Cuando era niño le dijeron que se convertiría en rey, era el camino lógico a seguir. Fue criado con magos y caballeros, educado para ser el mejor gobernante que pudiera ser; entendía bien la magia, sus conexiones, también el trato con su gente y con las personas que los rodeaban. Su madre, Cyan, era buena educándolo en lo primero, su padre, Black, era su instructor en lo segundo, ambos eran distantes, aunque por diferentes motivos, mientras que su madre lo abandonaba por la enfermedad progresiva de su cuerpo, su padre simplemente se alejaba por negligencia y desapego. No tardo en comprenderlo, tampoco le importo demasiado, estaba muy ocupado pensando en lo que debía hacer, o mejor dicho, lo que debía ser.
Fue extraño e inusual, nunca sintió un apego real a ninguno de ellos, fue como si toda su vida ya estuviera escrita con antelación, vivir, crecer, convertirse en rey y luego de gobernar, morir. Incluso pequeños detalles como quienes serían sus compañeros de vida ya estaban decididos con antelación.
Un hueco en su estómago se sentía con cada actividad, las palabras amables de su madre, los elogios de la gente, nada lograba hacerlo sentir diferente, la magia apenas lograba hacerlo sentir un poco vivo. Es por eso que cuando su padre le dijo tan casualmente que su hermana sería la heredera no pudo ocultar su sonrisa.
—¿Ah si?— Preguntó sin mucho respeto, no lo tenía.
—Iris tiene el suficiente corazón para velar por la gente de Colors Write— aseguró su padre inflando el pecho mientras cargaba a una niña de seis años.
— Ni siquiera pudo cuidar de ese chico— su padre lo miro mal, pero no le importó.
— Ese niño es débil, podrá tener la sangre de Gray, pero heredo el carácter débil de su madre, si queremos que sea el escudo de Iris debes de educarlo adecuadamente— White volteo hacia arriba, despegando la mirada de sus libros.
— ¿Yo?— White estaba intrigado, se suponía que esa tarea era únicamente del futuro rey.
— Así es, Iris aún le falta experiencia, puedes encargarte de unas tareas por ella—
Poco después mandaron a Green como su paje, no era excepcional, pero tampoco desagradable, mientras no le estorbara, no importaría, al menos, eso fue lo que creyó.
*****
—A ti él no te importa nada, ¡pero a mi sí! —Pink le grito después de abofetearlo.
—Lo dices como si no hubieras tenido nada que ver— White levanto el rostro, indiferente al ataque recibido por su parte, en gran parte porque el moretón se desvanecía para posarse en la mejilla de Range.
—¡Cállate! —
Cuando ambos se conocieron, ella creyó que White sería un aliado, luego de que lo fue; pensó que tal vez podría ser su amigo o incluso más, fue por eso que a pesar de que no era la mejor de las ideas, no se opuso al matrimonio sugerido, ya qué, si era White, ¿Qué podría salir mal?, fue su mentor, su amigo, su aliado, no espero que tan solo al llegar al castillo donde vivirían, las cosas se volvieran radicalmente diferentes.
—Bienvenido príncipe— Pink se sorprendió.
Fue recibida por un muchacho de cabello castaño y ojos distantes. Era más o menos de su edad, pero a diferencia de ella, quien se consideraba libre y fuerte, este chico lucía más bien algo insípido.
—Green ella es Pink, será mi esposa— El chico subió rápidamente su mirada y aunque fue extraño los segundos que permanecieron viéndose en silencio, no dijeron nada más. Green, como le había llamado asintió e hizo una pequeña reverencia hacía ella.
—Es un gusto conocerla, lady— Él se inclinó y sonrió débilmente, por pura cortesía, de esa que White tanto intentaba inculcarle.
Fue una sensación inusual tras otra a partir de ese momento. Green atendía sus necesidades y se comportaba como un "sirviente" para ella, era incómodo y molesto ser tratada con tanta delicadeza y diligencia cuando jamás había recibido tal atención, por lo que no tardo en quejarse ante su prometido.
—¿Puedes decirle que deje de hacer eso? —Pink se adentró a la habitación de White después de casi un mes de vivir dentro del castillo. Ella vivía temporalmente en la torre conjunta a la suya, sus ventanas estaban de frente, aunque por la distancia era algo difícil de notar, tenía una cama cómoda, un baño precioso y más ropa de la que necesitaba, algo que en realidad, le causaba molestia.
—No se a que te refieres Pink— White apenas suspiró, no levantó la mirada de sus anotaciones, pero sospechaba la razón de su malestar.
Pink era un alma libre, aunque una palabra más adecuada sería "salvaje", o incluso impertinente. White sonrió al pensar en eso. Ella entrenaba, cazaba y usaba magia, siendo su última actividad la más calmada y en la única en que podía dirigirla, era casi imposible que se acostumbrara a la armonía de su reino, por lo que pedía su atención constantemente. Algo que nunca, ni siquiera a los miembros del consejo dedicaba con tanta frecuencia.
