—No termino de entender por qué te acercaste a él como si fuera un amigo tuyo cuando claramente te dije que no lo hicieras—la conversación se puso rápidamente desagradable e innecesariamente intensa. Range bufó como si no le importara el regaño, pero aun así se veía la incomodidad en sus brazos cruzados y la evasión de la mirada del príncipe —Te dije, te repetí hasta el cansancio que en lo que a él concierne no interfirieras— el príncipe se acercó adquiriendo un aspecto más sombrío, sin una sonrisa engañosa ni una mirada indescifrable, solo una honesta rabia — pero esa maldita curiosidad tuya no deja de sorprenderme de mala manera —Range esta vez volteo al frente, liberando sus brazos y tomando una postura más rígida, defensiva.
—¿Eso importa? Mi deber es mantenerte vivo y ese muchacho es clave para ello— otra vez miraba a la puerta, queriendo alejarse de su "mal humor".
White tenía la reputación de ser un príncipe formal, increíblemente habilidoso, cauteloso y solitario, sin embargo, en los pocos años que Range paso con él, descubrió que su humor era bastante tensó cuando se mencionaba a su familia, especialmente cuando se trataba de su hermana y su sirviente, llegando al grado de ser bastante impaciente e intolerante con aquellos que intervenían aunque sea un poco.
White lo notó y suspiro con pesadez, girando el rostro.
—No sabes lo impertinente que fuiste— llevo una mano a su rostro, viéndose por primera vez menos grandilocuente.
—Eso debe haberlo aprendido de ti—la voz de Pink se hizo presente, llamando la atención de todos los presentes, la tercera del equipo de Red y ex prometida estaba cruzando a su cuarto sin ningún protocolo.
—Parece que hoy todos tienen deseos de verme— White sonrió, tratando de regresar a su habitual mueca de indiferencia, pero lo que paso a continuación no le permitió retomar a la calma que tanto le gustaba.
¡Paf! Un sonido seco y que hizo eco en el pasillo.
Range tenía el rostro rojo de su mejilla izquierda, había sido un golpe duro, incluso cerro los ojos poco después de ver el rostro del príncipe volteado a la fuerza a un lado. Sí, pudo absorber el daño ajeno, sin embargo, estaba seguro de que sintió bastante bien la bofetada.
White paso saliva antes de contestar, su cabello incluso se movió con la fuerza del impacto, no apretó los puños, tampoco hizo ademán de querer pelear con ella, aun así, su mandíbula estaba tensa, Range supo que si no estuviera por hablar, estaría rechinando los dientes por dentro.
—¿Satisfecha?—preguntó regresándole la mirada mientras su rostro retomaba su color habitual.
—Después de lo que hiciste, por supuesto que no—
*****
Red en cambo caminaba cabizbajo en los pasillos-tunel siguiendo silenciosamente a su antiguo compañero de aventura. Pensó en todas las cosas hasta ese momento, su viaje, la restauración de su reino, su pequeño periodo de paz, y, lo que pasaba en ese momento, nada salía como pensó que lo haría.
Luego de derrotar al rey negro, creyó que tal vez, las cosas serían más fáciles, que Green, Pink e Iris retornarían a ser lo que fueron en un principio, pero Green estaba... herido una vez más, tal vez no a punto de morir como en esa ocasión, pero definitivamente lastimado.
—Las cosas aquí lucen bastante diferentes a Colors Write—Green hablo, claro, sin malicia.
Red sabía que era verdad, era como ver una ciudad subterránea en contraste con su hermoso reino en las alturas no obstante eso era lo que menos le importaba en ese momento.
—Sí, es... un lugar bastante diferente—Red bajó sorpresivamente, aún más sus hombros, hablando más despacio y opacado.
Green sonrió un poco y cerro los ojos dando un suspiro.
—Sé que estás molesto—dijo, Red quiso negarlo, sin embargo, cuando Green se giró a mirarlo supo que no tenía mucho caso discutir — No es necesario que siempre actúes de esa forma —escuchó, a punto de dar una explicación para su comportamiento reciente, pero, cuando abrió su boca, las palabras no salieron a apoyarle.
Green le hizo un gesto compasivo, sin forzarlo.
—Tampoco tienes que decírmelo si no quieres— Green le ofreció la salida fácil, dándole otra vez la espalda para seguir su camino. Eso solo lo hizo encenderse otra vez, no quería ser ignorado, no otra vez.
