Qué rápido pasa el tiempo, ya van cinco años desde mi llegada ha este mundo desconocido. Los últimos dos años y medio estuve aprendiendo acerca de la lengua, o mejor dicho, las lenguas que hablan en este mundo. Gracias a Saraa, y también a mamá y Rudith en algunas ocasiones, he logrado dominar gran parte de la lengua drakonn, el idioma que hablan los dragonnewt. Fue una grata sorpresa afirmar lo que ya suponía, el que no era humano, pero me dejó en shock, y muy pensativo al respecto, saber que era perteneciente a una raza que desciende de los antiguos dioses dragones. Volviendo a lo anterior, no conforme con aprender un solo idioma le pedí ayuda a mamá para que me enseñara la legua élfica, al parecer tiene cierto contacto con los elfos pero no tengo mucha información al respecto, también le pedí ayuda a Rudith para que me enseñara la lengua humana. Según entendí, los humanos hablan distintos tipos de dialectos dependiendo del reino al que pertenezcan, pero tienen una lengua oficial de donde derivan estos distintos dialectos y es el areona. Aprender estas tres lenguas no fue fácil, y aún me queda bastante para aprender, sobre todo de las últimas dos, pero tengo tiempo de sobra en este lugar.
Mi relación con mamá y las chicas fue creciendo cada vez más mientras pasaba el tiempo. Ya somos como una familia. Puedo confiar en ellas como en mí mismo, y viceversa.
Me encuentro en la sala de estar, por primera vez en cinco años conoceré a una nueva persona. Según oí a escondidas, viene un conocido de mamá y viejo amigo de mi padre, pero es todo lo que sé. Debe de ser una persona importante ya que mamá le pido a Saraa que me vistiera con ropas elegantes, llevo encima: unas botas de cuero marrón muy bien hechas, un pantalón negro de tela suave, una camisa blanca ancha con el símbolo de la familia en la retaguardia, es un pequeño dragón negro con las alas abiertas, y un collar familiar con el mismo símbolo, un regalo de mamá para esta ocasión. Es la primera vez que me pongo esta ropa, no lo hacia antes por falta de interés o por comodidad, pero ahora que lo llevo puesto no esta tan mal.
Al cabo de unos segundo escucho la puerta principal abrirse, ya llegó nuestro invitado.
—Bienvenido, mi señor —dijo Saraa mientras hacia una reverencia.
—Gracias, Saraa. Tanto tiempo sin vernos —respondió la visita luego de cruzar la puerta principal—, imagino que Rudith aún sigue por aquí también.
—Por supuesto, señor Amos. Se encuentra en la cocina preparando el té y unos bocadillos, puedo llamarla para que lo reciba también si así lo desea —contestó Saraa con gran formalidad luego de recomponer su postura.
Con que se llama “Amos”, que nombre bien peculiar. Es gigante, debe medir unos dos metros como mínimo, y sus cuernos negros oscuros, igual que su cabello, son incluso más grandes que los de mamá. Los míos son menos de un cuartos de los suyos. Lleva puesto una ropa similar a la mía, pero distinta en algunas partes: unas sandalias marrones, pantalones blancos holgados que le llegan a la mitad de las pantorrillas y en la parte final son negros, un cinturón ancho blanco de tela que cubre parte de su abdomen, una camiseta blanca ancha que deja una parte de su pecho descubierto y por encima de sus hombros lleva una túnica también blanca con un símbolo en su parte trasera, el mismo símbolo que llevo yo en mi espalda. Su rostro tiene una mirada amable, pero también inquietante.
—Ese pequeño debe ser… —dijo Amos mirándome con una gran sonrisa en su rostro.
—Sí, señor Amos. Es su sobrino, Rayzel —respondió Saraa—. Actualmente tiene cinco años y es un chico muy inteligente, ya sabe leer y escribir.
—En ese aspecto salió igual a su madre.
—Rayzo era muy activo, prefería entrenar antes que estudiar, le gustaba mantener su cuerpo ocupado antes que sentarse y leer un libro —añadió Amos con una sonrisa repleta de nostalgia.
¿Rayzo? Es la primera vez que escucho ese nombre, atando unos simples cabos y viendo su expresión es fácil saber de quien esta hablando, habla de mi padre. Mamá nunca me hablo de él, y nunca tuve el coraje de preguntar, aún pienso que cuando ella esté lista lo hará, pero al parecer las cosas se adelantaron un poco.
—Te tomó mucho llegar, Amos. ¿Te olvidaste del camino y te perdiste? —preguntó mamá con una sonrisa sarcástica antes de bajar las escaleras del segundo piso.
—Es un placer verte también, Lilith —respondió Amos—. No me perdí, solo estaba ocupado resolviendo algunos problemas de su Majestad.
—Ya veo.
Esas palabras demostraban ningún tipo de interés.
—Acompáñame, tenemos que hablar sobre cierto tema.
Mamá le señala el lugar y luego avanza hacia la sala de estar. Amos la sigue unos segundos después.
—Saraa, cuida a Ray —ordenó mamá antes de cerrar las puertas de la sala de estar.
—Por supuesto, mi señora —respondió Saraa antes de sujetar mi mano—. Ven, vamos a comer algo mientras mamá se ocupa del tío Amos.
Me pregunto de que hablarán en esa sala.
□ □ □
—Toma asiento.
—Claro —respondí aceptando su sugerencia.
—¿Y por que estoy aquí, Lilith? —añadí mientras la miro directamente a los ojos.
