—¿Eso es todo? Vamos, esfuérzate más.
Lo intento, en verdad lo hago, pero ningún golpe conecta. Cada vez que creo que lo tengo, se escapa como si nunca estuviera en peligro. Tengo cierta experiencia en combate dada mi vida pasada, pero él supera todo lo que haya visto.
—Solo huyes, ¿cuándo vas a contraatacar? Espero que hoy —digo con una sonrisa.
Provocadorlo es la mejor opción que tengo.
—Bien, aquí voy.
Fue muy simple que caiga en la trampa, ¿o talvez no? Algo esta mal; sonríe.
Me preparo para el ataque con una pose defensiva. Espero el ataque unos segundos, pero él no se mueve. ¿Acaso me enga…? Todo se vuelve oscuro.
Lentamente mis parpados se abren, en mis retinas se vislumbra una figura oscura.
—¿Estás bien? Creo que me excedí un poco —dice Amos tocando mi pelo.
Me encuentro acostado en su regazo, veo su rostro al revés.
—Estoy bien, pero ¿qué paso? De un instante a otro, todo se apagó.
—Te golpee, nada más —dice Amos sonriendo.
—Y lo dices con esa sonrisa.
—Tú lo pediste, ¿cierto? Acaso no dijiste: “Solo huyes, ¿cuando vas a contraatacar?” —responde Amos con un tono sarcástico.
—Sí, pero no pensé que de un solo golpe me ibas a noquear —digo mientras toco mi mejilla derecha, ahora lo noto pero duele bastante—. Continuemos con el entrenamiento, apenas empezamos.
—Así me gusta.
Amos quita mi cabeza de su regazo, luego me extiende su mano para ayudarme a levantarme.
—Y no te preocupes por el dolor, se te pasará. Además vienen cosas peores en camino.
—Ya me voy haciendo la idea.
Es imposible no esbozar una sonrisa nerviosa, solo veo dolor en mi futuro próximo.
El entrenamiento continua, el objetivo del mismo es simple: debo acertar un golpe, si lo hago pasamos a la siguiente etapa. En el caso contrario, seguimos hasta que se logre el objetivo sin importar el tiempo que tomé. Lo último no me preocupaba al principio, pero ahora el miedo a no superar este obstáculo es una opción.
Varias estrategias cruzan por mi mente, pero ninguna tiene solidez. Necesito pensar en una trampa lo suficientemente buena para que caiga, no puedo igualar su velocidad pero si lo acorraló es otra historia.
Este no será el día en que lo logre.
Transcurren varias horas y la fatiga toma control de mí.
—Creo que es suficiente por hoy —dice Amos mientras me ofrece una botella de madera tallada llena de agua.
Hermosa botella.
—Sí, creo que sí —respondo después de beber el agua.
—¿Mañana a la misma hora? —pregunto.
—No lo creo, tengo asuntos que atender que me tomaran algunos días, o puede que más. En estos días que estaré ausente, piensa en una estrategia para vencerme, además sigue con los ejercicios que te dije. No rompas la rutina.
Amos me dio una serie de ejercicio para fortalecer mi cuerpo, además de un pergamino ilustrado con un par de posturas de combate y pequeñas anotaciones debajo de cada pose aconsejando como realizarlas bien, básicamente quiere que aumente mi resistencia y mi posicionamiento en combate. Hizó hincapié en que la fuerza no una prioridad de momento, creo que la razón es bastante obvia.
Luego de esas últimas palabras, Amos se retiró lentamente. Me quedé un rato más practicando una serie de golpes y pensando en algunas estrategias para vencerlo lo más pronto posible.
□ □ □
Las cosas han estado bien últimamente, los conflictos han mermado pero capaz mi optimismo fue una conclusión demasiado apresurada. Lentamente avanzo hacia la sala del trono, luego de unos minutos llego a la puerta.
El rey se encuentra en una superficie un poco elevada junto a su esposa y heredero: el rey en su trono, a su derecha su hijo y su esposa a la izquierda, ambos en tronos más pequeños y menos deslumbrantes que el del rey.
Una pequeña unidad de guardias está presente en ambos lados de la habitación. La mayoría de los estos guardias son fieles al rey, pero gran parte de la Guardia Escarlata responde ante mi. No hay nada que temer.
—Majestad, ¿en que puedo servirle? —digo con una de mis rodillas tocando el suelo.
—Amos, las cosas no están mejorando —dice el rey con una voz más cansada de lo usual—. Con la llegada del pequeño todo escala rápidamente, temo que dentro de nada comience una guerra civil. Fue tu plan el traer al pequeño aquí. ¿Qué quieres lograr con él?
—Protegerlo, quiero protegerlo. Antes estaba en un lugar muy apartado y temía el hecho de que algún Conde fuera atrás de él, después de todo es quien es —digo con total sinceridad, luego inhalo un poco de aire y continuo—. La razón principal es esa, puedo protegerlo si está a mi lado. Pero no es todo, quiero hacerlo heredero directo al trono.
Murmullos se oyen en toda la habitación, esperaba esa reacción pero no sé que vendrá después de ella.
—Amos, tienes agallas decir eso cuando se encuentra mi hijo presente.
Una mirada furiosa se dibuja en el rostro del rey. El chico no dice nada, pero su padre está a nada de explotar y ordenar a que me ataquen, pero no habrá problema.
—Recuerda que eres un sustituto, Neros —digo mientras me levanto suavemente—. Te serví por petición de mi hermano, pero eso era hasta que Rayzel estuviera listo para ocupar ese lugar y con la situación actual es el momento perfecto para que él ocupe su lugar y empiecen a haber cambios. Los demás Condes no aceptaban que tú ocuparas ese trono, pero ahora que el hijo de la persona a quien ellos juraron lealtad ocupará ese lugar, puede que las cosas se calmen un poco.
Un silencio total. No es la mejor forma de hacerlo, no es la forma en que quería hacerlo, pero ya no hay tiempo. Solo restaba actuar, que sea lo que Dios quiera.
Uno de los guardias se acerca hacia mi. Rokko es su nombre.
—Amos, retirate ahora mismo sino…
—¿¡Qué harás!? Vamos, quiero ver como lo intentas —digo elevando mi voz interrumpiendo sus palabras. Rokko no responde—. Neros, es hora de que dejes de actuar como un rey, ya has cumplido tu papel y todos estamos agradecidos por ello. Es hora de que las cosas cambien y tomen un nuevo camino. Ese chico lo hará bien, si tan solo tiene una pizca del liderazgo de su padre; lo hará increíble, eso lo sabes mejor que nadie.
—¿Así que ese era tu plan, Amos?
Una mujer de pelo blanco platinado y un vestido de seda blanco entra en escena.
Toda la sala voltea para ver aquella mujer, entra lentamente y con pasos muy elegantes en la habitación. Todos están expectantes de que va a suceder a continuación.
Y aquí empieza la parte difícil, por favor Lilith apoya mi decisión.
—Sí, tenía la idea rondando mi mente hace tiempo, pero aquella conversación contigo fue cuando me decidí.
Estarás de mi lado, directa o indirectamente. No te dejaré elegir.
—Buena jugada —responde Lilith con una sonrisa en su rostro—. Está bien. Neros, Lucyl, es hora.
Neros intenta decir algo, pero Lucyl le toma del hombro y mueve lentamente su cabeza en negación.
El tiempo que estaba estancado desde la muerte de él, empezó a correr.
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