Sentía el pecho pesado. Estaba incómodo. Tal pareciera que algo le impedía moverse de donde estaba acostado en la cama. Tanteo con su mano aquello y se percató que era un brazo fornido cuyo dueño tenia cubierto su rostro con una almohada.
Había sido una noche maravillosa. Como ninguna otra en su vida. A pesar que tenía un horrible malestar en la cadera, lo cual significaba que su acompañante supo satisfacerle. Nada que un buen analgésico y reposo ayudara. Sin embargo sentía el deber de agradecer aquel hombre de alguna manera. Y él sabía la mejor forma.
Bajo entre las cobijas, pasando por el brazo de su acompañante, hasta llegar a la entrepierna. Estiró el elástico de unos elegantes calzoncillos negros y saco con cuidado un semierecto pene.
"Hola amigote".
Comenzó a besar desde la base hasta llegar al glande. Su olor era muy agradable, sin mencionar que su piel era suave por fuera y su forma la mejor. Aquel pene comenzaba a endurecerse entre sus manos vivaces que movían de arriba abajo el falo frente a él. Sabia lo que debía hacer para dar el placer ideal porque, claro, él también era hombre.
El pene comenzó a lubricar la punta. Salían unas deliciosas gotas cristalinas. Pasó su lengua en él lo que hizo que el resto del cuerpo se estremeciera un poco. Era momento de utilizar por completo su boca.
Humedeció sus labios y metió la verga hasta sus mejillas. Su lengua jugueteaba en el redobles del pene, del glande. Movía su cabeza de arriba abajo sujetendose de las caderas, escuchando algunos gemidos entregados aquel delirante despertar.
Pronto fue su cabeza jalada hacia la pelvis por una grandes manos. Fue orillado a formar parte de la continuación de esa noche. Su garganta era invadida una y otra vez por aquel pene duro como roca. Evan daba arcadas por la feroz forma que era utilizada su boca. Hasta que de una embestida pudo sentir un espeso y caliente líquido bajar por su garganta. Tenía un sabor semi amargo pero bueno.
Limpio su boca en deleite. Era momento de descubrir el rostro del desconocido.
"Adoro tu forma de despertarme, cariño"
Evan salió de entre las sabanas blancas apenas escucho aquella voz nefasta y pedante.
Y allí estaba él. Con su rostro orgulloso y de sonrisa burlona. Mirándolo con esos ojos grises llenos de satisfacción de tenerlo allí frente a él. No era posible ¡No podía serlo!.
"¡¿PE...PERO QUÉ DIABLOS?!" gritó impactando en el suelo por alejarse, cual si hubiese visto un fantasma.
"¿Estas bien?" se apresuró al verlo en el suelo.
"Si...si..." se envolvió con la sábana, intentando aclarar su mente en ese instante.
La conmoción era tal que su cabeza no podía dar crédito a lo que veía frente a él. En verdad que no podía creer que estaba allí. Semidesnudo y con mirada preocupada. Owen Willson le observaba caminando hacia él.
Su primer amor de la secundaria. Aquel de quien estuvo enamorado por mucho tiempo. Y quién le destrozo el corazón de su primer amor. Y de quién juró alguna vez vengarse de su burla.
¡Habia dormido con Owen Willson!
¿Por qué él estaba allí? o mejor ¿QUÉ DIABLOS HACIA CON ÉL ALLÍ?.
¿Qué debía hacer? ¿Lo habrá reconocido? ¿Qué broma era aquella?
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