—Calma, esta pequeña reunión no tomará mucho tiempo. Solo siéntate, ponte cómodo y escucha —expresó Lilith con suavidad luego de tomar asiento en un sillón el cual esta en frente de mi—. La razón por la que estés aquí es muy simple, necesito que me hagas dos favores.
—¿Tú quieres que te haga dos favores? —pregunté con total asombro—. Eso si que no me lo esperaba. Dime, ¿cuáles son? Tengo curiosidad.
—El primero es muy simple, y más para alguien de tu rango. ¿Cómo esta la situación en Ahstel? —preguntó Lilith con una mirada totalmente distinta a la de hace unos minutos.
—¿Quieres saber la situación en Ahstel? ¿Tú? Creí que te habías alejado de todo ello desde la muerte de Rayzo.
—Lo hice, y aún lo hago. Solo quiero saber como les va a Neros y Lucyl en el poder, ya han pasado siete años y no quise informarme al respeto de su situación.
Solamente admiro el arrepentimiento en sus ojos y en sus palabras unos segundos.
—Juntos no llegan ni a la mitad de lo que era Rayzo como rey, pero logran llevar a cabo bien su trabajo. Con la actual revuelta las cosas se complicaron un poco, pero nada que no pueda resolver. Todo esta bajo control y tú hermana pequeña está bien, después de todo me tienen a mí como consejero —comenté con un pequeño toque de soberbia.
—Tú debiste ser el rey, Amos. Desde el principio debiste ser tú.
—Lo sé, y tú debiste estar a mi lado gobernando, pero las cosas resultaron de otra manera.
La melancolía se apodera de nuestras palabras y de la atmósfera. En las paredes rebotan ecos de un pasado que nunca volverá. Un rotundo silencio gobierna la sala.
—¿Cuál es el segundo favor? —pregunté intentando romper el silencio.
—¿Ehhh? Ah, sí, el segundo favor —respondió Lilith con cierto desconcierto—. En dos años Rayzel va a cumplir su primer septenio y cuando lo haga nos mudaremos de esta casa.
—Espera, ¿se marcharan? ¿a dónde? No piensas irte con los elfos, ¿cierto?
—Ahstel —respondió Lilith, esperó unos segundo y continuó—. Nos iremos a Ahstel para que Rayzel pueda avanzar más en sus estudios y en su futuro entrenamiento.
—Así que eso era... —dije antes de que una leve sonrisa de alivio gobernará mi rostro, luego volví a mi asiento.
—El segundo favor es que tú lo entrenes, Amos. Quiero que seas su maestro en combate y le enseñes todo lo que sabes —dijo Lilith calmadamente—. Él tendría que enseñarle a combatir a Ray, pero como no esta creo que le gustaría que su hermano mayor y maestro le enseñara a su sobrino todo lo que sabe.
—Será un honor —respondí sin dudarlo.
—Gracias, Amos —agregó Lilith con una leve sonrisa.
—Es todo lo que necesitaba de ti por hoy, ya no te molestaré más por un tiempo.
—Cuando necesites mi ayuda, solo pídela. Sabes que vendré sin importar lo que cueste, por ti y por Rayzel haría cualquier cosa —dije con firmeza.
—Gracias, Amos.
—Al parecer el té nunca llego, lo siento —añadió Lilith sonriendo.
Esa sonrisa...
—No te preocupes, ya me tengo que ir. No puedo dejar mucho tiempo solo a nuestro rey.
—Gracias por venir a pesar de estar muy ocupado.
—Cuando me necesites, aquí estaré —le dije mientras me levanto y salgo lentamente de la sala.
□ □ □
Mientras mamá esta ocupada con sus asuntos, estoy sentado en la mesa comiendo unos dulces mientras bebo té. En cuanto a Rudith y Saraa, una esta ocupada terminando los bocadillos y la otra atenta en la limpieza. No tardo tanto en terminar mi merienda, me levanto y me marcho hacia la biblioteca.
—Saraa, iré a estudiar un rato. No sé cuanto tardará mamá, y me estoy aburriendo.
Saraa solo sonríe y asiente con la cabeza.
Salgo de la cocina lentamente y voy hacia le biblioteca mientras observo la sala de estar con las puertas cerradas. Al llegar a la puerta de la biblioteca e intentar abrirla el sonido de otra se escucha, es la puerta de la sala de estar. Veo a Amos cruzar lentamente la puerta y dirigirse en mi dirección, unos pasos detrás le sigue mamá.
—Por fin tengo el gusto de conocerte, Rayzel —dijo Amos mientras se agachaba y acariciaba mi cabeza—. Mi nombre es Amos y soy tu tío, el hermano mayor de tu padre.
—Un gusto, tío Amos —respondí.
—Por desgracia ahora no tengo mucho tiempo para hablar, pero no te preocupes que dentro de muy poco lo tendremos.
—Me retiro —añadió Amos antes de cruzar la puerta y seguir su camino.
No me despido de él, solo observo cómo su gran espalda se marcha perdiéndose a lo lejos.
—Vamos, Ray. Creo que ya deben estar listos el té y los bocadillos. Esperemos a las chicas en la sala —dijo mamá mientras tomaba mi mano.
—Claro, pero antes deja que tome un libro de la biblioteca.
Suelto su mano y me dirijo a la biblioteca. Entro y tomó un libro que he deseado leer hace mucho tiempo, su nombre es: “Fuego en estado puro. Control avanzado de los elementos. Tomo I”. Luego de tomarlo, me dirijo junto a mamá a la sala de estar a tomar el té juntos.
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