El goteo se escucha muy fuerte en la habitación de roca sólida. Manchando el piso de rojo.

Las cadenas no se mueven, pero están tirantes en las amoratadas muñecas del pequeño centauro, se sienten como hierros candentes, tan calientes como su piel. La fiebre hace que su mente no sea clara y vea figuras sinuosas en la oscura habitación. 

El dolor va más allá de lo que hubiera sentido antes, si bien había sido agredido, siempre cuidaban de que se viera decente para que no perdiera su valor como mercancía, pero con el hombre de los ojos azules…. a él… el dolor lo complacía, las lágrimas en mi rostro y mi piel sangrante lo divertían, no hacían que se detuviera sino que lo disfrutará más y más. 

Cómo puede alguien que creí que era tan similar a Hen en algún momento pudiera ser tan diferente. Aún escucho  su fría voz detrás de mí anunciando que moriría solo y abandonado, que nadie vendría ni por mis restos si no decidía ceder.

Lo siento Felt… Lo siento Tristan… Lo siento mucho, estaba en el bosque y en todos mis amigos jugando en el prado cuando encontramos un diente de león.

¡Trix! Tú lo encontraste. ¡Pide un deseo! ¡Pide un deseo! - escuchaba las voces de fondo lejanas mientras mi mente viajaba desde el calabozo hacia aquel prado…

• Nunca crezcas, Hen…- dije en un último hilo de voz, el resto de mi deseo lo escuché muy dentro de mi corazón mientras veía su rostro, ríe,has mucha bulla revoloteando por doquier pequeña gallina, llora y juega, pero no seas como los otros humanos…