—Me refiero a ese chico, Green, ¿Puedes decirle que deje de seguirme a todos lados? — White la volteó a ver sin una expresión en particular, pero poniéndole atención finalmente —Ni siquiera sé por qué le pediste que cuidara de mí, sabes que soy capaz de valerme por mi cuenta —Se quejó un poco, refunfuñando con los brazos cruzados.
Se suponía que ambos eran, "una pareja", aunque si lo reflexionaban, sus encuentros anteriores eran espaciados y centrados únicamente en que Pink derrotara a su padre y los actuales, eran sorpresivamente, menos frecuentes...
Pink suspiró al pensar en eso, White era inteligente, definitivamente apuesto y sobre todo excesivamente fuerte, tal vez no era como los otros hombres que conoció, no tenía un físico exagerado, ni una presencia abrumadora o imponente, pero era temible cuando era necesario y aunque no parecía que moviera un solo dedo, siempre obtenía la victoria. Ella no quería admitirlo, pero admiraba al príncipe, lo que la llevaba a ese momento, esa "queja" por la incomodidad que le provocaba Green.
Él también era alumno de White, pero a diferencia de ella, quien mantenía una posición de iguales con el príncipe del reino, Green era su sirviente, casi un esclavo, al menos a sus ojos, siempre yendo de un lado para otro por las peticiones de White, y siguiendo una serie de tareas igualmente impuestas por él, parecía estar satisfecho con ese papel, hasta cierto punto fue capaz de tolerarlo, pero, luego de ver sus entrenamientos, la aversión creció.
Tenía conocimiento de la existencia de los escudos, sin embargo, al ver de primera mano como "funcionaba", se sintió descaradamente fuera de lugar. Esos escudos eran demasiado cercanos a sus amos.
—Mira, solo dile que se aleje un poco de mí, no necesito que me siga a cada punto al que me dirijo, me siento como prisionera— Explico Pink pensando en el muchacho de ojos pardos y otra vez, ese silencio tan cortante y profundo cada día más presente se extendió entre ambos.
Pink levanto la mirada, White la miraba fijamente, la observaba, como si fuera la primera vez que la notara en realidad.
—No lo había notado, pero en realidad eres bonita— Pink quiso retroceder más ante las palabras del príncipe y termino golpeando su codo con la puerta, desviando su atención de White y enrojeciendo hasta las orejas. Eso, definitivamente no lo había esperado — Yo no lo pedí que cuidara de ti Pink— apenas logro ver sus labios tensos cuando dijo eso, White volvió a sus escritos, dándole la espalda nuevamente.
Unos días después de su conversación, cuando Green nuevamente aparecía ante su puerta, esperándola para el entrenamiento matutino que se ofreció tener con ella para entretenerla, finalmente explotó.
—¡¿Qué es lo que te pasa?! ¡¿Por qué no dejas de seguirme?! ¡¿Temes que no sea un buen partido para tu amo?!—Pink increpó fastidiada. White lo aseguro, él no dio ninguna orden para que nadie la cuidara o se acercara a ella, además, estaba consiente de como la veía la gente, la molesta heredera salvaje que el refinado principito estuvo obligado a aceptar— Deja de vigilarme — exigió.
Green abrió un poco más sus ojos y retrocedió un paso. Pese a la poca comunicación, ambos poco a poco se había acostumbrado a su presencia lo suficiente para caminar uno a lado del otro, al menos eso pensó el muchacho, por lo que al darse cuenta de lo contrario, le dio su espacio en seguida.
— No te vigilo—Green dio una respuesta, rápida y sincera, alejándose y agachando levemente la cabeza en señal de disculpa— Has estado un poco sola desde tu llegada, solo quería acompañarte un poco—Pink quedo en silencio, analizándolo, sus ojos se habían desviado de ella para pasar a un lado, evitándola.
Green, por lo poco que escuchaba, había estado largo tiempo con White, siendo su único sirviente y discípulo directo. White tampoco decía mucho acerca de su relación; ordenaba y el otro obedecía, nada más. El escudo, por su parte, se limitaba a llevarle lo que necesitaba para sus estudios y la acompañaba en sus entrenamientos, sin pláticas innecesarias, ni chismes, ni siquiera una conversación casual.
— Él no te ordenó cuidar de mí—afirmo dejando que la hostilidad se desvaneciera, era difícil saber como comportarse con él. Mientras su gente siempre fue competitiva y abiertamente conflictiva y White era un arrogante sabelotodo, Green era demasiado dócil, no tenía intenciones de lastimar a alguien que no se defendiera.
— No era necesario, tú serás su esposa, eso es suficiente para que cuide de ti— por un momento sus palabras fueron diferentes, hirientes en realidad, no quería ser "la esposa del príncipe" no deseaba ser reconocida por eso.
— Ah...—Pink no supo qué contestar en un instante, pero ese muchacho, al menos no era desagradable ni mentiroso como los demás, de hecho, era agradable, desinteresado, no como Range o su padre—Aun así, no quiero que estés cerca de mí solo por eso—fue una sorpresa para ambos estar teniendo una conversación alejada de sus objetivos y tareas.
