Samara —¿qué te pasa Mela?... ¿por qué el llanto?...
Él la toca por todos lados, solo para verificar que es cierto, la abraza con tal fuerza que ella suelta un chillido:
—¡Me haces daño!... mi vida…
Mela —¿disculpa es que he tenido un sueño horrible… extrañado —¿otra vez?...
Samara le da un beso
—¡Apúrate! que es tarde para ir al bar a trabajar…
El hombre extenuado no se resiste a la locura y
confusión, y no hace más resistencia y deja las cosas sin pronunciar palabra
alguna. Ambos se visten para marcharse.
El Gitano se acerca con recelo al calendario para revisar la infame
fecha -19 de junio-, piensa -es tan real-. Arranca la hoja para dejar de verlo.
Samara —mi vida, hoy es el día de los abuelos... -¿su aniversario?
Mela, ensimismado —¡vamos!
En el bar con su rostro totalmente deteriorado y cansado, su mano no es tan experta, hasta se equivoca provocando abucheos.
María pierde su taconeo, dejando entrar el golpe
del vaso sobre la mesa pidiendo más ron fresco, Márquez ya está en su puesto.
El guitarrero solo esboza una mueca para restar importancia al estúpido
recuerdo.
Samara entra a escena vestida con su traje flamenco, pisa el tablao para hacer
un dueto con su marido. Mela despertando de su letargo y subiendo su ánimo, las
maravillas de sus dedos bailan cada vez mejor sobre las cuerdas de la guitarra
y dando paso a que su mujer haga su mejor contoneo para dejarlos a todos perplejos.
Cada taconeo es un paso de admiración y pasión para su amado que deja con la
quijada caída a los espectadores, quienes sienten la vibración entre ellos,
agradecidos por recibir la función que han venido a contemplar.
Interrumpiendo como un trueno, Márquez pretende tomar a Samara en sus brazos, ya demasiado ebrio. Mela salta como una gacela, toma la botella, la parte contra la mesa y lo clava en el cuello, dejando caer el cuerpo de aquel hombre que no supo qué fue lo que lo tomó por sorpresa. Yace muerto en el suelo.
Samara a gritos se le acerca para sacudirlo y sacarlo de su adormecimiento;
—¿Qué has hecho?... traje a los abuelos para celebrar y tú has manchado el buen nombre que te dieron.
Mela voltea a ver todo su entorno para ver si es cierto. Sí, sus abuelos al igual que el resto están atónitos sin saber que hacer o decir.
El Gitano esboza una mediana sonrisa, llorando cae exhausto al suelo cerrando sus ojos pregunta hacia al techo, buscando respuesta de algo superior que lo saque de tal vacilante situación.
—Esto, ¿sí es cierto?... a ti me entrego.
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