En el ceniciento sendero del bosque oscuro, Un demonio caminaba sin rumbo dando pasos fuertes y molestos. Gruñía y se quejaba intentando tolerar la parlanchina voz de su hija, quien se había adherido a su espalda sin un remedio aparente para despegarse. Los brazos de ambos estaban inmóviles y cubiertos por la saliva de la planta. Greg solo contaba sus piernas para caminar.
-Y entonces cuando veo ese circulo raro mis poderes se activan, y cosas aún más raras pasan por mi cabeza y...- Tamara se percataba de que su padre no estaba interesado en lo que decía -No estás oyéndome, ¿cierto?.
-Si lo hago
-¿Entonces porque no dices nada?
-¡Si supiera algo, te respondería! Dios mío.- La paciencia del demonio se deterioraba lentamente.
-Bien, tendré que buscar respuesta yo sola entonces.- Tamara se molestó con él, y Greg se molestó con ella. Para la chica la molestia duró muy poco, pues encontró una nueva forma de hacer que su padre le diera un poco mas de información:
-Ah, oye, por cierto...- Dijo ella levemente.
-¿¡Que!?- Greg dijo interrumpiéndola. Tomó un poco de aire profundamente, lo liberó con toda la calma del mundo y se dirigió la chica ligeramente irritado -¿Que quieres?...
-¿Olvidas algo?
-Pero claro que... Un momento- Greg siente que algo está perdido, pero no sabe que puede ser. Por instinto revisa asustado su cadera y nota que su bolso bajo su antebrazo se había despedazado. Desesperado y sudando a litros, El demonio revisó bajo las rocas pateándolas, detrás de los arboles, sumergiendo su cara en los arbustos y las telarañas. Corrió y con sus débiles piernas intentó escalar rápidamente la colina empinada por la que cayó, pero solo acababa resbalando y rondado de vuelta al suelo.
-¡¿Dónde está el libro?!-
-Aquí está- La chica le respondió -Lo tengo pegado- El libro con algunos rasguños y daños, se había adherido a su estomago por la saliva.
-¡¿Que?! Déjame ver- Greg dio vueltas en circulo sobre si mismo intentando ver a Tamara. No tuvo ningún resultado - ¡Tu-! ¡Sucia mentirosa, no tienes nada!
-Claro que lo tengo, esta aquí.
-¿Ah si? Entonces dime como se ve ese dichoso libro.- El demonio estaba poco a poco perdiendo la compostura
-Es marrón, tiene un ojo falso y glifos feos.
Greg rápidamente cayó sobre sus rodillas y plantó su cara en el polvoriento suelo, dejando a Tamara viendo todo casi de cabeza.
-¿Que haces?- La chica le preguntó.
-Espero a que la tierra me trague, eso hago...
-Escucha. Te daré el libro apenas nos despeguemos.
-¡Si!- Greg dio un salto de la emoción cantando victoria
-Solo si me respondes tan solo otra pregunta.
El demonio dio un gran rezongó a los cuatros vientos.
-Dime ¿Qué cosas sabes de los tipos que se llevaron a Teru?
-¡Ok, ok! te diré. Pero mas vale que si me des ese maldito libro.- El demonio dando su advertencia, se acercó hacia uno de los pálidos troncos de árbol, que parecía tener una difusa figura humana tallada en el. En su superficie crecía un apagado musgo, un musgo que estaba cubriendo lo que parecía ser un grabado. Greg con sus colmillos mordió el musgo y lo esculpió a un lado, revelando el famoso icono del ala y el sol.
Tamara miraba sobre su hombro y el hombro de su padre al mismo tiempo. Sus poderes fueron gatillados, y su cabeza creó una pequeña onda que empujó el aire a su alrededor. El demonio sintió como la brisa atravesaba su alborotada cabellera.
-¡Es el símbolo!- La chica exclamó entre el temor y la sorpresa.
-Ese es el símbolo de la dichosa Orden del "Anillo Escarlata".- Greg tomó aire y se organizó mentalmente para contarle una historia a la chica -Pero antes solía ser una agencia de defensa, investigación y desarrollo en el mundo sombra; La O.P.P. ... en el pasado trabajé ahí como un científico hasta que entré al ejercito. Todo iba de maravilla, hasta que el jefe perdió la cabeza. Su locura y ambición le hizo ocupar sus grandes conocimiento en experimentos prohibidos. Expulso a todos los trabajadores que no estuvieran de acuerdo con el, y así se quedó solo. Desde ese punto en adelante, autoproclamó la agencia como "La orden del Anillo Escarlata"; una banda de un solo hombre. Pero con el tiempo, eso cambiaría. Todo esto disgustó al maestro sombra, y con los años fueron borrados de la historia por su propia mano. Se volvieron un mito que solo algunos hombres sombra en el mundo tenían conocimiento... Y ahora han vuelto con sed de venganza. Cruzando este bosque con la ayuda del libro encontraremos su base central y los derrotaremos.
