Han pasado dos semanas desde que empece mi entrenamiento con Amos. Las cosas por el palacio están muy tensas, hay muchos murmullos entre los sirvientes y los nobles que frecuentan el lugar. He oído mi nombre en algunas ocasiones, pero no sé que pensar al respecto. Algo esta sucediendo a mis espaldas y no logro saber que es, pero sé que soy parte de ello y no me agrada nada estar tan desinformado.
—Deja de estar en las nubes. Ojos siempre en el oponente. Nunca te desconcentres o la muerte estará sobre ti.
—Ni siquiera empezamos.
—Exacto —dice Amos extendiendo su dedo índice en mi dirección.
No logro comprender esa afirmación, pero por si acaso no la refutaré.
En guardia, me preparo para el primer combate del día.
—¿Listo?
—Sí. Empecemos.
Hoy es el día que lo derrotaré, o eso espero. Las reglas son simples: solo tengo que acertar un golpe en su rostro, y por supuesto nada de magia.
Unos segundo después nuestros puños chocan, esquivo con éxito su segundo puñetazo que se dirigía a mi rostro. Intento golpearlo con mi mano izquierda, pero no conecta el golpe, así que retrocedo unos paso y mantengo la guardia. Fue un intercambio miserable de golpes, pero la intensidad de sus ataques son como unas rocas enormes dirigidas en mi dirección, sin decir de la absurda presión que impone cuando esta combatiendo.
Es más fuerte, veloz, ágil y su alcance es mayor por creces. ¿Cómo puedo derrotarlo? Esa pregunta ronda por mi mente desde hace dos semanas, pero ni una respuesta contundente. Improvisar siempre fue mi estilo, hay que respetar las tradiciones. Ojalá funcione.
Me acerco a su posición y lanzo una patada a su pierna derecha, conecta con éxito pero no parece haber hecho mucho daño. Amos sigue manteniendo firme su posición, pasa a la defensiva ya que yo debo vencerlo a él, no él a mi. Tiene dos opciones mientras yo solo tengo una. Sigo insistiendo en su pierna derecha con golpes consecutivos mientras estoy atento a un posible golpe, pero no parece estar funcionando. ¿Esa pierna esta hecha de acero? Siento que estoy sufriendo más daño del que intento aplicar.
—Vamos, ¿eso es todo? —dice Amos con una sonrisa burlona dibujada en su rostro—. Dando esas patadas no lograrás nada, ve a por todo o nunca ganarás.
—Ya iba hacerlo.
Supongo que no queda opción. Inhalo lentamente hasta llenar mis pulmones y luego exhalo suavemente. Salgo corriendo en su dirección y salto con mi puño derecho cerrado para golpearlo en su feo rostro, lo bloquea fácilmente. Sigo en ello, no le doy tiempo a contraatacar: golpeo con el puño derecho, luego con el izquierdo, derecho, derecho nuevamente, otra vez con el derecho, vuelvo al izquierdo y por fin acierto un golpe en su rostro, gané pero su sonrisa me dice lo contrario. Puedo ver su mirada de satisfacción con un toque de ira mezclada, en esa mirada puedo ver otras diversas emociones. Claro, ahora empieza la prueba, un pequeño golpe no es suficiente, quiero más y él también. Al segundo intenta contraatacar, pero no le daré la oportunidad. Golpeo nuevamente, con la izquierda y luego con la derecha. Ya no está a la defensiva, recibe todos los golpes con tal de acertar solo uno de los suyos, si lo logra ganará y no puedo permitirlo. Golpeo con derecha, golpeo con izquierda y esquivo, golpeo con izquierda, golpeo con derecha y esquivo, sangre brota de su labio inferior y de su nariz, su sonrisa crece aún más y la mía también.
El combate continua, el recibe cada golpe que doy y yo esquivo cada golpe que da. Me duele los nudillos, sin duda le acerté más de una docena de golpes, pero apenas le hice daño. Quiero más, quiero que lo sienta, quiero dejar la marca de mis nudillos en su cara. Todo o nada. Dejo de preocuparme por sus golpes y pongo toda mi fuerza en un último ataque, salto y me preparo para el golpe final, él hace lo mismo. Descargo mi puño derecho en dirección a su cara y conecta completamente, igual que el suyo en mi mejilla izquierda. Ambos golpes conectan a la vez en su objetivo, pero su cuerpo apenas se movió mientras que el mio fue arrojado lejos unos cuantos metros. El combate finalizo y había un claro vencedor.
No perdí la conciencia, es una buena noticia pero el dolor en la parte izquierda de mi cara era demasiado. Llevo mi mano al origen del dolor y acaricio suavemente la zona.
—¡Guau! Fue increíble —digo mientras una sonrisa se formaba en mi rostro a pesar del dolor.
—Sí, estuviste increíble pero perdiste, no lo olvides —dice Amos mientras se acerca lentamente en mi dirección y luego se sienta a mi lado—. Fue mejor de lo que pensaba, daba por hecho que te tomaría más tiempo hacerme frente y acertar una buena secuencia de golpes.
—Lo hiciste apropósito, no esquivaste ninguno de mis golpes.
—No era necesario, golpeas como un bebé.
—Tienes razón.
Ambos nos reímos mientras apreciamos este momento, este combate y los siguientes que nos esperan. Ojalá el resultado de los próximos sean mejor que este.
El sol sigue su curso.
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