—¿Tardaremos mucho en llegar?
—No lo creo, son solo un par de horas de viaje y ya vamos más de la mitad —respondió Rudd.
Ahora mismo estamos cuatro en el carruaje: Saraa, Rudd, mamá y yo. Rudd está a mi lado, mamá y Saraa en los asientos de enfrente.
Unos días después de mi fiesta de cumpleaños, mamá me planteó la idea que tenía en mente hace un tiempo: la idea de mudarnos a Ahstel. Sin dudarlo apoyé su decisión. Los beneficios superan por mucho a las perdidas, así que tomé la decisión más racional. Ahora me encuentro en camino a mi nuevo hogar.
Hace ya dos años desde que nos visitó Amos, ¿qué estará haciendo? Seguro lo veré dentro de poco, tendré que sacarle algunas explicaciones.
—Por cierto, ¿como es nuestro nuevo hogar, mamá? —Pregunté.
Mamá estaba perdida en sus pensamientos. Me ignora completamente, o no me escuchó. Saraa y yo nos sorprendemos por su actual estado, nunca la he visto así.
—Lili —dijo Saraa después de tocarle el hombro derecho—, Ray te hizo una pregunta.
—Lo siento, estaba pensando en las cosas que tengo que hacer cuando lleguemos —respondió mamá con un tono de voz completamente serio.
Su mirada no es la misma de siempre, el brillo característico en sus ojos no está. ¿Fue buena idea fue venir hasta aquí? No puedo evitar planteármelo.
—Mamá, si no estas bien podemos volver otro día. Podemos retrasar la mudanza.
—No te preocupes, Ray. Estoy bien y estaré bien —respondió mamá forzando una sonrisa.
No presionaré, mantenerme a su lado es la mejor opción. Cambiemos de tema.
—Saraa, ¿que son esos monstruos que tiran el carruaje?
Son lobos, lo sé perfectamente pero nunca había visto unos tan grandes.
—Son lobos de montaña. Han estado con nosotros desde hace muchos siglos, los hemos domesticado para que nos ayuden con ciertas tareas. No te acerques demasiado a ellos, si no eres su dueño no te harán mucho caso.
Unos segundos se pierden en el aire y…
—Puedo tener…? —Intenté preguntar tímidamente.
—¡No!
Las tres repiten la misma palabra al unísono.
□ □ □
—¿Es hoy, cierto?
—Sí, es hoy, Amos.
No puedo calmarme, me tiemblan las manos y por alguna razón hace mucho calor hoy.
—Vivimos en las montañas, no hace calor. Solo estás nervioso —dijo Varis.
—¡No adivines mis pensamientos! Dime que hacer para que no me mate, Varis.
—Lilith no te va a matar, solamente te ignorara por el resto de tu vida, tu sobrino hará lo mismo y Saraa no es necesario que lo diga. Prueba con Rudd, seguro te perdonará.
—¿Por qué te pido consejos?
—Porque solamente estoy yo en la habitación —respondió Varis con total indiferencia, y razón.
Esto es una perdida de tiempo.
—¡Que sea lo que Dios quiera!
—Dios no tiene voluntad sobre nuestras acciones…
—¡Cállate!
Luego de ese grito, salgo de la habitación.
Pasaron dos años desde mi última visita. Las cosas se complicaron por aquí, así que centre toda mi atención en resolver las disputas internas y luego tomarme el tiempo necesario para pasarlo con ello, pero todo salió diferente a lo que había planeado.
Hace dos días desde que me enteré de la noticia que se mudaban para aquí. Sabía que lo iban hacer, pero no la fecha exacta. Todo es un desastre, no sé que excusar dar para que me perdonen, si es que todavía el perdón es una opción.
Sigo mi camino hasta que no es necesario avanzar más, ahí están. Tres mujeres y un pequeño están en la entrada del palacio con sus equipajes, observando y admirando el lugar.
Por un lado, dos chicas con trajes de sirvientas están discutiendo trivialidades.
—¡Guau! Esto es enorme, es más grande que nuestra casa.
—Es un palacio, ¿que esperabas?
—Saraa, el punto que quería decir no era ese sino…
Y por el otro, una mujer de hermoso vestido blanco y un niño que es una versión de ella en miniatura.
—¿Qué piensas? ¿Te gusta? —Preguntó Lilith a Ray.
—¡Es increíble! —Respondió Ray anonadado ante la majestuosidad del palacio.
Bajo corriendo las escaleras para recibirlos.
—Lilith, Ray… ¡Bienvenidos a su nuevo hogar!
Les doy una cálida bienvenida con los brazos abiertos, o eso intento. Sus caras solo muestran confusión.
—¿Quién es? —Preguntó Ray.
—Ni idea, creo que es un sirviente del palacio —respondió Lilith—. Seguro se encargará de llevar nuestro equipaje, ¿cierto?
Solamente asiento con la cabeza.
—Bien, vamos Ray.
Lilith toma su mano y se marchan subiendo las escaleras.
Mi sobrino no me reconoció y Lilith me trata como un sirviente. Es mejor de lo que había imaginado.
—¡Gracias por la bienvenida, tío Amos! —Dijo Ray desde el último escalón con una sonrisa.
—Hablamos más tarde, Amos —añadió Lilith aún subiendo las escaleras.
—Será un placer servirle, Amos —comentó Saraa antes de hacer una leve reverencia—. Ante cualquier necesidad, búsqueme y le ayudaré.
—Un gusto compartir casa, Amos. Será divertido —añadió Rudd mientras me daba pequeños golpes en la espalda.
Unos segundos después, ambas se marchan en la dirección de Lilith.
Solamente puedo sonreír.
Hoy es el día uno de una nueva etapa.
Comments (0)
See all