Una tenue luz tintineante y azul lo despertó, parpadeaba lentamente frente a sus ojos, en el techo de ese lugar, no sabía bien donde se encontraba, era una estructura que no llego a ver durante su viaje, tampoco hizo mucho por averiguarlo, no se movió, su cuerpo se sentía pesado, cansado, después de días de viaje y peleas sin sentido sus músculos estaban tensos, su muñeca, la dominante, estaba entumecida, el peso de su espada y sus ataques explosivos le hicieron efecto y por supuesto, no sentía dolor, tampoco estaba herido, pero de todos modos, se sentía cansado, cansado de no saber que era lo que realmente estaba sucediendo.
"—¿Ya vas a mostrar quien eres?— Una mujer joven, rubia y de ojos carmesí hablaba entre juguetona y fastidiada, agotada, suficientemente dañada para saber que había sido derrotada.
—No vales nada... — Red tenía cuatro años menos, su cabello estaba desaliñado, sucio, sus manos cansadas, le dolía el cuerpo y al menos en ese momento, pensaba que las cicatrices que le causo esa mujer durarían por el resto de su vida... entonces convirtió a Green en su escudo y todo fue enterrado".
—Por fin despiertas—una voz familiar lo llevo a intentar levantarse, sin embargo, al peso del cansancio se le agregó otro más, cadenas, sus manos estaban sujetas a la cama donde reposaba —Basta— el hombre tuvo un deje de desdén en su voz cuando Red intento jalar nuevamente sus manos sin ningún tipo de éxito cuando el invitado indeseado cruzo por el umbral.
White entraba a su habitación sin puerta, la oscuridad disimulada su figura, apenas iluminada con la luz de las luciérnagas, pero con todo y ello su cabello blanco reflejaba los destellos de esas pequeñas criaturas, dándole un toque mágico y bello el cual Red simplemente no soportaba ver.
—¿Qué es lo que quieres?—"Hostil", pensó el de blanco nada más al escucharlo, le resultaba sorprendente escuchar historias de cómo ese muchacho era la actual figura de adoración de su viejo reino.
—Sin sutilezas, me parece adecuado— dijo avanzando un par de pasos hacía él, sin liberarlo — Estas en el encuentro de las luciérnagas si te lo preguntas, una de las cavernas más profundas de Navy—Añadió como cortesía pasándose a un pequeño taburete que tenía como adorno de esa simple habitación.
Red se permitió mirar el entorno cuando noto la nula intención de pelear del otro, el aire estaba húmedo, algo bochornoso, el espacio era irregular, paredes sin tallar, suelo de piedra, un espacio adaptado y rodeado con flores violetas con un aroma que mantenía a los insectos ocupados mientras iluminaban la zona. Sus muebles; una cama sencilla de madera, con un taburete enfrente, donde estaba sentado el hombre de cabello blanco.
—Green y Pink...—busco mirándolo fijo, esperando.
—Ellos están bien—el príncipe cerro los ojos, parpadeando lento, era difícil notar si estaba a aburrido o simplemente indiferente a su actitud exigente— Y respecto a tu primer pregunta, te aseguro que no quiero discutir contigo—dijo acomodando sus mansos sobre una de sus piernas cruzadas, sin flexionar su espalda, completamente recto, pero sin parecer rígido, una postura ensayada por años.
—El brujo que enviaste no parecía estar de acuerdo contigo— renegó pronto, sin ganas de imitar su formalidad.
—Blue no esta de acuerdo conmigo en muchas cosas—ladeo un poco su cabeza, sin explicar más sobre la relación con el mencionado — Y si te alivia saberlo, mi único mensajero fue Range — Red frunció el ceño, más aún si se podía cuando recuerdo al otro barón que había visto, el que había quitado de encima de Green.
—¿Te refieres al que ataco a Green?— acusó sin miramientos, provocando el suspiró ajeno.
—¿No lo lastimo o si?— preguntó sin abandonar su expresión indiferente — Además, un ladrón como tú no puede recriminarme por como trato a mi escudo—añadió ladeando el rostro.
Y allí estaba, justo lo que esperaba de ese sujeto. Red se acomodó para poder sentarse en su lugar, sosteniéndole la mirada todo el tiempo. White, por su parte, no cambio de expresión, pero sus ojos, pálidos y penetrantes no dejaban duda, ninguno de los dos se soportaba.
