Luego de que las lágrimas pasaron a ser historias del pasado y sonrisas. Que las vendas fueron cambiadas y mis heridas cubiertas con ungüentos perfumados Hendrick Me habló mientras masajeaba mis muñecas amoratadas.
-Si supieran que tienes el entendimiento suficiente para testificar contra quienes te han lastimado no lo harían de nuevo… Nadie podría hacerte daño de nuevo.
Trix…- Hen me miró fijamente- tienes que hablar frente a los demás.
-¡N-no…! No pued…no puedo- tenía miedo…. mucho miedo….
Hen apretaba mis manos en un intento de darme confianza - Yo… no creo poder…
-Entonces… sólo hazme un favor…- me miraba casi suplicante- Por una sóla vez… ¿Puedes hacer lo que yo te diga?
Por algún motivo sentía mi corazón palpitar con fuerza ante esa mirada, un leve rubor calentaba mi rostro…- No es montarme… ¿cierto? - la desconfianza me hacía intentar alejarme, y no es porque no deseara ayudarlo.. - Yo.. creo que no podrías cargarte de todos modos- dije intentando justificarme . Me miró en silencio mientras negaba con la cabeza y sonreía con paciencia.
-Yo haré todo lo que pueda por ayudarte…- la mirada del antiguo Hen no es igual, sus ojos son iguales, pero me hacen sentir muy diferente.
Pero es que en cierta forma, el Hen hombre es muy diferente al Hen niño.
Hen deslizó sus dedos entre mis cabellos- No.. no es eso Trix - Y su tacto también se siente diferente…
Apoyé mi rostro contra su mano cuando peinaba mi cabello nuevamente, y asentí casi escondiendo mi rostro en su fuerte y gentil mano.
-No has cambiado nada Trix… - dijo mientras su otra mano ponía un mechón de cabello detrás de mi oreja y luego se deslizaba por mi hombro, surcando mis tatuajes- sigues siendo tan hermoso como hace 30 años.
La presión de su cuerpo me recostó - descansa…-dijo mientras me abrazaba y peinaba una y otra vez.
Tú…- dije sintiendo el cálido aroma de su pecho, muy distinto a aquel aroma infantil- has cambiado demasiado…
Besó mi frente tan ligeramente que me hizo preguntarme si en realidad me había besado o lo había imaginado.- Lo siento…- E intentó alejarse luego.
Lo sujeté del frente de la camisa, me aferré, lo único que anhelaba en ese cálido aroma y la protección que sentía entre sus brazos.
Aún así…- mis manos soltaron la tela para deslizarse en un abrazo- …me siento agusto contigo.
Y volvimos a dormir en un abrazo que me hizo recordar a los robles y las sonrisas infantiles de mis hermanos y aleteos de mariposas sobre mi rostro.
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