Apresurados y con un miedo creciente empezó la persecución, ni una palabra ni ningún sonido, solo pasos, solo sudor frío y vacío en las entrañas. Corriendo y guiados por el farol que parecía la única salvación, la oscuridad se negaba a ceder imponiéndose a cada paso como si peleara el espacio que la luz reclamaba. Por un momento escucharon los sonidos intermitentes de algo rodando tras de ellos, tronando y arrastrándose, ninguno de los tres se atrevió a robar ni una mirada, solo huir. Aquello tras de ellos estaba fuera de su comprensión.
Sentían como las fuerzas y las rodillas cedían tras de ellos, solo el mirar significaba morir. Huyendo silenciosos, por un momento aquello redujo el paso sin explicación, lo que dejó un momento de lucidez en el terror irracional que les causó la persecución. Jacob tomó la perla negra en la que se convirtió el ciempiés, arrojándola tras de ellos, este se liberó y emitió un chirrido familiar y huyendo en dirección opuesta de ellos. Justo en ese momento los tres se arrojaron al piso. Mina arrojó su lámpara en la dirección del ciempiés que se atoró en la cola de este. Callados y al límite del miedo sintieron como aquello corrió tras el ciempiés. Con lágrimas en los ojos y recuperándose de un temor intenso, vieron las rejas de un elevador al cual silenciosamente y en la oscuridad se dirigieron.
Aquel elevador al iniciarlo empezó su descenso ruidoso y metálico, ninguno aún tenía el coraje para emitir sonido alguno. Íthil, sentado en una orilla con las manos en la sien no emitía ruido. Mina por su parte se abrazaba a sí misma bamboleándose al frente y atrás continuamente. Jacob moqueaba y lloraba de pie en el ascensor. Súbitamente escucharon el chirrido del ciempiés seguido de un silencio que sonó aún más espeluznante.
—¿Entonces cómo salimos? —dijo Íthil sin levantarse.
—No lo sé, esto es más de lo que podemos manejar… esto es simplemente imparable, no soportaremos ni un minuto si peleamos, ni siquiera sé si eso nos permita pelear —Mina suspiró temblorosa.
—Oigan, ¿escuchan ese golpeteo? —Jacob puso sus manos a los lados de sus orejas tratando de escuchar mejor. Mina e Íthil miraron a su alrededor y arriba de ellos con huesos desnudos estaban 2 cuerpos secos portando emblemas de madera.
—Creo que encontramos a los hermanos Klein —dijo Mina.
—Aquí está el tercero, tomen los medallones —dijo Jacob mientras miraba bajo la base retorcida del elevador. Un golpeteo seco sonaba mientras el tercer cuerpo golpeaba en la estructura del elevador que descendía por el túnel diagonal. Un sentimiento de inseguridad los invadía mientras se preguntaban si una simple caja de metal podría detener a aquello que dejaban atrás. Súbitamente el túnel empezó a perder sentido, no podían sentir si bajaba o subía.
—Oigan, ¿se detuvo el elevador? —preguntó Íthil.
—No lo creo, siento que está rotando desde hace un momento —Mina estaba ligeramente mareada.
—Probablemente estemos sufriendo de mareo de tránsito —Jacob se sentó mientras los demás lo seguían.
—Ok, miren, debemos estar preparados, posiblemente estemos bajando por la tumba, eso quiere decir que lo que encontremos no tendrá necesariamente que obedecer leyes físicas o naturales —Jacob tomaba sus armas y los demás se prepararon.
—Lo mejor es evitar el enfrentamiento lo más que podamos. Jacob, tú guíanos mientras que Mina tomará la posición media, si algo pasa estará a alcance de poder reaccionar y ayudar a cualquiera del grupo. Yo voy atrás, tengo más posibilidad de defender con escudos o visión, además veo mejor que ustedes en poca luz —Íthil preparó al grupo, si él demostraba miedo ahora el grupo se derrumbaría, no era un líder pero en este momento tenía lucidez y razonamiento.
Minutos después el elevador detuvo su lastimoso movimiento y con un erizante rechinido abrió su puerta dejando ver un túnel recubierto de concreto viejo y derruido, repleto de cajones, contenedores y barriles faltos de tapa. El olor y la apariencia de este le daba un sentimiento de haber estado sumergido en agua, como si tiempos horribles se derramaran en sus paredes. El túnel por sí solo era un enemigo atemorizante.
