Por fin, por fin tengo la oportunidad.
Ya van un par de meses desde que Asara llegó aquí y me enseña cada día como perfeccionar el uso de la magia, es una gran tutora y eso no lo dudo, pero solo se encarga de enseñarme a usar la magia en un sentido. Puede enseñarme a usar magia de combate, pero no a ponerla en practica, después de todo ella no es una tutora de combate, no es su trabajo. Por ello, cuando vi a Amos supe que tenía una oportunidad frente a mis ojos, no voy a desperdiciarla.
Y en este momento nos encontramos ahora:
—Tío Amos, ¡luchemos!
Su cara representa totalmente la palabra confusión. Es como si un signo de interrogación apareciera mágicamente a lado de su cabeza.
—Eh, un segundo. Creo que no te escuche bien, Rayzel.
—Ray está bien, es más simple —digo intentando ganarme su cariño y confianza.
—Claro, Ray. Entonces, ¿acabas de decir que quieres combatir conmigo? ¿lo entendí bien?
—¡Sí! Quiero demostrarte todo lo que aprendí con mi entrenamiento. Oí por parte de mamá que eres muy fuerte, me gustaría verlo con mis propios ojos.
—¿Tu madre dijo eso? ¿En serio? —dice Amos mientras una sonrisa pequeña toma forma en su rostro—. Está bien. Lanzame un hechizo, si logras hacerme daño tendré un combate contigo en caso contrario no.
Luego de esa propuesta, Amos toma distancia de mi: unos diez metros.
Resulto más fácil de lo que pensaba, es muy fácil de convencer si ella esta en medio.
—¡Aquí voy! —digo con una sonrisa en el rostro y una voz llena de euforia.
Lentamente acumulo maná en las palmas de mis manos, visualizo como el fuego en ellas se funcionan en una sola masa esférica, luego las pongo una a la par de la otra listas para empujar esa bola de fuego gigantesca, y un segundo después la empujo. La bola de fuego sale disparada en dirección recta, destrozando todo lo que se encuentre a su paso, y conecta de frente contra Amos. O eso pensé.
Todo sucedió muy rápido, en el segundo que esa bola de fuego entró en contacto con la palma de la mano de Amos, desapareció. Amos simplemente se encuentra delante mis ojos sin daño alguno con su mano derecha levantada.
Ese hechizo es el más fuerte que tengo y no le hizo ni un solo rasguño.
—¿Eso es todo? —dice Amos con una mirada hacia mi que demuestra cierta decepción—. Supongo que eso es todo, ¿aún quieres saber mi respuesta? Creo que ya la sabes.
—Dilo. Quiero oírla.
—Eres bueno, admito que tienes talento, pero nada que no haya visto. Hay cientos como tú que triunfaron y otros miles que ahora no son nada —dice Amos, luego se dirige en mi dirección y se agacha para verme directamente a los ojos—. Me pregunto de que lado estarás.
—Sigo aprendiendo aún. Asara es una persona increíble que sin duda me ayudara a llegar muy lejos con la magia, pero con solo su ayuda no basta. Me gustaría contar con la tuya también en un futuro.
—Me lo pensaré.
—Cuento con ello —digo estas palabras llenas de esperanza, luego sonrío.
Hay un abismo entre nosotros, quería verlo con mis propios ojos y marca la meta hacia donde dirigirme. Gracias Amos.
Luego de este enfrentamiento, si se le puede llamar así, tomo un poco de té junto a Amos y Asara. Un poco de charla y un poco de risas forman parte del entorno. El día transcurre lentamente, luego de unas horas Amos se marcha, pero no antes de tener una pequeña charla con mamá y dejando la idea de que volverá en un futuro cercano.
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