El otro hombre se rio y con una voz encantadora aprobó la petición del otro. 

Después de levantar la ropa que estaba regada por toda la habitación, el hombre salió del cuarto sigilosamente para no despertar al otro e inmediatamente se dirigió a la cocina para preparar el almuerzo.

El sol entraba por la ventana del cuarto, era la 1: 30 p.m., un domingo, por lo que el joven no tenía que preocuparse por el trabajo y solo pensaba en descansar. La noche anterior, él y su amante habían tenido una intensa jornada, lo que le provocó dolor de espalda. 

-Um. - dejó salir un quejido. - los rayos del sol pegaban fuerte en su ventana. -Quema... -dijo, hasta que, finalmente y de mala gana, se levantó de la cama. 

Se tambaleó un poco y se sintió mareado, pero un olor exquisito llegó hasta el cuarto y su estomagó crujió. El joven tomó sus ropas y se vistió, y como si algo lo atrajera a la cocina, abrió la puerta de golpe y corrió hacia el lugar de dónde salía ese delicioso olor. 

Cuando llegó al lugar, lo primero que vio fue la espalda de un hombre que preparaba jugo de naranja. 

El hombre estaba tan concentrado exprimiendo la fruta que no se dio cuenta de que el otro ya se había levantado, y cuando sintió dos brazos que le rodeaban la cintura, pegó un brinco y el jugo de la naranja salpicó en sus ojos. -Ay. - dijo. 

El joven giró al otro y comenzó a limpiar sus ojos. -lo siento mucho, no fue mi intención. - expuso preocupado. 

El hombre comenzó a acariciar la cabeza del otro y con voz suave dijo: no te preocupes Natsu, estoy bien. 

El ambiente entre los dos era cálido, tranquilo y amoroso. 

Después de terminar de almorzar, Natsu se fue de nuevo al cuarto, dispuesto a dormir. 

-Natsu, ve a darte un baño antes de dormir... anoche fui un poco rudo contigo, ¿estás bien? - preguntó el hombre. 

Natsu estaba somnoliento y las palabras de su amante sonaron como un susurro. -Estoy bien. - dijo antes de caer dormido. 

Hace tres años, Natsu se había ido de la ciudad, mejor dicho, había huido, él descubrió que Daniel, su antiguo amor, y quién le había destruido la vida, lo estaba vigilando. Fue tanto el miedo que sintió que no podía dormir, tenía pesadillas y tuvo ataques de pánico. Natsu había luchado muchos años contra la depresión y no podía soportar la idea de volver a ver a Daniel, menos que él tuviera a personas que lo vigilaran en su lugar de trabajo, en la calle y en su casa. 

Finalmente había superado lo que había pasado y se había perdonado así mismo, no podía permitirse regresar atrás, así que, un día, simplemente huyó.

Pero a veces las pesadillas regresaban y lo atormentaban. 

-Amor, amor, -se escuchó. -despierta, por favor. -dijo una voz preocupada. 

El sueño de Natsu se tornó oscuro y despertó exhaltado. - ¡Noo!- gritó. -Suéltame, suéltame. - comenzó a empujar los brazos que lo apretaban. 

-Natsu, Natsu, soy yo, soy Matt, estás bien, estás seguro conmigo. 

Finalmente se tranquilizó,  su respiración era agitada, el sudor frío recorría su cuerpo, pero los brazos que lo sujetaban eran cálidos. 

Natsu correspondió el abrazo y besó al hombre de pecas, -Gracias.- dijo. -No digas eso. -contestó el otro. 

Los dos se abrazaron y comenzaron a besarse, sus lenguas entrelazadas, sus respiraciones agitadas y el roce de sus cuerpos, se perdían en la oscuridad del cuarto, por la ventana podía verse la luna, que era la única testigo de la pasión de ambos. 

El sonido de los cuerpos haciendo fricción, los jadeos de dolor y placer, las voces entrecortadas y el richinido de la cama, calmó el corazón de los amantes. 

-Mmm, te amo Natsu, te amo. - la voz seductora de Matt resonó en la oreja del joven. -Más lento, más lento. -Suplicó el hombre. 

Hace 8 años Natsu se imaginaba que solo haría eso con el amor de su vida, pero, ahora, el que creyó que era el amor de su vida, solo era un monstruo que lo visitaba en las noches.

Los dos hombres terminaron al mismo tiempo y se abrazaron. Natsu miró las pecas de su amante y se dio cuenta que parecían estrellas. 

-Te amo, -dijo Matt. 

Natsu solo abrazó al hombre.

....

Daniel miraba la pantalla de su celular. -Cobarde. - se dijo así mismo. Cada noche tenía la costumbre de ver el nombre de Natsu en el celular, cada noche trataba de llamar, cada noche le preguntaba al cielo dónde estaba Natsu,  pero nunca llamada y tampoco tenía respuesta. 

Todos los días eran lo mismo. Daniel no se cansaba de esa rutina, el rostro de Natsu siempre se le aparecía cada noche, como un bonito sueño, una bella sonrisa y una voz cariñosa, algo que él había arruinado. 

 

Cuando estaba por apagar la pantalla de su celular, accidentalmente apretó el botón para llamar. 

El nombre de Natsu ocupó toda la pantalla y apareció "llamando". 

Daniel comenzó a tembrar terriblemente y sus ojos se torcieron. 

*Ring, ring* sonó a miles de kilómetros de dónde estaba Daniel. 

Daniel subaba frío. 

Los amantes que dormían abrazados no escucharon el sonido del celular sonando. 

Pero el corazón de Daniel dejó de latir cuando escuchó a la operado decir que el número que había marcado, no existe. 

Su pecho dolió y su cara se rompió en mil pedazos. -¿Qué? - preguntó confundido, y con determinación marcó al número en la pantalla. 

-El número que usted marcó, no existe- repitió la operadora.

Daniel volvió a marcar, pero el resultado fue el mismo, y así lo hizo 10 veces más, hasta que finalmente apagó el celular, su rostro perdió toda cordura y se rio fuertemente, para después comenzar a llorar.

Los amantes seguían abrazados.

En el celular de Natsu había un mensaje que decía: Natsu, espero que estés bien. Lamento decir esto por mensaje, pero no contestabas mis llamadas... ven pronto a casa, tu madre tuvo un accidente y su cuerpo no resistió las heridas... falleció en el hospital. Ven a casa, por favor. 

--- Fin del capítulo 6. ---