El chapoteo de sus jugos mezclados en su agujero interrumpían sus pensamientos. Sentía húmedo el cuerpo y nublada la vista. Su cuerpo era embestido con impaciencia por aquel hombre sobre él. Escuchaba como jadeaba y le hablaba con una voz ronca entrecortada.
Era un placer que nunca antes había experimentado. Era placer y dolor.
Aquel individuo le atrajo a su pecho y lo sentó sobre su pene grueso. Obligándolo a sentir la verga entrar más profundo.
"Ah. ¡Espera!"
Por más que le suplicaba ir lento, tal parecía que entendía lo contrario.
Una boca se adueño de uno de sus pezones. Lo mordía y chupa con mucha desesperación. Su saliva caía por su pecho y subía con su lengua hasta su cuello, dejando un rastro de su propia humedad en él.
Calor. Mucho calor era lo que sentía todo su cuerpo. Sudaba y temblaba envuelto de una lujuria inexplicable para él. Dejó caer su cuerpo de nuevo en la cama mientras que aquel hombre se aferraba a sus caderas.
Su espalda se encorvó una última vez para eyacular sobre su estómago. En tanto el pene dentro de él, disparaba un chorro caliente que podía sentir en sus entrañas.
Unos ojos grises se le clavaban llenos de satisfacción. Una sonrisa se dibujó en esos labios antes de volver a fundirlos en los suyos. Podía sentir como su lengua luchaba por violar su boca.
Todo se sentía muy bien. No podía negarlo ni quejarse. Pero ¿quién era él?
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