, muy posiblemente se trate de la organización “The Last Light”, Que domina el suburbio New Delta, la zona “baja” de la ciudad. Acumulando mucho dinero y poder a través de actividades delictivas como el narcotráfico, la trata de personas y las peleas clandestinas.
Pero a pesar de todo eso, hasta ahora no habían hecho movimientos muy notorios, por eso Willo busca provocarlos, para que asomen la cabeza.
—Pagarán por lo que le hicieron a mi padre y a toda la ciudad.
El hecho de que sé que se haya disuelto el departamento de contención de energía oscura tan rápidamente y lo que ella vio allí antes de hacer explotar la sede, todo eso la guio a estas conclusiones.
Si quería vengar a su padre, tenía que arriesgar su vida y junto con la de ese chico.
1 de julio de 2011 a las 22:10
Willo había logrado infiltrarse a la planta subterránea de la sede del Departamento de Contención de Energía Oscura con suma facilidad.
Una vez allí abajo se encontró con enormes salas de color blanco.
Después de derrotar a los guardias del lugar, se dirigió hacia la última de las salas, al final de un gran pasillo. Esta estaba bloqueada por una enorme puerta de metal y la única forma de entrar era poner la tarjeta correcta en el lector que se encontraba a un costado.
Ella metió una de sus manos en el pecho de su qipao, sacó una tarjeta blanca y la pasó por el lector.
La puerta se abrió y dejó paso a una sala tres veces más grandes que las anteriores donde se encontraban unos contenedores de energía y energía en las esquinas, una enorme mesa con diversos objetos y una caja de cristal que contenía una piedra de color morado. Era la piedra Eyre que estaba buscando.
Cuando fue a tomarla, vio desde el rabillo del ojo, una figura moverse a un costado de la sala. Era un hombre pelado, de barba blanca y con una bata del mismo color.
—Isaac, ¿eh? Hace tiempo no lo veo ¿Por qué tienes su tarjeta?
Willo ignoró las palabras del hombre y tomó la piedra.
Una pantalla holográfica apareció por encima de ella y no pudo evitar sorprenderse por lo que vio allí.
Había un mapa de la ciudad marcada por zonas borrosas de color morado, estas zonas estaban en diversos puntos de la ciudad.
Debería haber tres de esos puntos en el mapa, pero había siete.
—Isaac descubrió las piedras, pero no llegó a ver lo que vino después.
La cara de Willo se retorció.
Parte 3
14 de julio de 2011 a las 10:52
Philip llegó a su apartamento, se metió en la ducha y al salir, se puso un pantalón negro, una camiseta blanca y una chaqueta negra por encima.
Antes de salir tomó un bolso y guardo su conjunto deportivo azul, su pañuelo, las gafas especiales y se puso otras zapatillas con propulsores, esta vez de color negro.
Cuando se disponía a regresar para llegar a tiempo a su cita con Willo, la pantalla de su pulsera se desplegó, revelando una llamada de emergencia por parte de Bill Hecker.
Philip no se contactaba con él desde que descubrió que era aliado de Willo y que lo había traicionado.
Toda la confianza que había depositado en él, se había esfumado, pero ¿Una llamada de emergencia?
Si bien ya no confiaba en él, ahora mismo está cooperando con Willo y Bill la conoce mucho más en profundidad. Tanto, que ella accedió a no matar a Philip solo porque él se lo pidió.
Philip pulsó un botón en la pantalla holográfica y el sonido empezó a salir del pequeño altavoz de la pulsera.
—[¿Philip?].
—Sí, soy yo. ¿Qué sucede? ¿Por qué activaste la llamada de emergencia?
—Sé que ahora mismo debes desconfiar totalmente de mí y de que debes estar lleno de dudas y sospechas, pero, si de verdad quieres vivir, evita completamente la zona circundante a New Delta.
—¿A qué te refieres?
Philip levantó una ceja. Las palabras de Bill y el tono en el que él las dijo, le llamaron mucho la atención.
—Alguien los espera a ti y a Willo en las inmediaciones de este distrito. Si se cruzan con él, pueden llegar a morir.
—¿Qué…?
14 de julio de 2011 a las 11:24
Tomó un taxi hacia Docklands y llegó media hora antes de lo acordado con Willo. Fue directamente al centro comercial y se dirigió a la zona árcade. Allí lo sorprendió una multitud alrededor de una máquina de Galaga. Esto solía pasar cuando un jugador estaba por romper el récord del lugar. Ese récord le pertenecía a él y era de 32680 puntos.
Se acercó a la máquina y vio una chica de rasgos asiáticos y largo cabello negro sujetado por una cinta roja.
—¡¿Willo?!
En ese momento la chica termina el juego con un puntaje de 35254 puntos, rompiendo el récord de Philip.
—¡Sí!
La multitud de niños y adolescentes que rodeaban a Willo celebraron con ella, que apretaba el puño en señal de victoria.
—¡Eres increíble!
—¡Enséñame por favor!
Ella escribió sus iniciales en el juego y se alejó de la máquina para acercarse a Philip. Lo miró con una sonrisa orgullosa y lo saludó enérgicamente.
—Llegaste temprano, chico.
—Sí… Por lo visto tú también. ¿Cómo te fue?
Ella llevaba puesto un jean y una camiseta holgada de color blanco.
—Llegué bastante rápido y tenía ganas de bañarme, por lo que después de comprar ropa, me pasé por el baño público. Llegué hace una hora por aquí y como me aburría decidí jugar un rato. El último año, sacando los entrenamientos tuve bastante tiempo libre. Practiqué bastante jugando con Bill.
Philip bajó la mirada. Se sentía algo molesto debido a las palabras de Willo. Bill era su amigo hace años, pero casi siempre estaba ocupado y muy pocas veces pudieron jugar juntos.
—Así que Bill jugaba contigo.
—No solo él, mi maestra siempre estaba con nosotros. Eso fue bastante divertido.
Willo dijo eso con un tono melancólico. Philip la miró e hizo una mueca irónica.
—Eh, ¿Te entrenabas junto a una mujer?
—Sí. Ella se llamaba…
En ese momento un dolor agudo atacó el brazo derecho de Philip. Él se agachó y sujetó con fuerza la zona donde se encontraba el sello que contenía la piedra Eyre.
—Chico, ¿Estás bien?
Él no podía escuchar a Willo en lo absoluto, las personas alrededor lo miraban con preocupación. Las voces se superponían en su cabeza y nada tenía claridad, hasta que pudo sentir eso que lo provocaba. Había algo, una presencia. Algo en la lejanía lo estaba buscando.
—¿Qué sucede?
Willo lo ayudó a levantarse. Él trató de ignorar lo que acaba de pasar y empezó a reírse mientras se rascaba la cabeza.
—No es nada grave, solo me empezó a doler un poco.
—Mmmh.
Ella dudaba de lo que había dicho, él le guiñó un ojo.
—¿Qué tal si nos quedamos jugando un rato hasta que sea hora de almorzar?
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