Los días venideros fueron una carga insoportable de vítores sin sentido y un aprecio que no pudieron rechazar, Red se había encargado de lo más difícil, obligando a sus compañeros a descansar, pero aun así quería ver como estaban, dándose el tiempo para visitarlos, empezando por él.
— ¡Green! —Se acercó el caballero con la mano en alto. Green estaba parado frente a la puerta de su casa, parecía llevar un tiempo así.
El mencionado, al mirar a Red, no pudo evitar pensar en todo lo que pasaron juntos, se podría decir que eran una especie de familia aunque el mismo, no lo consideraba como tal y justo en ese momento era la persona a la que menos deseaba ver.
— ¿Vas a venir a la cen...—Red detuvo su pregunta, no necesitaba mucho para saber cuando el otro estaba pasando un mal trago—¿Green cuando hablaremos de esto? — intentó convencerlo de hablar nuevamente, ya había perdido la cuenta de su insistencia, sabía que tarde o temprano Green terminaría por ceder, pero, ese día en especial, lucia más cansado que todo el año.
— No iré a la cena—Contestó girando para encararlo, dejando su nostalgia de lado para tornarse serio otra vez— Mañana haré un viaje a la escalinata, aún no se libera por completo los basiliscos —Hablo puntual, lento y mecánico, relatando sus deberes con diligencia, pero sus ojos estaban fijos en un punto lejano, distraído de lo que el mismo estaba hablando.
— Dime que sucede—Red se acercó y coloco una mano en su hombro, pero notó su rechazo al contacto, no era intencional, estaba seguro, pero nuevamente lo había hecho enfadar.
— Deja de hacer eso — Exigió contundente Green.
Los escudos estaban diseñados para aceptar el daño y las emociones de los demás, pero siempre a voluntad, con excepción de una sola persona "su portador". Nunca le molesto proteger al príncipe, era, en esencia... Como un manantial tranquilo, Red en cambio... Era como una fogata ardiente. Aun cuando su apariencia fuera tranquila, sentía su preocupación, sus nervios y su aplastante tenacidad caer sobre él.
— ¿Hacer qué?— preguntó Red, pero antes de que pudieran contestarle un par de aldeanos que habían notado su presencia se acercaron sin disimulo.
Red contestó amablemente todas las dudas e inquietudes de los hombres y Green permaneció callado tras él. Ambos siempre fueron reconocidos como los protectores del reino, el escudo y la espada, sin embargo, mientras Red era la llama que iluminaba en los pesares, Green era la hojarasca destinada encenderla.
— Si me disculpan— Green hizo una pequeña reverencia para poder retirarse y entro en el jardín de su casa, alejándose del bullicio que en ocasiones era demasiado para él.
— ¡Espera!— Red se apresuró a despedir a los aldeanos y les dio la espalda, indicándoles que ya no los atendería más.
— ¿Qué pasa? ¿No tenías que ir a una cena?— Intentó despedirle Green, necesitaba estar a solas para tomar la decisión.
— Green está bien, ya pasaron más de tres años desde que se fue, no puedes seguir esperándolo— Red volvió a tocar su hombro, incluso se acercó más de lo debido intentando que nadie los escuchara, pero eso solo hizo que Green endureciera más su semblante
— Tres años...—Lo repitió presionando su mandíbula, escondiendo maldiciones entre sus dientes, había pasado del fastidio al enojo, quitando la mano ajena de su hombro con cierta delicadeza para no llamar la atención— Red, no puedo asistir a la cena, no hoy— El otro caballero no tuvo otra opción más que asentir, retrocediendo un paso.
— No hay ningún problema, yo me encargaré de todo—Aseguró y le sonrió con apacibilidad, tratando de mostrarle que seguiría allí—¿Estarás bien por tu cuenta esta noche? —Green tomo aire, no le importaba mucho lucir vulnerable ante Pink, pero Red era un asunto totalmente distinto.
— No ha pasado tanto tiempo para que te creas más fuerte que yo— Green esbozo una media sonrisa, actuando algo engreído solo para que los aldeanos no sospecharan nada.
Ante los ojos del pueblo, ellos siempre tuvieron una relación ambivalente. Eran compañeros, pero siempre lucharon por ideales diferentes al grado de tener enfrascadas discusiones, muchos decían que no se llevaban bien, al menos de parte de Green, quien siempre mostró una distancia prudente, sin embargo, otros más cercanos, hablaban de su compatibilidad para luchar juntos, su entendimiento y la manera en que se complementaban.
— Aun así iré a visitarte cuando todo termine—Green negó otra vez, empezaba a recomponerse.
— Iré con Pink, estaré con ella toda la noche, necesito reponer mis suministros—Informó poniendo una mano en el brazo de Red apretando suavemente y soltando para tranquilizarlo—Tomate tu tiempo, disfruta la cena —Agregó antes de darle la espalda y cerrar la puerta tras de sí.
Green había estado actuando raro desde que todo termino, ponía demasiada resistencia a ser estar con él. Entendía que era algo difícil pasar de ser el escudo de un príncipe a ser el de...bueno, un caballero como él, pero aun así su distancia era desalentadora.
