La música para abrupta y disonante dando paso al bullicio, descendiendo hasta el silencio. Se genera una breve tensión entre ambos por unos instantes, siendo la mano levantada de Don Márquez quien brinda de nuevo para calmar los ánimos de Mela. El gitano distiende su cuello y se dispone a seguir tocando y deja entrar la voz del borracho a sus oídos;
—Cornudo...
En ese mismo instante, cierra el pico al ver la destreza del gitano al subir su guitarra para clavarla en su cabeza.
Bavol sorprende por la espalda a Mela, derribándolo al suelo y llevándolo a rastras hasta afuera.
—¡Lárgate Mela! ¡Busca a tu mujer y lárgate!, no me puedo dar el lujo de otro jaleo... ¿Quién paga por todo esto?, ¿tú?... ¡lárgate!
Mela por un instante pierde de vista con quien habla y se le lanza para arremeter contra él, pero siente una punzada justo en el pecho tan fuerte y dolorosa que cae de rodillas tratando de recuperar el aliento. Después de unos instantes consigue levantarse y salir en dirección opuesta.
Poco a poco su pensamiento se avispa y comienza su rápida caminata, un
presentimiento le informa que el indolente de Márquez, puede tener razón. Una
sensación, una dolencia va entumeciendo y descendiendo por todo su cuerpo hasta
parar su respirar. Toma una bocanada de aire y aprovecha el contra esfuerzo
para salir corriendo a toda fuerza, su casa queda a unos kilómetros apenas.
Imágenes llegan a su frente -las puntas de un cabello negro y sedoso le rozan
el rostro. Puede olerlo, esto lo distrae del dolor del cuerpo en tan enérgico
movimiento. Puede casi tocar la imagen de su amada Samara; quien -corre en el
huerto jugando, se deleita viendo tan esbelta silueta, morena y voluptuosa
mujer, con ojos negros e intensos. Mujer quien con sus manos le envía un beso,
soltado de sus labios:
—Te amo.
El gitano pierde la noción del tiempo, una lágrima corre por su mejilla y lo trae de vuelta del espejismo. Ya en mitad del camino, en un aislado desierto, ve a lo lejos una casa rodante, muy vieja. Bajo el sol de media tarde y cansado, sigue moviendo su cuerpo hasta ella, con la fiel esperanza de que todo esto no sea más que una pesadilla.
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