Tamara intentaba oírlo, pero en el fondo de su pecho no podía evitar sentirse inquieta y afligida.
-¿Que? Pero... ¿Por que él?- Le preguntó
-¿No te da eso una idea? El chico está de rehén en esa base. Quien sabe lo que le aguarda.- El tono serio y frio de Greg hizo que escalofríos entumecieran el cuerpo de Tamara. Miles de temores ahora cruzaban por su cabeza: -¿Que clase de cosas desagradables le harán?, ¿Por que tuvieron que escogerlo a él?- Pero sus interrogaciones internas se detuvieron tan rápido como comenzaron; algo no le encajaba bien en la narrativa del demonio.
-Espera, ¿y por que tú quieres ir a rescatarlo? Tu odias a Teru...
-La persona detrás de esto tiene... algo pendiente conmigo.- Dijo Greg en un tono más apagado -Además ¡Nadie secuestra a mis rivales! Solo yo puedo patear el trasero de ese estúpido niño.
-¿Cual es el plan entonces?
-¿No es obvio?, yo me encargo del jefe y tu te encargas de salvar a Teru. Fácil, ¿verdad?
-No.- Dijo la chica cortante y seria, algo le estaba molestando. Greg no comprendía que acababa de pasar, asi que se puso a cuestionarla:
-¿Como que no?
-No puedo salvarlo.
-¿Y por que no?- El demonio estaba realmente confundido.
-No... no estoy en forma- Dijo Tamara mientras improvisaba algo de ultimo minuto.
-¿Que quieres decir con eso?- Greg intentaba entender, pero no lo lograba -Oye, ¿Cómo crees que reaccionaría Teru si lo salvo yo? Tienes que hacerlo tu- Dijo viendo que no obtenía respuestas de su hija. Ella solo miraba el negro horizonte, donde la nada absoluta esperaba.
-...Mira, es evidente que tu y yo no nos llevamos bien. Todos nuestros encuentros se resumen en lo mismo. Nos encontramos, peleamos, me derrotas, juro vengarme... Incluso rompiste mi cuerno aquella vez. Así nos llevamos un día tras otro. Es... algo tan repetitivo que no creo que cambie nunca.
Tamara al oír esas palabras salir de la boca del demonio, sintió como algo dentro se ella se ablando y posteriormente se quebró. Su rostro molesto se debilitó a uno triste y melancólico. Miró detrás de ella tratando de ver a su padre, pero a cambio solo vio el cabello castaño de un muchacho que para ella era conocido.
-Pero si queremos que esto funcione, necesitamos trabajar juntos. Esta vez, es en serio.- Decía el demonio intentando convencerla una vez más. Ella sacudió su cabeza intentando despertarse de la alucinación, y se preparó para hacer entrar en razón a su padre.
-¿Y es mi culpa el no querer confiar en ti? Eres repulsivo y cruel ¡Me secuestraste para evitar un secuestro y me has tratado como tu equipaje por horas! ¿No te das cuenta lo contradictorio que eres?
-Solo acabemos con esto rápido ¿Si? Tu salva a Teru, y yo me encargo del resto. ¿Entendido?- Dijo Greg ya algo enojado. Volteó a mirar a la chica a los ojos. Ella seguía igual de enojada y apartó la mirada un momento, observando un punto muerto y recordando la promesa que el hizo en el nombre de su esposa. Tamara quiso creerle, al menos esta vez.
-...Bueno, entendido. Somos un equipo ahora.- Dijo la chica cediendo con un suspiro y refunfuñando.
-Bien. Ahora debemos seguir este camino de los arboles tallados, quizá sean una pista hacia su base secreta.
-Esta bien, confiaré en ti.- Dijo Tamara intentando no oírlo
-Entonces es oficial, ¡somos un equipo!- Greg reafirmó algo alegre
-No me lo recuerdes.
-¡A dar pataditas en las costillitas!- Greg intentaba levantar sus ánimos
-Dios, apiádate de mi pobre alma...- No tuvo ningún efecto.
-¡Esos científicos locos no sabrán que les golpeó!
-Aun así no justifico tu secuestro, imbécil.- Dijo Tamara levitando la espada hacía Greg.
Entre los arbustos, una misteriosa figura en túnica roja grababa con cámara cada movimiento que hacía la chica y el demonio. Estos comenzaron a marcharse siguiendo los arboles tallados mientras charlaban trivialidades. La figura de rojo guardó su cámara y saltó ágilmente hacia las desnudas ramas de un árbol, y emprendió su retirada mientras brincaba de una rama a otra, hasta perderse entre la oscuridad del bosque ceniciento.
Comments (0)
See all