— Supongo que no tengo opción— Se dijo Red emprendiendo su camino al castillo, allí, la reina lo esperaba para hablar con el consejo acerca de la situación del reino — Tendré que pedirle ese favor otra vez—
***
Poco después de despedirse de Red y asegurarse que no lo estaba siguiendo, se apresuró al laboratorio de su amiga, sin tocar, sin preguntar a los sirvientes si podía acceder, solo entro lo más rápido que pudo y cerro la puerta tras de sí.
— ¿Qué te paso? — Pink dejo caer sobre la mesa los instrumentos de sus manos, acercándose a sostener a su viejo compañero de batalla cuando lo vio recargarse en la puerta y deslizarse hasta quedar sentado en el suelo, se levantó la manga que cubría su brazo.
—... Esto no...—Su garganta se secó y olvido por un segundo como respirar.
Pink termino uniéndose a él en el suelo, sin decir nada, era su amiga, por supuesto, y nunca le mencionaron a su líder como había surgido su amistad, mucho menos el secreto que compartían. White fue el prometido de Pink, el señor al que Green había servido. También fue el que se unió al rey de Negro y los abandono a su suerte cuando más lo necesitaron, un traidor, un mentiroso y un problema del cual nunca espero volver a escuchar.
— No vayas Green—Pink recupero su voz apenas, su tono era tan bajo que si Green no hubiera estado a su lado no la habría escuchado—No le debes nada —Continuó mientras sus gestos se llenaban de una rabia añeja—Tú y yo no le debemos nada a ese sujeto—Raspo su voz, conteniendo dentro suyo un amargo rencor.
— Tal vez tú no...—Green recargo su cabeza en la puerta.
— ¡Tú tampoco! —Le gritó la chica.
Pink había sido la última en unirse, la que debió casarse con el futuro rey y hacer las pases con las tierras bajas, la misma que termino engañada y exiliada debido a eso.
— Pink...—Murmuró con los ojos cerrados, no quería discutir, no con la única que conocía la verdad.
— ¡No! ¡El uso a todos! ¡Te uso a ti!—Green bajo la cabeza, avergonzado y aceptando sus gritos, pero sintiendo cada palabra cayendo sobre su conciencia intranquila.
— ...Ni siquiera sabes donde esta—dejo car sus manos y volvió a acomodarse junto a él, resignada.
— Aún tengo su marca— Explicó — Hace días que siento sus heridas—El rostro de Pink ensombreció todavía más.
— Fuiste miserable el último año, no, desde mucho antes lo eras—Intentó persuadirle a sabiendas de que seria en vano.
— Mañana tengo que ir a la escalinata, revisar la zona...—Continuo él, si atender a sus razones.
— Si no fuera por todo lo que hago por ti ya estarías muerto, a él no le importas nada—
— Lo siento mucho—dijo y él y ella apretó los puños para luego relajarlos. No tenía caso.
— De todos modos no ibas a durar más aquí—intentó consolarse, decirse que su esfuerzo por mantenerlo animado, por ir a su casa para vigilar sus comidas y utilizar su magia para monitorear su salud no serian en vano.
— ¿Me ayudarás a encontrarlo?—Green acercó su mano a la de ella, sujetándola con firmeza, una chica entrañable en realidad, nunca les negó nada a pesar de su reputación de egoísta y voluble.
— Terminaré un lote de vitaminas para ti, si te aventuraras nuevamente a las tierras bajas, vas a necesitarlas—ella se levantó, avanzando a su estante de elixir, dándole la espalda y dejándolo solo en la puerta—Y Green...—dijo mirándolo de reojo, debajo de su semblante apesadumbrado y desesperado, algo más amenazaba con mostrarse en sus labios—Puedes sonreír si quieres, mereces unos segundos de felicidad antes de volver a él—
***
— ¿De quién se trata? ¿Pink o Green?—Preguntó la reina la cena termino, caminando hacia la sala del trono, un lugar donde solamente podían ingresar la reina el consejo, y los elegidos por ellos.
Ambos habían terminado de atender las audiencias y por fin tenían un breve momento para descansar, aunque bien sabían ellos que poco descanso tendrían de ahora en adelante.
— Siento mucho pedirte esto, sé que tenemos una prioridad, pero... Sin ellos—Red le hablaba sin formalidades, al menos cuando estaban a solas, una petición que la joven reina había tenido con su caballero.
— Es lo mínimo que puedo hacer por ti—No dudo en contestar, acercándose despacio para tomar un botón que yacía en la mano de Red.
Iris era una reina especial, como muy pocas se habían visto, sus ojos podían ver parte del pasado, el mismo que provoco que su padre la condenara a una celda oscura hasta que Red y su equipo la liberaran y que justo en ese momento le estaba provocando ceguera.
— Veamos qué es lo que aflige tanto a tu compañero—ella empezó a buscar mientras el botón que pertenecía a la ropa de Green se desvanecía como polvo en su mano
Sus ojos siguieron por instinto el momento que necesita... Veía a través de los ojos de Green los acontecimientos, sus pasos, los lugares que había visto y en ese momento, observaba fijamente sus brazos. Una marca familiar, un hechizo solamente realizado por la realeza... Luego, su vista se volvió borrosa y las manos taparon sus ojos.
— Es necesario que busques a Green cuanto antes— Los labios de la reina se curvaron hacia abajo, su hermano, el que intentó quitarle el trono e incluso asesinarla había regresado.
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