Por la mañana apenas saliéndome la voz soy consciente del desastre nocturno que dejaste a tu paso de madrugada, los párpados abohetados y el doliente corazón empequeñecido, ambos efectos colaterales de lo que tú declaraste fantasía confundiendo mi realidad ante la duda de mí, cómo si no me conociera, como si no me sintiera...
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