—Príncipe— los ojos azules y brillantes del hombre araña brillaron repentinamente en la habitación, White giro hacia el sin preocuparse de Red —Range esta... llevando compaía a su habitación—informo dando una leve reverencia con la cabeza.
—Ah... es imposible lidiar con él—tomo aire, intentando recobrar la paciencia, no obstante, nuevamente los pasos estridentes se escucharon en el pasillo.
—¡Red!—el rostro cansado y sorprendido de la chica de rosa se mostró repentinamente. Su vestimenta había cambiado, las capas y la armadura ligeras cambiaron frente a las pieles de su viejo pueblo. Ella corrió a su lado y Red abrió un poco más sus ojos, sorprendido e iluminado por la llegada de la chica.
—¡Pink!—tan pronto como dijo su nombre recibió un fuerte abrazo — ¡Estás bien! —Le habló alegre, casi como si la precedencia del príncipe se estuviera esfumando.
—Lo siento, estabas demasiado alterado y necesitaba averiguar que es lo que pasaba— Red sonreía y aún con cadenas en manos sentía como un peso se desvanecía de su espalda al verla sana y salva.
—Creo que no es el mejor momento, sin embargo, deben estar preparados para cuando llegue la noche— El príncipe se levantó de su lugar, listo para marcharse—Confio en que le informaras cuál es el proceso, Pink—las palabras eran lentas, formales, pero contenían un rastro de demanda y orden que hizo que la chica mostrara los dientes.
—Ya no soy uno de tus malditos sirvientes White—Pink se alejó un poco de Red, sin soltarlo y el tono amigable y preocupado había cambiado por uno agresivo y cortante.
—Eso parece— White hizo un gesto y el hombre a su lado lanzo una llave a Pink, para después salir de la habitación.
Red entonces permitió que el otro se marchara lo suficientemente lejos, esperando apenas para preguntar.
—¿Noche? ¿No es de noche ahora?—preguntó regresando su atención a Pink, quien levantaba una de sus muñecas para liberarlo del agarre, todo a su alrededor parecia esta en penumbra, no sabía cuanto tiempo había pasado.
—Hay muchas cosas que debo contarte—dijo Pink— empezando con los planes de White—
*****
En otra habitación, mucho más alejada y cuyo interior era más frío, pero más iluminado, dos hombres se encontraban en una charla de una sola dirección.
—Vamos hombre, por favor, podrías contarme como era antes—Range, el chico de los colmillos afilados, estaba junto a Green. Aparentemente, había invadido el espacio asignado a Green, acosándolo con preguntas sobre su procedencia, su tiempo con el príncipe y principalmente su labor como escudo—No puedes negarte a contestar siempre— dijo levantando una ceja —Sé que no eres mudo, te vi hablándole a "tu chico"—Green volteó en ese instante, afilando la mirada por su acusación repentina.
—Red es el líder de mi campaña— contestó por fin aunque el ánimo en su rostro se mantuvo tenso —no es "mi chico"— agregó haciendo que el otro hombre lo tomara como un permiso para acercarse, sentándose en la cama cerca de él.
—Mmm ¿Y por qué lo aclaras? ¿Por qué no ignoras ese comentario como todo lo demás?—tanteo recargando sus brazos en las piernas, invadiendo poco a poco su espacio personal—¿Quieres que mantenga informado a White de tu soltería?— Green no se apartó y Range esperaba un contraataque, enfadarlo, pero...
—No sé qué piensas, pero el príncipe jamás preguntaría por mí—Range se apartó, fue una certeza bastante decepcionante.
White, el príncipe, su príncipe, a quien había jurado la más absoluta lealtad no solo había elegido desaparecer por más de cuatro años, sino qué, mucho antes de eso ya había decidido dejarlo fuera de su vida. Green lo sabía, varias veces confirmó su nula oportunidad para formar parte de lo que sea que planeara, sin embargo, el recuerdo de un cálido beso lo mantuvo a la espera...
*****
Años atrás, exactamente una semana antes de iniciar su aventura junto con Red y Pink, él se había despedido.
—No nos veremos en un tiempo—afirmó mientras salían de madrugada de una casa pequeña en las afueras del reino, la que perteneció a la familia de Green por muchos años.
Green no contestó, se concentró en cerrar la puerta con candado, guardando silencio, el tiempo a su lado le había enseñado a no indagar, si el príncipe no le daba desde un inicio los detalles y motivos, era porque no planeaba enterarlo y aunque eso doliera no tenía ningún derecho a saberlo.
