Había pasado un mes desde que empezamos la preparatoria, Maurice y yo conversábamos bastante entre clases y salíamos a distintos sitios después de la escuela, frecuentábamos ir a la biblioteca ya que ambos amábamos la lectura. La tranquilidad que desprendía el lugar, el olor a tinta de los libros nuevos y las hojas color sepia de los libros viejos es de las cosas que más me gustaba en particular.
A él le encantaba leer libros de misterio y a mí los policíacos, nos sentábamos en la misma mesa para leer y cada vez que lo hacíamos me recordaba a cómo nos conocimos porque nos comunicábamos por medio de notas para no molestar a nadie:

"Casi termino este libro, ¿Algo bueno que recomendarme?"

Recordé algunos buenos títulos y la verdad no sabía cual estaría mejor, pensé en qué le gustaba a Maurice y me decidí:

"«Presunto inocente» por Scott Turow es muy bueno, es el primer libro policiaco que leí"

"Lo tendré en mente. Gracias :)"

Maurice buscó su separador favorito, era de un barco con tonos azulados navegando con la vista de la luna detrás; después de poner el separador en una de las últimas páginas, se levantó en búsqueda del libro que le había mencionado.

Llegué al último capítulo del libro que estaba leyendo, por lo cual decidí buscar algo nuevo para leer también, aunque quería un género fuera de mi zona para tener variedad en mis lecturas. Llegué a la sección de fantasía y empecé a ver los títulos. Uno tras otro, no había alguno que me llamara realmente la atención, hasta que ví un libro que realmente me atrajo, al parecer era de un autor anónimo, la pasta era dura y la portada era de un tono morado que me recordó a las orquídeas, tenía un dibujo que parecía boceto en color plateado y las letras hechas a color blanco anunciaban el título: "Almas Gemelas". Al inicio dudé el leerlo, pero ya que logró que lo sacara del librero, por lo menos debería darle una oportunidad. Aún de pie frente a los estantes, abrí el libro y comencé a leer:

Un elfo llamado Klye tuvo una visión en sus sueños; se encontraba él tomando la mano de alguien, corriendo en un campo de flores y de la nada explota una guerra, todo brilla y se encuentra frente a un guerrero que termina cortando el cuello de Klye con una espada, alguien lo sostiene y parece que grita su nombre, después todo se vuelve negro. Al despertar Klye se encontraba acompañado de su mejor amigo Gahe, estaban recostados en el campo tomando una siesta. Klye ve a su amigo durmiendo plácidamente, llega una corriente de aire que hace mover el cabello de Gahe y cuando Klye le acomoda un mechón detrás de la oreja escucha una voz algo familiar que le dijo "protege a tu alma gemela"....

Alguien tocó mi hombro, era Maurice, me dió un papelito:

"Ya lo encontré, ¿Nos vamos?"

Lo miré y tenía una leve sonrisa, asentí con la cabeza, tomé el libro que estaba leyendo y fui con la bibliotecaria para tratar de llevarlo a casa, ella me dijo que jamás había visto ese libro y que de hecho no estaba registrado en su base de datos, me dijo que era mío si así quería, miré por última vez el libro y lo acepté. Guardé el libro en mi mochila y salimos de la biblioteca.

No me había dado cuenta del tiempo que estuvimos dentro, el sol estaba descendiendo, el cielo se tornaba naranja y los rayos del sol mismo iluminaban la última hora de la tarde. Platicamos hasta que llegamos a mi casa, nos despedimos y él se encaminó también a su hogar.
Entré a casa, mi mamá estaba en la cocina haciendo crêpes, la saludé dándole un gran abrazo y me preguntó el por qué estaba tan feliz, le dije que tuve un buen día y a mi mente llegó Maurice, solo sonreí y subí a mi cuarto. Dejé mi bolso, me senté en mi escritorio, abrí mi libro y dentro tenía la nota de agradecimiento de Maurice. Nunca pensé que podría tener a alguien con el que compartiera gustos similares o que me comprendiera a la perfección, guardé la nota y miré a través de mi ventana una parvada de palomas blancas atravesando el atardecer.
Por primera vez tenía a alguien que extrañaría, por primera vez experimenté el destino y por primera vez quería que algo fuera eterno, nuestra amistad.