Una mano estaba a punto de alcanzarlo cuando una presencia se hizo más notaria.
De pronto fue jalado a un pecho cálido y rodeado por un fuerte abrazo. Su nariz picaba. Olía muy reconfortable. A protección.
"Basta" habló con voz potente Owen.
No podía ver la expresión que tenía en su rostro o la mirada que en ese momento tenía. Pero una cosa era segura. Su corazón latía como caballo desbocado.
Miró el rostro pálido del chico que estuvo a punto de tocarle. Su cara estaba azul de pavor. Evan se restregó contento en el torso de Owen que aún lo sostenía con fuerza. Podía estar así el resto de su vida y moriría feliz.
"Vale..."
"Nosotros te-te esperamos en bueno...te vemos"
Escuchó sus pasos alejarse de donde ellos estaban. Despegó un poco su rostro del pecho. Ya el abrazo no existía. Owen dio un paso atrás y caminó a un lado de él.
"Vete a tu dormitorio y deja de rondar solo por estos lugares."
"Yo..."
"Te recuerdo que eres el único OMEGA de todo el campus" continuo mientras se acomodaba su gabardina oscura y ajustaba sus guantes.
"Si, lo sé, pero yo..."
"¿Dónde diablos deje...?" buscaba algo en sus bolsillos, incluso dentro de su mochila.
Evan extendió un pañuelo rojo con unas figuras craqueladas al reverso y las iniciales E.D. bordadas en una esquina.
"Gracias por lo de hace un momento..." empujó con saliva el corazón que estaba a punto de salirse por su boca. Owen lo miró un instante y luego tomó el pañuelo en su mano.
"Solo intenta seguir el protocolo que te indico el rector, ¿de acuerdo?" limpio con el pañuelo las solapas de la gabardina.
En serio que este chico era guapo. Esa bufanda oculta finamente en su pecho. Su porte digna de la realeza. Y ese rostro tan atractivo que tenía. Evan soltó un suspiro. Sabía que no era el único que rodeaba a Owen con las mismas intenciones que él en ese momento. Pero estaba seguro que era el único para Owen como Owen para él. ¿Por qué? Porque su corazón le dictaba que era él su pareja destina.
"Owen yo... esto..."
El ojigris inclino un poco su rostro y le miró fijamente.
"¿Sí?"
Aclaró su garganta y forzó a su voz a salir.
"¡ERES MI PERSONA DESTINADA!" gritó con el rostro lleno de calor y el cuerpo temblando de emoción "¡Te amo!...por favor, enlazate conmigo".
Lo único que podía escuchar eran sus propios latidos. Tenía miedo que le diera un infarto en ese momento y morir. Pero no importaba. Le acaba de decir a su persona destinada que lo amaba. ¡Moriría feliz!
Estiro de su cuello la bufanda que le cubría. No tenía el collar.
Owen cubrió su nariz con el antebrazo de inmediato, mientras le lanzaba una mirada llena de molestia y retrocedía un paso de Evan.
"¡Aléjate!"
"Pero..."
No entendía porque Owen estaba a la defensiva. ¿Qué hizo mal? ¿Por qué lo veía tan fríamente?
"¡No soy tu persona destinada!"
"¿Qué...?" Evan no podía notar que sus feromonas flotaban con más intensidad.
"...te odio..." sus palabras eran entrecortadas por su brazo en la boca "...por favor Evan".
Después Owen corrió. Desapareció por donde había llegado. Mientras que él miraba hacia el vacío apretando su bufanda. En medio de la nieve. En medio de un inmenso dolor en el pecho. En medio de un desastre de sensaciones y sentimientos que no podía procesar a causa de su propio corazón que se hacía añicos.
Cayó de rodillas entre la nieve que se había acumulado. Tenia un dolor. Un dolor que iba de donde estaba su corazón hasta debajo de su nuca. Después se extendía por todo su cuerpo. Por sus brazos. Por sus piernas. Temblaba pero ya no de frío. Ya no por dolor. Un inmenso miedo se apoderaba de cada fibra de su ser.
Jadeaba. La respiración se le estaba yendo. Se sentía morir. Deseaba morir.
Las luces de los faroles comenzaron a encenderse. Las risas de algunas personas se apagaron a lo lejos y de lo último que recuerda de ese momento era un grupo de chicas que corrieron hacia él. Después. La oscuridad.
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