—Los cajones que están aquí en el túnel, ¿ya los vieron? —Íthil susurró mientras el grupo avanzaba en guardia.
—Están llenos de zapatos, ropa y utensilios caseros de todo tipo —dijo Mina que se detuvo momentáneamente a husmear.
—Veo varias puertas oxidadas o cerradas, no creo que puedan ser abiertas sin llamar la atención, adelante hay una división y a la derecha hay lo que parece ser luz —Íthil le dijo a Jacob mientras caminaban.
—Enterado, estén listos, este túnel tiene malicia propia y nos detendrá si intentamos algo contra él o contra su maestro —Jacob se detuvo a rezar un momento con su rosario mientras el grupo detenía el avance. Solo se dedicaron a mantener guardia. Jacob dejaba una cinta de papel amarillenta cada 5 metros; en ella se dibujaba lo que parecía ser un ojo cerrado.
El túnel tragaba toda luz en el área y solo dejaba algunos puntos distantes cada tanto donde un deteriorado bombillo tintineaba solitario.
Dentro del túnel y al llegar a una bifurcación pudieron observar luz en el lado derecho y una entrada adornada con varios colgantes que se balanceaban con el escaso viento del túnel.
—Es un trayecto de 15 minutos a pie de aquí al elevador, si esa cosa no se mueve más rápido que nosotros tenemos un rango de acción de 10 minutos —Íthil les planteó su plan al cual Jacob cooperó y colocó 3 barreras de hilo de Jassubiana.
—Y con esta barrera, espero nos dé al menos otros 10 minutos —dijo Jacob mientras Íthil y Mina asintieron con un movimiento de la cabeza y en grupo, los tres se dirigieron al cuarto iluminado.
—Por supuesto, je je —Íthil sonrió preocupado. Mina volteó a la parte superior de la puerta donde había un cartel oxidado y decolorado. Íthil miró y leyeron juntos en voz baja.
—Cuarto oscuro, por favor mantener la puerta cerrada —dijeron.
—¿Pueden leer Arrosthoc? —preguntó Jacob.
—Sí, por lo menos yo lo aprendí en incursiones a ruinas de la oscuridad —Mina respondió en voz baja mientras Íthil lo miró y dijo:
—El tono del idioma me parece curioso, es todo —Jacob intrigado prosiguió con el plan.
La puerta dejaba ver una pared central que tapaba la entrada dejando espacio para entrar a los lados al mismo cuarto, una luz amarilla y fuerte se dejaba ver a los lados de la pared. Los tres aventureros entraron por el lado derecho. Al momento de entrar, llegaron a lo que parecía ser un taller.
—Herramientas de tallado de madera y de sastrería —Jacob tomó una herramienta cercana y la colocó de regreso mientras miraban varias partes de muñecos tallados y ropas posiblemente hechas a mano.
—¡Miren eso! —Íthil dijo apuntando boquiabierto a la pared trasera.
—¡Divina Enrya! —Jacob, Íthil y Mina miraban asustados y pálidos un muro escalonado en el cual en pequeñas sillas y taburetes se encontraban sentadas varias muñecas y frente a cada muñeca un camisón o vestido cuidadosamente doblado.
—Todas de fiesta… todas sonrientes… todas felices… —escucharon repentinamente venir del túnel al unísono de algo que galopando gritaba una y otra vez la misma frase:
—¡TODAS FELICES, TODAS SONRIENTES, TODAS DE FIESTA! —Los talismanes hirvieron en un instante y las cuerdas tronaron como cabellos a su paso.
—¡¡¡RÁPIDO, MUÉVANSE, YA VIENE!!! —Jacob dijo en voz alta mientras sus ojos sangraban de los lagrimales.
—Las muñecas, el camisón frente a ellas y sus ropas coinciden con las ropas de las jovencitas desaparecidas —Mina dijo mientras su furia sobrepasaba su miedo y se preparaba para pelear.
—¡RÁPIDO, MUÉVANSE, NO SÉ CÓMO ENFRENTARME A ESTA COSA! —Íthil se movió tras de una mesa de trabajo, mientras ponía a cubierta a Jacob cuya vista lo había abandonado. Por un momento todo parecía moverse lento, ninguno supo qué hacer.
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