Mela siente como su corazón se acelera, va paso a paso, cuadro a cuadro de su sueño, y se detiene en cámara lenta cuando al final de la última línea lee: “hablo en serio MM”.
Un empujón lo trae al presente -la Bailaora- lo sacude para que la suelte
—Suelta hombre... toca que nos esperan.
Esté, en un automatismo, tarda en responder y toca de nuevo. Tratando de ordenar sus pensamientos y recordar que solo es un sueño. Distraído escucha la voz lejana de Don Márquez —...cornudo... y empieza todo el evento de nuevo.
Mela piensa para sí mismo —no puedo creerlo.
Se encuentra corriendo por el desierto camino a casa, repite cada paso ya dado, otra vez con la carta en su mano; no siente lo mismo, ni con la misma intensidad, piensa que le están tomando el pelo.
Se pincha el dedo y se da un golpe en el pecho para
ver si es cierto. Sí, sostiene la carta del pecado justo entre sus dedos,
piensa; —no puedo creerlo, aquí estoy de nuevo.
Samara entra, llora al verlo sujetar la carta, repitiendo el acto, sale
huyendo. Mela la persigue para pedirle que le explique o lo despierte
nuevamente, piensa
—No puedo entenderlo... ¿por qué me pasa esto?
La alcanza cansado y de la nada ve como Samara pone el cuchillo en sus manos y sin pedir permiso hace que se lo clave en su cuello.
Mela grita con todas sus fuerzas,
—Nooooo... yo te quiero y esto es solo un sueño...
Casi muerta y convulsionando la sangre sale de su cuerpo y va perdiendo vida. Mela la mira, casi vomita al confrontar tal espectáculo patético. Sus ojos y sus manos tocan su cuerpo humedecido y caliente, el hombre siente que se desmaya al entender que lo hizo de nuevo.
Sus lágrimas abren sus ojos para ver a su amada sentada en el lecho acaricia su rostro tierno,
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