—¿No vas a preguntar por qué?—Green, quien se cercioraba del camino solitario a su alrededor, regreso su mirada al príncipe, quien lo observaba sin disimulo. Lucia... distinto, menos frívolo que de costumbre, incluso con las nubes como neblina a su alrededor parecía más... cálido...
—¿Me lo diría alteza?—Green avanzó a él sin malicia, llevaba años a su servicio, acompañándolo, siguiéndole, eran escasas las ocasiones que podía escucharlo hablar de algo más que del reino.
—Tienes razón, no lo haría—aceptó bajando el rostro con un suspiró. Levantando la mirada para observar la casa detrás de Green. En ocasiones la visitaban, era un lugar silencioso y solitario, tal cual era su dueño, pero servía como un refugio tranquilo para el regreso de sus viajes—Dime, ¿No quieres pasar un tiempo más aquí?—
—Hay deberes a su regreso, Pink lo espera—Green contestó eficiente memorizando sus tareas y obligaciones, pronto White se casaría para formalizar la alianza con tierras bajas, no podía interferir.
—Ustedes se llevan bien—White no se movió ni un paso e incluso parecía querer conversar más que de costumbre.
—Por supuesto, me agrada, es su prometida después de todo—White entrecerró los ojos, analizando su respuesta y sonriendo al final.
—Lo más desagradable de tus palabras es que las dices con honestidad—Green se tensó, ¿Estaba molesto con él?
—Lo lamento, creo que no estoy entendiendo...—Se disculpó Green y White camino hacía él, encerrándolo entre la puerta y su mano, observándolo hacia abajo con los centímetros de diferencia, pocas veces estaban cerca uno del otro, pero en esas contadas ocasiones, jamas sintieron la necesidad de alejarse.
—Te estoy diciendo que no te veré en un tiempo, te ofrezco pasar el resto del tiempo contigo y lo primero que haces es hablar de mi prometida, ¿Estás seguro de eso?— inquirió haciendo que Green se encogiera en su lugar, desviando la mirada.
Era fácil ignorar cualquier "malentendido" entre ambos, los rumores sobre su tiempo juntos, el descontento de su padre y de Red por su preferencia a permanecer con él, incluso podía evadir las preguntas persistentes de Pink cuando tocaba el tema de su "cariño" por el príncipe, pero si él preguntaba ¿Cómo iba a disimularlo?
—Es mi amiga...—White tenso su sonrisa al escuchar la respuesta acobardada, sin embargo, no se alejó.
—Y también es mi prometida, pero no te pregunte por eso—se notaba la molestia, su rostro paciente, y su voz modulada se perdían mientras se acercaba, presionando por una respuesta que no estaba seguro de querer escuchar— ¿Estás bien con que me vaya?—Green apretó su puño, pensativo, sería la primera vez en años que se separarían y cuando el se casara ya no sería capaz de estar a su lado como hasta ese momento.
—Príncipe...—Green cerro los ojos con fuerza ¿Qué le diria? ¿Que quería en realidad? ¿Podría pedir algo acaso? la respuesta siempre sería negativa, un escudo estaba para servir, nunca pare exigir...—lo que usted desee, eso estara bien para mi—la mano que lo acorralaba cayo a su lado, despejandole el paso. El rostro de White era...triste?
—Esta bien...—aceptó retomando su sonrisa habitual—¿Lo que yo desee no?—Pregunto tomando aire, Green asintió, esperando avanzar—Entonces...estas de acuerdo con esto?—
Su aliento se detuvo junto con todo su cuerpo, los ojos al principio sorprendidos se cerraron con suavidad conforme el contacto se extendía. White era un principe, el su sirviente y aún así, cada viaje, cada momento juntos, se sentían como si fueran solamente para ellos, sin embargo, cuando los labios presionaron más, cuando el calido aliento de su boca empujo más sobre él...Green puso una mano en su hombro, deteniendolo.
—Supongo que no todo esta bien para ti— fue un contacto efimero, superficial y doloroso. White bajo la mirada, evadiedo por completo la suya—vamonos—ordenó separandose de su lado, como si nada hubiera pasado.
—¡Principe!—intentó acercandose nuevamente, pero White lo freno con el poder de su marca, silenciandolo y helandole los huesos.
Después de eso, White se fue con el rey, traicionando a su gente y desapareciendo por años de su vida.
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