—Estoy molesto— dijo sin avanzar, mirando al frente, llamándolo con la marca que hizo sobre él, esperando ver su rostro. Green no se giró a verlo, permaneciendo en su lugar. —Estoy enfadado con el príncipe, con Pink y contigo—aceptó con voz rasposa, más dolida de lo que pretendía que fuera y eso le molestaba. No quería ser como los demás, como las personas que enfrentaba, rencorosas, egoístas...
Green bajo los hombros y sintió el calor en su pecho otra vez.
—Quiero decirte algo — se giró hacia él, con la mirada baja, no evasiva, únicamente cansada —no, mejor dicho, quiero confesarte algo de mi pasado—Red lo miro de frente, indispuesto a retroceder otra vez.
—Acompáñame por favor, no es algo que quisiera predicar en público— le pidió sereno, más calmo de lo que espero.
Ambos siguieron caminando hasta la habitación de Green, un espacio bastante amplio en comparación a las habitaciones anteriores, no por preferencia, más bien, por falta de espacio, ya que ese lugar, con vista a un pequeño jardín interior, se trataba de un "criadero de luciérnagas" o es lo que le habían dicho al hospedarlo en aquel sitio.
Green se fue a su cama a paso lento, sentándose en ella de manera horizontal, recargando su espalda en la pared y sus manos en su rodilla, Red no quiso seguirlo, necesitaba verlo, saber por qué tanto tiempo estuvo ocultándole algo que ya todo el mundo sospechaba.
—Supongo que no me dirigirás la palabra hasta te lo diga ¿no?— preguntó el castaño sin ánimo por iniciar, respirando profundamente—A estas alturas ya no tiene ningún caso esconderlo, pero...—dijo suspirando otra vez, como pocas veces se veía, siempre hosco, casi hostil y distante, ahora lucia abatido — Yo... estoy enamorado del príncipe White —
—...—
Las palabras aunque no fueran dichas por él, se atoraron en su garganta sin poder digerirlas. Hasta ese momento, ignoraba lo mucho que deseaba no escuchar algo como eso, revolvió su estómago y sintió náuseas de solo imaginarlo, White era... mayor, en rango, en edad... en poder... pensar en eso solo le daban ganas de vomitar.
—Siéntante no te ves bien — Green no se veía realmente preocupado, o mejor dicho sorprendido, gran parte de su resistencia a contarle la verdad era el código moral con que fue criado Red, el hijo de la caballero Merlot, fuerte, implacable, pero también poco flexible, no es como si su amigo fuera igual, pero las consecuencias de una crianza así eran palpables.
Red esta vez sí quiso sentarse, casi arrastro sus pies hasta acomodarse a su lado, agachando su cabeza sin soltar una sola palabra, su piel se puso momentáneamente pálida y de haber adivinado podría decir que sus labios se habían secado en ese instante.
—Sé lo que supones, pero las cosas no fueron como crees— Green se inclinó hacia delante, abrazando su rodilla, recargando su rostro en ella y evitando a Red para seguir hablando hasta el final — A diferencia mía, él jamás mostró ningún interés en mí, no hasta poco antes de iniciar mi viaje contigo —suspiró— Supongo... que ese encuentro fue algo así como un obsequio de despedida...—Su voz sonó melancólica, decepcionada.
Red no dijo nada, sin embargo, levanto un poco su rostro, sin querer mostrar su mirada, se sentía tan ofendido ¿Un obsequio? ¿Green sentía que corresponder su cariño era... un obsequio?
—Poco antes de que White comenzara su cruzada junto con el rey de negro no era exactamente lo que parecía, tampoco la princesa, nadie en realidad— esta vez Red lo miró sorprendido. Iris siempre fue una chica gentil, dulce y juguetona, claro antes de que fuera secuestrada por su propio padre y se convirtiera en la taciturna princesa que solo salía de noche.
—Lo siento, no... no logro entenderte del todo— Red trato de disimular su incredulidad, Green se giró a verlo, algo enternecido, Red era menor que él, por dos años, una distancia relativamente corta, sin embargo, una lo suficientemente grande para que ambos vivieran experiencias sumamente diferentes.
—Es normal—entendió tratando explicarse, recordando su primer encuentro con el príncipe de blanco— cuando yo era un niño...
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