Giraron un poco su cuerpo para mantener esa segura distancia emocional, pero se vieron de reojo y sonrieron abiertamente, Green parecía entenderla, tal vez era una de esas ventajas de ser un escudo.
Los días pasaron, y luego de ese pequeño conflicto, empezaron a charlar más, a compartir parte de su aprendizaje, ambos intentando ser parte del entrenamiento ajeno, todo, bajo el ojo vigilante del príncipe. No lograron encajar, Pink no tenía el linaje de un escudo y Green no poseía las aptitudes de un mago, finalmente, a punto de rendirse y cuando White suspiraba, quizá cansado de verlos erráticos en cada entrenamiento, se dieron cuenta de lo fácil que les resultaba empuñar una espada.
A partir de ese descubrimiento, sus días se hicieron más llevaderos, cercanos, al punto de que Green le hablo de Red, un muchacho excesivamente bueno en ese arte, se lo presentó, y luego de recibir una paliza de su parte, los tres terminaron volviéndose amigos. A ella le agradaban ambos, pero Green, Green era su primer amigo real y White... él
—Yo no hice que él sufriera, tampoco rompí su corazón por estúpidas ambiciones—Pink le gritó, le reclamó lo que tanto tiempo había callado.
—No soy responsable de lo que interpretaron en aquel entonces, tampoco de lo que piensen o sientan por mí— White levanto el mentón y cerro los ojos lentamente retomando su postura digna. Su nuevo escudo, pese a no tener el contrato real, yacía a su lado, preparado para protegerlo.
—¿Ah no? ¿Entonces el beso de tu parte fue solo su imaginación?— White sintió el peso en sus hombros y sus ojos se cerraron con lentitud, un error de cálculo, un error meramente humano.
Recordaba una breve conversación, la que lo llevo a cometer ese "desliz inapropiado".
Ese día, en sus escasos momentos de calma, Green preparaba las aguas donde White tomaría un baño, vigilaba la temperatura, el aroma y los efectos relajantes que utilizaría para mejorar las propiedades. White solo lo observaba, con el cabello desatado y con el cuerpo desnudo a punto de entrar. Green jamás lo había observado de más, no husmeaba, no exigía de su atención desde que entro a su servicio, al menos no con palabras, pero siempre había momentos en que lo notada, esa chispa en sus ojos, esa necesidad en su boca amenazando con salir.
— Príncipe— Green dio un paso a un lado y luego retrocedió, manteniendo sus ojos abajo, respetuoso de su desnudez. White sonrió y avanzo hasta unirse en la bañera real digna de su título, dejando sus brazos recargarse en los bordes, dándole la espalda —Volveré en cuanto termine — habló monótono, no obstante, agradablemente familiar. ¿Cuántas veces no le había preparado el baño ya?
— Green espera —White se giró, viéndolo de perfil, necesitaba confirmar las sospechas que lo carcomían de una buena vez — ¿Disfrutas pasar tiempo conmigo? —Green abrió un poco más sus ojos, aún mantenidos hacia abajo y casi se permitió levantar la mirada, pero tuvo la fortuna que la situación y el vapor del agua caliente le permitiera esconder su rostro entre su cabello flojamente atado en una coleta.
— Por supuesto, alteza, es el príncipe y mi maestro— White forzó una sonrisa en su rostro, fue una vaga y desagradable respuesta; "maestro", es lo primero que recorría la mente de Green cuando pensaba en él, sin embargo, no regreso a su postura anterior, aún no terminaba.
— ¿Y disfrutas estando a lado de Pink?— Green sintió como el aire se viciaba y su estómago se encogía, la manera en que lo dijo, si no fuera por la seguridad del príncipe, podía suponer que se trataban de celos y él no pretendía ser una amenaza, nunca fue esa su intención al cuidar de su prometida.
— Príncipe, yo no—sus palabras vacilaron y su garganta, pese al ambiente húmedo se sintió seca.
— Green solo contesta— White bajo el tono de su voz, no solo suavizándolo, sino convirtiéndolo en uno completamente casual, sin peso, alejándolo totalmente de la pregunta inicial, no necesitaba ponerlo nervioso.
— Sí, aprecio a Pink, será una maravillosa compañera para usted — Green dejo sus hombros caer al frente y la comisura de sus labios se curvó hacia abajo. Quería apretar sus puños, darse la vuelta e irse, ya era suficientemente malo tener que lidiar con eso por su cuenta, pero... el príncipe era listo y si bien nunca hizo ademán de notar nada, estaba seguro de que al menos sospechaba lo que sentía por él, por lo que esas palabras, sus preguntas, calaban bastante hondo dentro de su persona.
— Te llamaré en cuanto termine— Green se marchó y White hecho su cabeza hacia atrás, ese día el agua no tuvo ningún efecto calmante en su mente.
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