(Narrador: Konan)
Ya en la noche…
- Amor, ¿estás despierto? – le pregunté a Jackson.
- Sí, ¿está todo bien?
- Normalmente te diría un sarcasmo pesimista… - Le dije. - Pero estando contigo no me importa mucho qué vaya a suceder. – Soy demasiado cursi, por favor, mátenme.
- Siento lo mismo… - y se empezó a reír. – Bueno, Konny, duerme, no creo que quieras empezar este… lo que sea… de mal humor por no haber dormido bien.
- Claro, ¡pero duérmete tú también, carajo!
- Estás empezando~
Y sin responder, me dormí. No sabía si quería hacer un viaje astral y regresar solo al mundo, no dejaré solo a Jackson, y dudo poder hacerlo de todas formas.
Al día siguiente, no había pasado ni el mediodía, y ya estábamos en la cafetería de la nave espacial en la que nos tenían. Más que ser una nave, era como un hotel espacial. El hombre, del que ya se sabía su estatus como comandante de guerra, apareció abruptamente en la cafetería. La gente había entendido que el hombre pedía respeto, y sólo eso (y entrenamiento militar) los salvaría de morir. Entonces, el viejo empezó a hablar:
- Buenos días, cadetes. – Dijo a modo de saludo. - Hoy es un día importante, porque hoy contextualizaremos todo nuestro plan para derrotar de una buena vez al imperio enemigo. Pero, primero, les daremos un lugar, un puesto a cada uno de ustedes.
- Bueno, no entendí, ¿podría explicarnos eso último, por favor? – dijo una voz cualquiera.
- Claro, no hay problema. – le respondió el comandante. – Se les harán varias pruebas, para determinar si serán soldados, o dominarán la parte táctica y diseñarán los asaltos y las defensas. – Explicó. - ¿Hay alguna pregunta?
Se armó el silencio.
- Está bien. Ahora se les irá llamando, los soldados deberán partir al gimnasio, y los estrategas a la sala de tácticas. Martin Garrida, soldado. Sarah Paul, soldado. Jackson Lavigne, soldado. Konan Underwood, estratega. – y así siguió por un buen rato. Salieron muy pocos estrategas de guerra, comparados a la cantidad de futuros soldados.
- Amor… suerte. – me dijo Jack.
- Igualmente, cariño. Te amo. – le respondí.
Y partimos a nuestros lugares asignados.
Llegamos a la sala de tácticas, éramos 7 estrategas. Entonces se nos preguntó en que aspectos académicos y culturales nos especializamos.
- ¿Leonor Maraj? – preguntó un general.
- aquí, bueno, yo me especializo en arquitectura, puedo descifrar todas las salidas y entradas de un lugar con mirar a un plano general de este. – dijo la tal Leonor.
- me parece, ¿Santiago Lorenzo?
- presente, yo me especializo en geografía, opino que en caso de que vayamos a conquistar un planeta para expandir territorio, puedo estudiar todo el planeta para avisar de riesgos que pueda presentarle al imperio.
- útil, ¿Konan Underwood? – ese soy yo.
- aquí estoy. – le mencioné. – yo me especializo en construcción e invención de artefactos y armas, puedo dar todos los planos que necesiten, para hacer armas que sirvan para dar vuelta la balanza de la guerra. – le conté. Dije las cosas como eran.
- perfecto…
Y así siguió, luego nos asignó distintas tareas. A mí me pidió que inventara armas con los recursos que teníamos, teniendo en cuenta la nave del enemigo. Esa cosa, de acuerdo a la descripción de Leonor, la chica de los planos, es un laberinto, es muy difícil no perderse ahí, así que sé lo que debo hacer.
Y los minutos se convirtieron en horas. Me distraje mucho, pero pude crear 2 artefactos y un arma, debo construir el prototipo del arma, y mandarle los bocetos de los artefactos a Jared, el informático.
Una semana más tarde…
Mis artefactos estaban listos y aprobados, solo me faltaba perfeccionar mi arma.
El primer artefacto era un chip que podía hacerte invisible, pero no pude diseñarlo con carga ilimitada, así que terminé pidiéndole a Jared que lo programara para recargarse al dormir. Pero su carga dura días en total, por lo que puedes ser invisible por días sin problemas.
El segundo artefacto es una pelota de materiales paralizantes, que, a través de veneno bastante eficaz, inmoviliza por un buen rato al individuo al primer contacto a través de segundos. Y, para que no inmovilice a los soldados, inventé unos guantes especiales para tocarlas y lanzarlas.
Y el arma es más de cuerpo a cuerpo, es un cuchillo con punta cargada de electricidad (bastante fuerte si me lo preguntan), pero no he descubierto un material para que el agarre del cuchillo no te electrocute al tacto.
Dejando la gran profundización en mis armas, ahora que acabó mi turno, debo ir a dormir, que está empezando a ser el único momento en el que veo a Jackson, pero entiendo que él se está esforzando tanto como yo. De todas formas, nuestros turnos acaban lo suficientemente temprano para poder conversar sobre nuestro día.
En un punto de la noche, escuché un pitido, esta vez mucho más fuerte que el anterior. La voz robótica había vuelto. Nos estaban invadiendo. Rápidamente nos llamaron a entrar al clóset, y meternos por una escotilla de emergencia que había dentro de este. Nos reunimos en un salón gigante, y un general empezó a hablar, dijo que defendiéramos la nave. Y eso hicimos.
Pero el ejército enemigo era más fuerte, y Jackson fue el único que no escapó. Fue capturado.
5 minutos antes…
La desesperación estaba por todos lados. La gente estaba asustada. En un momento, escuchamos un grito.
Luego vi una mancha de sangre en la pared, y un cadáver. Guau, estas personas de verdad lograron que un cadáver se pudriera en cuestión de segundos. No es que me alegre.
Entonces, corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron.
Jackson me alcanzó y corrimos juntos, pero me empecé a quedar atrás. Entonces un soldado enemigo me agarró. Jackson no demoró en atacarlo, pero se le cayó su placa de invisibilidad. Entonces la tomé, y traté de alcanzársela. Sin éxito, obviamente.
Entonces gritó:
- Amor, ¡llévatela, y huye!
- ¡NO! ¿Qué pasará contigo? – le grité.
- Eso no importa, sólo busca ayuda. ¡Huye! – me gritó de vuelta, mientras forcejeaba contra el otro soldado.
- Jackson… estás loco… pero te amo…
No alcanzó a responder cuando el soldado ajeno lo noqueó de un golpe en la nuca.
Entonces activé la placa y escapé de ahí. Con lágrimas en los ojos, corrí a buscar ayuda.
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